Escrito por Juan A. Valiente. 31 de Marzo. Tomado de El Diario de Hoy.
El último pulmón de San Salvador está de nuevo en la controversia y con riesgo de perderse por intereses económicos de algunos pocos. Los derechos de propietarios, tanto de la Cooperativa El Espino como de los nuevos compradores, deben supeditarse a los de todos los capitalinos. ¿Por qué no podemos soñar con tener un parque metropolitano para el Gran San Salvador como el Parque Central de Nueva York?
En tiempos del Presidente Duarte la finca fue entregada a la cooperativa como parte de la reforma agraria. Luego de un largo proceso legal promovido por sus antiguos propietarios, la Asamblea Legislativa en el decreto 432 de 1993 declaró como zona protectora del suelo y de reserva forestal a casi 800 manzanas de la finca, dejando el resto a sus antiguos propietarios, a instituciones estatales y hasta a un par de fundaciones privadas.
El decreto logró parar la controversia legal que se fundamentaba parcialmente en si la reforma agraria aplicaba a dichas tierras por su naturaleza "urbana". Más que por salomónico, dicho decreto funcionó, porque todos salieron ganando algo. ¡Tan grande era la finca El Espino!
Las casi 800 manzanas fueron para la cooperativa y para las alcaldías de San Salvador y Antiguo Cuscatlán. A estas últimas se les asignaron 129 manzanas, mejor conocidas como "El Parque de los Pericos" por la iniciativa del alcalde Mario Valiente.
Hace varios años un grupo de ONG "sumamente preocupado por el proceso de deterioro creciente al que se encuentra sometida el área de El Espino, decidió construir una propuesta preliminar básica que revierta las tendencias actuales y posibilite en el mediano y largo plazo la conservación y potenciación de los servicios ambientales que esta área le proporciona a la población del AMSS".
Este grupo constituido por SALVANATURA, SACDEL, FUSAI y CONSTRUAMBIENTE (un programa de CASALCO) presentó en febrero de 2003 la "Propuesta para el Manejo y Uso Sostenible de El Espino". Ya para ese año era evidente el deterioro de la finca y el riesgo que corrían los servicios ambientales que suministra al país. A la fecha la ciudad ha seguido creciendo hasta circundar casi completamente la finca. De pocos cooperativistas, ya para ese año más de 1,500 personas vivían en la finca promoviendo un proceso de tugurización al no poder contar con servicios básicos y poniendo en riesgo de contaminación los mismos mantos acuíferos que se suponía proteger.
Pecamos las ONG al confiar en dos presidentes de la República, que nos hicieron creer por interpósita persona que entendían la urgencia de la problemática y que tomarían cartas en el asunto. No estoy seguro si al final otras prioridades quitaron los recursos económicos necesarios para su realización o si cedieron a intereses poderosos de los involucrados en el desarrollo de la zona y en condicionar el actuar de los cooperativistas.
Actualmente las alcaldías han rescatado el valioso proyecto del alcalde Valiente y han encomendado a SALVANATURA el desarrollo del Parque de los Pericos. Pero mientras se consolida la protección de 129 manzanas, se arriesga el resto. La cooperativa ya ha vendido, según ellos, más del 30% de su porción, aunque hay indicaciones que el porcentaje real es significativamente mayor. Asimismo, ha iniciado una urbanización ilegal para sus miembros.
Comenzó este proceso en 2006 cuando vendieron más de 50 manzanas a un club privado vecino para la ampliación de su campo de golf. Y, aunque en términos de fijación de carbono se puede justificar la ventaja de mayor superficie de área verde en comparación con un bosque descuidado, esta venta destapó la Caja de Pandora.
Dudo que los cooperativistas hayan logrado sorprender a empresarios vendiéndoles terrenos con regulaciones estrictas de protección medioambiental. ¿Le estarán apostando los empresarios a que dichas regulaciones eventualmente sean revertidas? ¿Confiarán en encontrar suficientes diputados para quitarle a las próximas generaciones el último pulmón de San Salvador? No volvamos a pecar de confiados. Defendamos la finca El Espino.
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