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2010/03/26

RAICES - Cuando creamos la Historia-Periodismo Alternativo desde El Salvador

 Escrito por Luis Romero Pineda. 26 de Marzo. Tomado de Raices.

Para la Historia, la Historia la escriben los hombres, y no las mujeres. De acuerdo a los libros oficiales, la historia la escribe quien tiene la pluma. Según la realidad, cada quien inventa, con sus historias, la Historia. Ahí todo es verdad, y todo es mentira.

Para unos menores capitalinos, el Dr. Ernesto Guevara, ex Ministro de Industria de Cuba, no es el mismo que el famoso guerrillero “Ché” Guevara. Este último, según les ha dicho su madre, mató al tío Antonio, piloto de helicóptero, mientras evacuaba heridos en San Miguel durante la ofensiva guerrillera de la guerra civil salvadoreña en 1989.

Para los jefes y oficiales del extinto Batallón Atlacatl, el Coronel Domingo Monterrosa está en el cielo y ahí le mandaron una carta. Pero para las mil personas acribilladas, asesinadas, violadas, quemadas, y dejadas al sol durante un operativo militar en El Mozote, Morazán un diciembre de 1981, Monterrosa sólo les ofreció un atajo forzado al paraíso.

Para la reina Isabel, evangelizar a los salvajes de América era tan justo y necesario como extraer las vidas y el oro que marcarían el desarrollo de España. Para los pipiles, chortís, lencas y mayas esclavizados o masacrados, no.

Para el siempre solidario gobierno estadounidense, era impresionante el hecho que el Gobierno del Brujo no hubiese aceptado la ayuda de una invasión norteamericana para aplastar a los indígenas marginados, campesinos esclavizados, trabajadores explotados y otros impacientes en 1932.

Él solo podía tratar con unos cuantos miles de insolentes armados con piedras, machetes y más. Para un poblador de Juayúa, cuando tenía ocho años vio cómo San Miguel Arcángel fue quien, con un rayo proveniente de las profundidades de la Tierra, detuvo la masacre que llevaban a cabo los comunistas.

Para Don Manuel, un señor que lava carros y hace mandados en la capital, Schafik Handal nunca peleó la guerra y aún no ha muerto. Handal está en Rusia tomando vodka, asegura. Para la esposa Don Manuel, él anda de arriba para abajo todo el día buscando mujeres y les pone nombres de hombre para que ella no sepa.

Para los transportistas y congresistas-que, a veces, son los mismos-, está bien que circulen buses con 30 años de antigüedad cuyos motoristas nadie los regula aunque anden bajo los efectos de la cocaína. Para aquellos que siempre mueren en accidentes de tránsito cuando el eje del automotor desaparece con el chofer, no.

Para los detractores en El Salvador del gobernante venezolano Hugo Chávez, el Presidente Mauricio Funes es su corresponsal en El Salvador y la Operación Milagro es un instrumento político con fines totalitarios. Para un jardinero llamado Salvador, él puede ver gracias a un milagro luego que lo llevaran por primera vez en avión a curarle la vista a Caracas.

Para el pastor Edgar López Bertrand y el Consejo Ejecutivo Nacional de ARENA, el líder soviético Vladimir Lenin y el economista Karl Marx dijeron que una mentira repetida cien veces se convierte en una verdad. Para Frederich Goebbels, Ministro Nazi de Propaganda, resulta incómodo revolcarse en su tumba.

Para los ex presidentes estadounidenses demócrata y republicano James Carter y Ronald Reagan, la guerrilla salvadoreña era una amenaza terrorista a la democracia y un germen soviético-cubano que crecía en Centroamérica.

Para el primer presidente negro de los Estados Unidos, es un símbolo del ambiente democrático latinoamericano el hecho que esa ex guerrilla haya llegado a la presidencia salvadoreña.

Para los líderes de la ultraderecha de la Alianza Republicana Nacionalista de los años 80’s, su partido tenía mucho en común con la guerrilla porque ambos buscaban transformar la realidad, sólo que por diferentes medios. Para el himno de ARENA desde hace casi 30 años,  El Salvador será la tumba donde los rojos terminarán.

Para los desastres naturales, El Salvador es un lugar propicio para poder demostrar su poder. Para el capitalismo, que cae en la misma categoría de desgracias, también.

Para los ex guerrilleros del FMLN, las personas blancas eran periodistas aventureros o asesores de la CIA. Para los pequeños empresarios en las zonas del conflicto, son turistas. 

Para los y las estudiantes de la UCA, la vigilia en memoria de sus mártires es un acto de amor y solidaridad a Latinoamérica.

Para el ex presidente Alfredo Cristiani y los desquiciados de La Tandona, los curas eran los cerebros del Kremlin y había que asesinarlos de forma tal que pareciera que la guerrilla los había matado. Para Enrique Altamirano, la CA en UCA significa, de alguna manera anti-lingüística, “curas de sotana roja”.

Para el FMLN, el comandante Marcial, fundador de las Fuerzas Populares de Liberación, mandó a matar a Mélida Anaya Montes y luego se suicidó por la culpa. No muestran su rostro, sus subalternos no lo recuerdan más y su tumba no la cuida nadie. Para Salvador Cayetano Carpio, la crisis y la traición de sus compas lo obligaron a matarse.

Para la conciencia de Maximiliano Hernández Martínez, él se podía comunicar por medio de telepatía con el presidente de EE UU, era mayor crimen matar a una hormiga que a un hombre y un péndulo le indicaba si la comida estaba envenenada y dónde se escondían sus enemigos.

