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2010/07/18

LPG-La alegría de rectificar

 Escrito por Kalena de Velado.18 de Julio. Tomado de La Prensa Gráfica.

Hace unas semanas creía que era buena idea lo de leer la Biblia por obligación, pero he rectificado mi posición después de oír nuevos criterios y argumentos de autoridades jurídicas, académicas e intelectuales, quienes señalan que son más las desventajas que los beneficios, ya que ven en esta iniciativa de ley un resbaladizo antecedente legislativo: la injerencia del Estado en asuntos que no le competen.

Como ciudadana pienso que leer el Libro Sagrado es una acción buena por sí misma, pero ahora considero que no debe ser imperioso y menos desde el Estado. Considero que los diputados y el presidente Funes ahora también lo piensan. Por eso solicito urgentemente y de la manera más atenta que ya no se apoye el decreto que da vida a la exigencia de la lectura de la Biblia, por las siguientes razones:

1. Un Decreto que imponga la obligación de la lectura de la Biblia vulnera el derecho de los niños y las niñas a ser educados en la fe de sus padres y es verdaderamente inconveniente para la paz y la reconciliación de nuestra sociedad.

2. El Estado no tiene competencia para educar en la fe a la niñez. Es competencia de sus propios padres educar a sus hijos e hijas en la fe. Al Estado le corresponde garantizar este derecho por mandato de la Constitución de La República, que dice en el artículo 25: “Se garantiza el libre ejercicio de todas las religiones, sin más límite que el trazado por la moral y el orden público”. El mencionado decreto es contrario a dicho artículo de la Constitución.

3. Para leer con fruto la Biblia se necesita un ambiente de fe, el cual no existe en la escuela pública.

4. La lectura de la Biblia hecha por obligación y sin fe es una falta de respeto a Dios y no produce los beneficios esperados.

5. La Palabra de Dios exige explicación para que Su lectura sea bien entendida. Los maestros y educadores miembros de gremiales educativas y centros escolares han expresado que no se sienten preparados para hacerlo. Y aunque se les preparara el mencionado decreto prohíbe explicación alguna.

6. La Palabra de Dios es buena en sí misma, pero leerla por exigencia legislativa es una tentación a provocar más división y luchas religiosas, que no necesitamos en este momento. Tampoco promover la lectura bíblica obligada legalmente debe ser motivo de quedar bien con los votantes o como excusas para hacer proselitismos de cualquier agrupación o agrupaciones religiosas. Evangélicos como católicos han visualizado los riesgos, especialmente la sabiduría de la Iglesia Católica, que con 2000 años de experiencia sabe reconocer y evitar conflictos entre la familia de cristianos de diferentes de nominaciones.

7. Como alternativa, se podrían establecer políticas públicas para fortalecer a la familia, promover la vuelta de la materia Urbanidad, Moral y Cívica (me apunto en la comisión) y fomentar escuelas para padres en las escuelas. Esto fomentaría los valores de convivencia, tan necesarios para trabajar en la prevención de la violencia y formar una cultura de paz, tomando en cuenta a los papás y mamás, y apoyándolos como encargados de la educación de sus hijos, que incluye enseñar a leer la Biblia.

Humildemente apelo a que sea vetado el decreto y lo hago como una simple ciudadana que apoya una cultura de legalidad, haciendo un llamado a no provocar divisiones innecesarias en la sociedad. Me da alegría escribir esta columna rectificando mi opinión con la esperanza de sembrar unidad, armonía y paz en nuestro amado El Salvador.

La alegría de rectificar

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