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2010/03/31

LPG-Buen momento para reflexionar sobre valores

 Durante mucho tiempo, y con todos los efectos adversos que están cada vez más a la vista, los antivalores se han venido imponiendo a los valores, y esa tendencia distorsionadora y destructiva se halla en la raíz de casi todos nuestros males y quebrantos.

Escrito por Editorial.31 de Marzo. Tomado de La Prensa Grafica.

 

Estamos en Semana Santa, y, como todos los años, estos días son propicios para hacer un alto reflexivo en la turbulencia de los sucesos cotidianos y pensar con más profundidad en lo que pasa en el ambiente, y, sobre todo, en lo que nos toca hacer a todos, cada quien según su responsabilidad y dentro de su propia línea de actividad. Es sabido que los períodos vacacionales, como éste, se han ido volviendo más bien oportunidades para descargar tensiones; sin embargo, el dedicar siquiera unos minutos al día a meditar sobre la realidad que tenemos y la que eventualmente nos espera es no sólo ordenador de pensamientos sino saludable como aporte a una mejor convivencia.

Resulta evidente que, ya desde hace tiempos, venimos padeciendo, como sociedad, un agudo déficit en la vigencia de valores fundamentales. Esto tiene diversas causas y raíces, y por ello no puede ser enfrentado responsablemente con una mera prédica en el ámbito educativo. La verdadera escuela de los valores es el ejemplo, y eso lo enseña la experiencia desde siempre; por consiguiente, si queremos que nuestra sociedad enderece su rumbo y se vuelva de veras inclusiva, progresista, estable y pacífica se debe desarrollar y perfeccionar la escuela del ejemplo, que tiene que partir desde los más altos liderazgos. ¿Cómo se puede pretender que los valores prosperen si desde arriba se dan recurrentes ejemplos de irresponsabilidad, de prepotencia, de abuso y de impunidad?

Es imprescindible que la práctica de valores –y, para empezar, los valores derivados de la enseñanza y del ejemplo de Cristo– permee toda nuestra realidad. Sólo a partir de ahí es posible esperar que las cosas vayan mejorando de manera segura y consistente.

Edificar la convivencia pacífica

Desde la firma del Acuerdo de Paz, hace ya más de 18 años, en nuestro país toma forma creciente un dinamismo nacional que apunta hacia la consolidación de la democracia y de la armonía social en el país. El proceso evolutivo avanza en esa línea, pero este avance no puede ser mecánico, sino que tiene que estar movido por la conciencia ciudadana, en sus diversas manifestaciones, desde las voluntades individuales hasta las fuerzas colectivas que interactúan en el ambiente nacional.

La convivencia pacífica sólo puede edificarse con solidez y sostenibilidad si la base son los valores. El respeto, la tolerancia, la solidaridad, la honradez y el orden deber ser asegurados por la debida práctica social e institucional; y, al fondo, valores como el amor al prójimo iluminan todo el sistema de vida. Es muy importante trabajar en serio en el despliegue y en la consolidación de los valores, y debería haber un proyecto nacional orientado a ese fin superior.

Durante mucho tiempo, y con todos los efectos adversos que están cada vez más a la vista, los antivalores se han venido imponiendo a los valores, y esa tendencia distorsionadora y destructiva se halla en la raíz de casi todos nuestros males y quebrantos. Al respecto, es hora de pasar de las expresiones generales a una política social e institucional que tenga capacidad de impactar en el curso de los hechos. Esa será la mejor manera de asegurar el progreso y garantizar la paz en el país.

Buen momento para reflexionar sobre valores

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