Escrito por Carlos Ponce.24 de Marzo. Tomado de El Diario de Hoy
En las últimas semanas, el veto presidencial a la reforma legal impulsada por la Asamblea Legislativa, en la que se establecía un incremento a la pena máxima para los menores de edad, ha sido un importante tema de discusión entre analistas, expertos y profesionales del sistema de justicia penal salvadoreño.
Los más vehementes críticos de la propuesta de los diputados y fuertes defensores del rechazo Ejecutivo, argumentan que tal medida carece de un efecto disuasivo por las características particulares de la población que afecta y, por lo tanto, su aprobación no conllevaría resultados positivos en términos de una sustancial reducción en la incidencia delincuencial. En otras palabras, sostienen que su aprobación no influenciaría la dinámica de la criminalidad en El Salvador.
Sin embargo, la limitada perspectiva antes descrita no considera el contexto más amplio en el que la perpetración de hechos delictivos por menores de edad ha experimentado el estrepitoso incremento al que nos enfrentamos hoy día. Es necesario recordar el contenido del famoso "Plan 503" de la mara Salvatrucha, hecho público a través de los medios de comunicación a principios del año pasado aproximadamente, en donde la estructura de mando de dicha pandilla estableció lineamientos de trabajo para todos los grupos y miembros afiliados a ella. Uno de los puntos claramente identificados era intensificar las tareas de reclutamiento de menores y enviarlos a cometer homicidios lo antes posible para acostumbrarlos rápidamente a la perpetración de ilícitos.
El documento explicaba que era necesario buscar incorporar a más menores por dos razones: (1) la operatividad investigativa de las autoridades había asestado duros golpes a la pandilla, logrando capturar y condenar a varios pandilleros, debilitando así los diferentes territorios de operación, por lo que era necesario incrementar rápidamente su número de miembros para no perderlos; (2) la indulgente naturaleza de la legislación penal juvenil aseguraba que enviar a menores a cometer delitos no tendría el mismo impacto negativo en la agrupación que mandar a adultos. Por lo tanto, el involucramiento de menores obedece más a una estrategia planificada y estructurada por los más altos cabecillas pandilleros, en el marco de una iniciativa organizada y orientada a fortalecer a la pandilla e incrementar sus opciones para la recaudación de fondos.
El nivel de organización y evolución de las pandillas es frecuente y peligrosamente subestimado por algunos analistas, generadores de opinión y hasta funcionarios nacionales. Existen antecedentes relativamente recientes que ilustran perfectamente los niveles de peligrosidad que pueden alcanzar las pandillas. El Runks, pandilla de Chicago inicialmente conocida como Black P. Stones y posteriormente incorporada a lo que actualmente es Black Gangster Disciples (una de las principales pandillas estadounidenses), bajo el mando de Jeff Fort, llegó a crear alianzas entre diferentes pandillas con fines económicos, establecer una ONG que defraudó millones de dólares al gobierno federal estadounidense y hasta negociar con autoridades libanesas un atentado terroristas en contra de EE.UU., en la Década de los Ochenta.
Según opiniones públicas de diferentes abogados de reconocida trayectoria, el incremento de penas establecido en la reforma originalmente impulsada por los diputados, no choca con otras disposiciones legales, pero su ejecución podría violar, en ciertas situaciones, principios jurídicos que rigen el marco legal salvadoreño. Consecuentemente, su implementación es jurídicamente viable, siempre y cuando se delimiten las circunstancias de su ejecución. Es necesario que el uso de menores se considere como un eje estratégico de las pandillas y se ataque consecuentemente, empezando con la aprobación de esta reforma y continuando con diferentes iniciativas, que conviertan esta práctica pandilleril en algo poco atractivo y altamente castigado.
elsalvador.com :.: El uso de menores como estrategia pandillera y el veto
Es que el ser pandillero es ya un castigo! Los cipotes no se convierten en asesinos llenos de felicidad o por que les guste. Ellos to toman ese camino por que concluyen que es el mejor camino a seguir. Lo hacen porque no ven otra alternativa mas que la que su entorno proximo les ofrece.
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