Para los más de 10 mil indígenas que mató, el dictador fue un verdugo. La derecha salvadoreña no lo cree. Para ellos, es un héroe a favor del orden y el patriotismo. Esa opinión no la comparte el chofer de Martínez que lo asesinó con un cuchillo en Honduras.

Para la guerrilla y el ejército, los niños y niñas se unían a la lucha armada en sus respectivos bandos. Para el ejército, la guerrilla era experta en robar la infancia de los niños. Para la guerrilla, el ejército reclutaba. Para las familias, los uniformados y enmontañados les robaron a sus bebés. Para los niños y niñas, la guerra les robó la vida. 

Para los árboles que se van quedando solos y los ríos que son escupidas de empresas y el aire que es cada vez menos aire, las empresas del desarrollo son algo así como escuadrones de la muerte. Para los presupuestos de Medio Ambiente y las empresas torturadoras, el Pulgarcito de América tiene suficientes espacios limpios. 

Para los hermanos Galeas, Paolo Lüers, Joaquín Villalobos y sus amigos, es importante hacer demostrar las ventajas de la economía de mercado y elaborar críticas a la izquierda desde la izquierda neutral. Para sus ex compañeros de lucha, son unos traidores.

Para los gobiernos salvadoreños de los 80’s, la masacre del Río Sumpul nunca sucedió. Para los masacrados, sí.

Para Roque Dalton, la poesía y la lucha eran las únicas salidas a la injusticia social y la represión. Para el Ejército Revolucionario del Pueblo, el fusilamiento era la única forma de callar al ofendido.

Para los discípulos de Milton Friedman, El Salvador es un ejemplo de mercado libre al haber aceptado la privatización, el TLC y la dolarización con velocidad para récord Guiness. Para el pueblo salvadoreño, se han robado los colones y les borraron de la memoria el momento de consulta popular.

Para Manuel Zelaya, él-y no Goriletti-era el presidente de Honduras. Para los sandinistas y la historia de Nicaragua, Daniel Ortega es el mandatario oficial nicaragüense. Para los hondureños y nicaragüenses pagados por ARENA para votar en El Salvador, Mauricio Funes es su presidente.

Los salvadoreños y salvadoreñas, así como personas de otras nacionalidades, llaman San Romero de América al obispo mártir Oscar Arnulfo Romero sin importarles que a los Papas poco les ha importado ese magnicidio.

Para el Vaticano, hablar de su canonización es hablar de política. Romero era un comunista para Roberto d’Aubuisson, cuya fama es de dudosa  procedencia, pero era un buen pastor para los y las pobres a quienes dedicaba sus homilías.

Para el periodismo, la ética es su columna vertebral y servirá para cumplir la labor de servicio a la sociedad. Para los grandes medios de comunicación salvadoreños, el periodismo nunca les dijo eso y llegó tarde a la reunión cuando hablaban con la sensual señorita publicidad.

Para la sociedad de la civilización salvadoreña, los españoles trajeron el desarrollo. Para los sitios arqueológicos Quelepa, San Andrés, Tazumal, Casa Blanca, y más, las ruinas fueron Cristóbal Colón y CIA.

Para los artistas progresistas salvadoreños es fácil hacer una canción a la lucha social. Las hacen por decenas y quienes prestan sus voces son marginados. Para la derecha es muy difícil hacer lo mismo. Ven dificultoso hacer una oda a la empresa privada o perrear al son del reguetón con el cuerpo del dinero.

Para algunos trabajadores del Canal 10 salvadoreño, es una lástima que se hayan perdido tomas de gran relevancia histórica cuya acción es responsabilidad de la amnesia selectiva de los gobiernos. Para una antigua invitada de un programa del mismo canal, es necesario que se busquen las tomas de cuando ella fue invitada para borrarlo. No le gustó cómo se miraba.

Para un político salvadoreño, los mítines de su campaña significan una oportunidad de ganar adeptos, generar confianza pero, sobre todo, verse bien. Para un campesino, significa camisetas gratis y un almuerzo que viene a ser la devolución del impuesto sobre la renta.

Para el mundo, el desarrollo es la capacidad de ser protagonista del bienestar propio, mejorar la calidad de vida de un pueblo, aprovechamiento de los recursos y dejar la pobreza atrás. Para el arenero Rodrigo Ávila, que quiso ser presidente del país, desarrollo es tener más carros y más centros comerciales.

Para el Gobierno, las Maras son un problema. Para la población, también. Para los mareros, todos los demás ya la cagan.

Para los empresarios salvadoreños y otros dueños de El Salvador, el Mercado Común Centroamericano era justo lo que la integración centroamericana necesitaba. Para los empresarios hondureños y otros dueños de Honduras, todo lo que venía de El Salvador era maligno. Para los trabajadores salvadoreños y hondureños, los sufrimientos siempre fueron los mismos.

Para Ignacio Ellacuría, con Monseñor Romero Dios pasó por El Salvador. Para la Biblia, la próxima visita de Dios sería montando caballos voladores de fuego y mandando a todos al infierno y al excedente al paraíso.

Durante los Acuerdos de Paz, los militares creían que el perdón y olvido de los crímenes de guerra eran necesarios para cerrar las heridas. Para los líderes de la guerrilla, también. Para los familiares de las víctimas de la Guerra, las heridas siguen abiertas.

Para el presidente Mauricio Funes, la empresa privada salvadoreña es necesaria y es un sector clave para el desarrollo del país.

Para los trabajadores y trabajadoras explotadas día a día por ese poderoso sector, muy cansados para investigar alternativas a su realidad, no hay nada que indique lo contrario.

Para el pueblo salvadoreño, el siglo XX fue una época de grandes transformaciones sociales. Para el Museo Nacional de Antropología, el Siglo XX no existió

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