Se pretende lograr un plan de apoyo en la línea del Plan Mérida y del Plan Colombia, ya que la vulnerabilidad estratégica del istmo centroamericano hace prácticamente imposible que se pueda luchar en solitario contra el flagelo creciente del crimen organizado...
Escrito por Editorial.23 de Julio. Tomado de La Prensa Gráfica.
Se realizó en San Salvador, por iniciativa del Presidente de El Salvador, una sesión extraordinaria del SICA, con el propósito explícito de replantear la integración centroamericana en función de las realidades actuales, tanto de nuestra subregión como de cada una de las naciones que constituyen el sistema. Consideradas las intenciones expuestas y las declaraciones concluyentes, se trata más de un replanteamiento que de un relanzamiento. Este giro representa no sólo un nuevo énfasis sino también, y muy significativamente, un nuevo enfoque de lo que debe ser la integración: un mecanismo que no responda a idealismos circunstanciales, sino a la necesidad realista de integrarnos para llegar a ser el sujeto que nos corresponde ser, en estos tiempos en que lo global es un espacio interactivo abierto para todos los que estén dispuestos a trascender creativamente todas sus fronteras tradicionales.
Los problemas son ahora los protagonistas de la acción, en todas partes. Prueba de ello es el dinamismo que prevalece en los más altos niveles del poder mundial, como puede verse en las iniciativas que emanan del G-20, una estructura con tendencia natural a expandirse. Es cierto que hay similitudes y diferencias entre nuestros países, como ha sido siempre; lo distinto ahora es que la integración no se está buscando por encima de ellas, sino a partir de ellas.
Al iniciar la nueva tarea, los países que la suscriben –que por el momento no son todos, porque la ausencia de Nicaragua es más que simbólica– le están apostando a la acción que conduzca a resultados verificables, no sólo a los gestos ocasionales, como viene siendo lo de cajón. Veremos si el tiempo confirma las intenciones manifestadas, porque lo que sí es cierto desde ya es que los problemas se vuelven cada más comunes, y por ende, como tales, se integran por su cuenta.
LAS URGENCIAS NOS JUNTAN
En esta Cumbre se ha puesto el índice sobre cinco problemas mayores, como son la lucha contra la criminalidad, la defensa frente a las vulnerabilidades ambientales, la cuestión económica, la cuestión social y el desarrollo institucional. En lo que toca al primero de esos temas, surge un Plan de Acción que ojalá responda de inmediato a las necesidades que tanto apremian. Se pretende lograr un plan de apoyo en la línea del Plan Mérida y del Plan Colombia, ya que la vulnerabilidad estratégica del istmo centroamericano hace prácticamente imposible que se pueda luchar en solitario contra el flagelo creciente del crimen organizado, ni aun en forma integrada.
Muy importante ha sido, además, contar de entrada con el apoyo al máximo nivel tanto del BID como del Banco Mundial. Esto indica que las condiciones del imperativo para hacer algo sustancial están dadas y son reconocidas suficientemente como tales, tanto desde el interior de la subregión como desde el exterior en el tema de los debidos sustentos financieros. Porque lo determinante será que se vaya caminando de veras por una senda de realización efectiva.
En los meses siguientes se tendrán constataciones mucho más precisas sobre lo que podría esperarse en los hechos de este replanteamiento estratégico de la integración del área. Como bien se ha dicho en la Cumbre, se requiere una participación decidida de los respectivos pueblos. No puede ser un mero trabajo de cúpulas. Y algo que hay que destacar es el liderazgo que en toda esta dinámica tiene El Salvador, con el empeño que pone el Presidente de la República. Hay, pues, razones sobradas para saludar este afán en común como un signo positivo de los tiempos.
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