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2010/07/01

LPG-Hay que mantener la racionalidad internacional

 El mejor ejemplo de la racionalidad que debe mantenerse es la posición salvadoreña en el caso de Honduras. Ni Centroamérica ni América Latina pueden quedarse encerradas en el capricho zelayista, que por supuesto no es serio ni lleva a ninguna parte.

Escrito por Editorial.01 de Julio. Tomado de La Prensa Gráfica.

Una de las áreas en las que la actual Administración se muestra más consecuente y consistente es el área internacional. Lejos de sumarse a alineamientos radicales o de hacer giros de corte efectista al gusto de la galería, esta Administración viene manifestando un realismo muy plausible, que es lo que se requiere en los momentos actuales, tanto del país como del mundo. Dadas las condiciones de la realidad, lo indicado es la prudencia y el buen tino, porque las extravagancias se pagan siempre muy caras, y más cuando los intereses nacionales y los acontecimientos internacionales no admiten salirse sin graves consecuencias de los márgenes estrictos de la sensatez.

Desde un principio, el Gobierno en funciones le dio la importancia que tiene a nuestra relación con Estados Unidos; y esto abre más espacios de cooperación a la vez que preserva la normalidad en beneficio de los millones de salvadoreños que trabajan y viven allá. Habría sido un disparate histórico entrar en el jolgorio “antiimperialista”, que si en el pasado pudo montarse en una estrategia ideológica que le hacía una apuesta fuerte a su predominio, hoy está en el puro orden de las gesticulaciones de histrionismo callejero.

El mejor ejemplo de la racionalidad que debe mantenerse es la posición salvadoreña en el caso de Honduras. Ni Centroamérica ni América Latina pueden quedarse encerradas en el capricho zelayista, que por supuesto no es serio ni lleva a ninguna parte. Y Centroamérica menos aún. Hasta el Presidente Ortega ya no es capaz de dar la cara en su temor a malquistarse con sus “aliados” del “socialismo” sureño. Hoy se esconde para que no se trate el tema de la reincorporación plena de Honduras al seno de la institucionalidad subregional.

Un mundo marcado por el realismo

Aunque desde luego muchas de las cosas que pasan en el mundo actual sean y de seguro seguirán siendo irreales y arbitrarias, es cada vez menos cuestionable que hay una onda realista que se va disparando por todas partes. La crisis global de nuestros días, que arrancó con fuerza en los grandes centros del poder económico y político, demuestra a las claras, y con creciente poder de evidencia, que ya no se puede seguir bajo el imperio de los artificios, sean ideológicos, fundamentalistas o de crudos intereses egoístas. La multipolaridad en marcha es un buen signo de ello. ¿Quién hubiera pensado, por ejemplo, hace sólo unos años, que se estableciera un grupo como el G-20?

Y si el realismo ya no es opcional sino inevitable, todos tenemos que entrar en esa línea, sean cuales fueren las resistencias por vencer y los obstáculos por superare. De seguro las peores resistencias vendrán de las viejas y bien arraigadas formas mentales, y los más difíciles obstáculos provendrán de los intereses que se han lucrado, en tantos sentidos, del manejo prepotente del poder, en todas partes.

El mantenimiento de la racionalidad a la que nos referíamos al principio constituye una tarea que debe ser asumida por todos, comenzando por las mismas fuerzas políticas, que, dentro de sus diferencias naturales y legítimas, están en el deber de regirse, tanto en sus idearios como en sus actitudes y estrategias de acción, por los mandatos de la realidad y no por el trasnocho de ideas ya caducas, sean del color que sean.

Hay que mantener la racionalidad internacional

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