Escrito por José Adolfo Torres.24 de Julio. Tomado de La Prensa Gráfica.
Oposición y discusión ha generado la iniciativa de ley, aprobada por un grupo de diputados de la Asamblea Legislativa, al decretar la lectura obligatoria de la Biblia en centros de enseñanza. La oposición viene de la institución que menos esperaba la población, la jerarquía de la Iglesia católica; y su discusión de sectores liberales, intelectuales y algunos pocos conocedores de la sagrada escritura.
La jerarquía de la Iglesia ha expresado su rechazo al decreto porque quebranta el libre ejercicio de culto consagrado en el artículo 25 de la Carta Magna. Tal postura, aparte de no compartirla por mi formación de jurista, contrasta con el sentir y pensar de la población. El Centro de Investigación de la Opinión Pública Salvadoreña (CIOPS) en reciente encuesta afirma que el 86% de los salvadoreños está de acuerdo con que se apruebe la ley. El 90% de la población aprueba que se lea la Biblia en las escuelas. El 68% dice que la posición de la Iglesia católica es incorrecta; y que vetar el decreto solo lo aprueba el 13.5%.
En estas páginas hemos podido conocer el pensar de académicos, maestros, políticos, que se oponen a tal iniciativa con argumentaciones que van desde un esfuerzo de raciocinio hasta llegar a falacias, que desorientan e introducen temor en la población. Estos racionales contrastan con hombres y mujeres que han dejado huella indeleble en la humanidad, Immanuel Kant decía: “La existencia de la Biblia como texto para el pueblo es el más valioso bien que posee el género humano. Todo intento de menospreciarla constituye un crimen contra la humanidad”. Thomas Jefferson: “Siempre he dicho, y siempre diré que la lectura cuidadosa y diligente del Libro Sagrado produce mejores ciudadanos. La Biblia produce las mejores personas del mundo”. Abraham Lincoln: “Creo que la Biblia es el mejor don que Dios jamás haya dado a los hombres”. Gabriela Mistral: “La Biblia es para mí el libro. No veo cómo puede alguien vivir sin ella”.
La Biblia no es un libro religioso, ni que admite confusión, sino es palabra escrita inspirada por Dios. Es el libro mayormente traducido en más de dos mil idiomas, en los últimos mil seiscientos años. Contiene una riqueza inigualable e inagotable de conocimiento y sabiduría, es útil para enseñar, reprender, corregir y educar en una vida de rectitud, para que el hombre esté capacitado y preparado para hacer el bien.
Desde niño se me inculcó, en casa y en el colegio, el amor a Dios, el respeto a él, a mis padres, y semejantes, así como virtudes de honradez y decencia. Estos valores y preceptos morales deben ser reivindicados en nuestra juventud que se encuentra en grave peligro.
Comparto dos citas bíblicas, que tomará menos de siete minutos leerlas, pero que dejan profunda enseñanza: Hebreos 4:12 “Porque la palabra de Dios tiene vida y poder. Es más aguda que cualquier espada de dos filos, y penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta lo más intimo de la persona; y somete a juicio los pensamientos y las intenciones del corazón”. Salmo 1: 1-3: “Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni va por el camino de los pecadores, ni hace causa común con los que se burlan de Dios, sino que pone su amor en la ley del Señor y en ella medita noche y día. Ese hombre es como un árbol plantado a la orilla de un río, que da su fruto a su tiempo y jamás se marchitan sus hojas. ¡Todo lo que hace, le sale bien!”
Presidente Mauricio Funes, tiene usted la palabra.
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