Mario Vega.02 de Junio. Tomado de El Diario de Hoy.
Debido al impacto que produjo en la sociedad se le llegó a conocerse como la tragedia de la Colonia Málaga al, entonces inusual, desbordamiento del Arenal Montserrat, que arrastró un autobús con personas de todas las edades que volvían a sus hogares después de celebrar su fe en la Iglesia Elim. Un total de 32 personas fallecieron esa noche del 3 de julio de 2008 y solamente un joven, entonces de 16 años, sobrevivió para contar lo sucedido dentro del autobús en los dramáticos y angustiosos minutos finales.
El elemento fundamental del desborde fue la depredación del medio ambiente que ha provocado que las escorrentías de aguas lluvias se incrementen de manera excesiva, sobrepasando la capacidad del sistema de drenajes de la ciudad. La tala de árboles y las construcciones en las zonas de El Espino y de la Cordillera del Bálsamo derivan las aguas lluvias hacia las partes bajas y más antiguas de la ciudad, provocando inundaciones cada invierno.
Con respecto al caso, la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos emitió su Informe Especial Ref. SS-0487-08, en el cual, establece la responsabilidad del Estado salvadoreño respecto a las violaciones a los derechos humanos a la vida, a la integridad personal, al deber de adoptar medidas para la prevención del riesgo y al derecho a la información adecuada, oportuna y suficiente, por la falta de medidas de prevención y mitigación, de declaración de alertas tempranas y por la no actuación oportuna en la emergencia. Sobre la anterior base, emitió diversas recomendaciones. En lo que atañe al Estado Salvadoreño, recomendó reparaciones materiales, atención psicológica, el perdón público y el conocimiento de la verdad de los hechos, la no repetición de los mismos, el establecimiento de responsabilidades, el acceso a la justicia y obras en beneficio de las comunidades afectadas.
A dos años de la tragedia, ninguna de las recomendaciones ha sido acatada. Ni las relativas al Estado ni las emitidas a otras instituciones públicas y al gobierno local de San Salvador. Algunas de esas recomendaciones, como la de realizar las obras que aseguren que los hechos no vuelvan a repetirse, demanda una considerable inversión económica que, después de las tormentas Ida y Agata hace que su ejecución no se vislumbre tan inmediata.
Pero existen otros elementos de fundamental importancia que no requieren mayor inversión sino solamente voluntad y sensibilidad humana. Uno de esos elementos es el reconocimiento de la dignidad de las víctimas, sobre todo, porque la tragedia ocurrió en un contexto de tensión política que movió a funcionarios a expresarse, reiteradamente, de manera despectiva e irrespetuosa de las víctimas y de sus familias, sin reparar en que la posición de la iglesia fue fundamentalmente de carácter ético y no política partidaria.
Cuando no existe el respeto hacia la persona humana y al carácter sagrado de la vida, todos terminamos perdiendo. Quien deshumaniza a otras personas infligiéndoles sufrimiento y daño se deshumaniza a sí mismo. Esa es una de las razones del por qué nuestra sociedad se encuentra sumida en la vorágine de violencia actual. Si los que ocupan posiciones de responsabilidad y de servicio no demuestran sensibilidad y respeto hacia sus congéneres, no podemos esperar que los jóvenes hagan aquello para lo cual no poseen modelos.
Las reparaciones morales, la solicitud de perdón y el tomar en serio el caso judicialmente, serían aspectos que contribuirían decisivamente al esfuerzo de reconciliación nacional que el país tanto necesita. Solamente así se alcanzará el gran propósito de una sociedad reconciliada y en paz consigo misma, con Dios y con la Creación.
elsalvador.com :.: A dos años de la tragedia en la Colonia Málaga
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