Pedro Roque.25 de Julio. Tomado de El Diario de Hoy.
Una de las frases que me fascina del Chavo del Ocho, personaje entrañable y ocurrente al sincronizar las cosas que pasan en su vecindad, es cuando dice: "Fue sin querer, queriendo", y con eso justifica todo y según él, está disculpado.
La otra que me da risa es cuando, sintiéndose incomprendido por los mayores, reivindica: "Es que no me tienen paciencia". Y por último, cómo llora después de los coscorrones, que dolido exclama: pi pi pi pi pi , y se refugia en su barril.
Con todos los respetos y el único deseo de reflexionar sin perder el buen humor, es que visto desde afuera --y son miles quienes leen los periódicos salvadoreños en Internet--, este, nuestro país, se parece un poco a la vecindad del Chavo. Amigos de otros lugares que conocen El Salvador opinan, y quizás tengan razón, que a veces damos risa.
En Madrid, entre la estación de Atocha y la de Chamartín hay un túnel tildado el "túnel de la risa", porque se parece mucho al "tubo de la risa", una atracción ferial de hace muchos años. Pues aquí, es el bulevar Diego de Holguín, que podría llamarse el "bulevar de la risa", pues sólo sabemos cuándo lo iniciaron, lo que se pagó y a esta fecha aún no está claro, cuál es el avance, cuánto se invirtió, cuánto se malgastó, cuánto costará, quién lo finalizará y cuándo lo podremos utilizar.
Y la expresión del Chavo: "Fue sin querer queriendo", se puede poner al transfuguismo de diputados y concejales municipales, los registros a casas particulares sin orden judicial, la defensa de los desórdenes callejeros, cubriéndose con la manta de los derechos humanos y el freno de mano del sistema financiero, que no afloja el dinero y que, sin querer queriendo, frena al pequeño inversor salvadoreño y con esto también la inversión internacional.
La contracción de mercado, que dicen algunos economistas, se puede abrir si hay inversión, pero si las esperanzas para el crecimiento están puestas en que subirán las remesas, seguiremos siendo pocos productivos, pues aquí las remesas se pulverizan en consumo, no se invierten.
Y el lamento del Chavo, desesperado, "Es que no me tienen paciencia", es aplicable al endeudamiento continuo del gobierno; al MOP con al crecimiento galopante de las cárcavas, hundimientos y cráteres en las carreteras y a los vendedores ambulantes con el reordenamiento de las ventas en la calle.
Pero lo que sí, y en serio, siento que es una obligación municipal y gubernamental, es encontrar una solución viable para los vendedores ambulantes, por lo menos hasta que empiece a funcionar la fábrica de empleos, pues al final, son excelentes "micro-autónomos", capaces de generar el 60% y 80% de utilidades diarias, para vivir, educar a sus hijos, pagar renta e intereses diarios del 20% y 25%. ¡Ya quisieran muchas empresas tener una fuerza de venta con esas habilidades!… ¿O no?
Bueno...Pues ojalá que ya no pasen más cosas tipo: "fue sin querer queriendo", que "le tengamos paciencia a los que deciden" y como pueblo, el sufrido Chavo, no nos den muchos coscorrones y además, después nos pasen las facturas.
Comentando sobre el Chavo con mis amigos, uno me preguntó: ¿Sabes qué le dijo un diputado a su compañero cuando le propuso cambiarse de partido? ¡No te metas con esa chusma!
Pues eso… Pásela bien y descanse.
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