José Roberto Ramírez.03 de Julio. Tomado de Co Latino.
De todos es muy conocido lo afectado que en términos ambientales estamos, y no es para menos, ya que en la escala global nos posesionamos en los peldaños de los países con más crisis en el medio ambiente, ocasionada no solo por la contaminación, sino principalmente por la deforestación desmedida que se ha practicado siempre, y que cada día queda más evidenciado en el cambio climatológico que se está experimentando.
Es una triste realidad, que nuestra política educativa siempre ha sido muy endeble, superficial y poca interactiva en enseñar e inculcar una conciencia ecológicamente robusta; y que ya adultos, nos tropezamos con la cruda contradicción y la doble moral del sistema, de que el progreso es mas prioritario que lo ecológico. De tal manera, que en los últimos gobiernos, la siempre raquítica política ambiental ha estado subyugada al ambicioso e inhumano poder económico.
No es que se esté en contra del progreso y la creación de infraestructuras, (abro paréntesis para que separemos: una cosa es el famoso bulevar que nunca se termina y otra, las construcciones de grandes mansiones bajándole la falda a nuestro insigne volcán), pero sí estamos en contra del engaño practicado, cuando las medidas o acciones de compensación ecológicas que deben ir a la par del “progreso”, quedan como un engaño mediático y teórico para todo el país, y posteriormente engavetadas, de donde nunca más vuelven a salir a la luz pública.
Lo que sí es imposible de disimular u omitir, es la tremenda vulnerabilidad nacional que tenemos y que se refleja en los daños y sufrimientos de la siempre dañada y sufrida clase pobre, víctima - por poner un ejemplo- de inundaciones y desbordamientos causados por el invierno…
Pero en esta oportunidad, no quiero referirme de manera directa al monstruoso problema del cual hago una breve reseña. Quiero mencionar las acciones pequeñas, pero básicas, por las cuales deberíamos empezar –de manera individual y colectiva- a cuidar nuestro diezmado medio ambiente.
Normalmente, una lista de sugerencias empieza con lo que sí se debe hacer, por parvulario ejemplo: cuidar y regar en horas de la tarde las plantas de nuestra casa, con el fin de que el agua utilizada sea absorbida sin el riesgo de ser evaporada por la luz solar. Pero no voy a continuar con una infantil lista, que hipócritamente nos enseña a hacer lo que es una obligación; que superficialmente nos quiere injertar una conducta, que con un mínimo sentido común o inteligencia instintiva, deberíamos de tener como un accionar innato, colectivo, institucional, gubernamental e individual.
Quiero recalcar lo que no debemos hacer, y el ejemplo más sonoro lo ha estado aportando la Alcaldía Municipal de San Salvador: primeramente, con la intención más propagandística que funcional, se derribaron árboles antiguos en la plaza El Salvador del Mundo.
Podemos pensar – un instante como niños-, y meditar en el tiempo que se necesita para que un árbol llegue a la magnitud de los que fueron derribados en la mencionada plaza, con el so pretexto de una política de ornato de parques en San Salvador. ¿Acaso el señor alcalde, no podrá tener un instante de infantil humildad y ponerse a pensar que un árbol se debe apreciar no solo por su ornato, sino por su edad, por su historia y sobre todo, porque son viejos amigos, seres que nos dan oxígeno, vida diversas y equilibrio existencialista?, ¿acaso el señor alcalde ya olvidó las lejanas y parvularias enseñanzas al respecto? Y luego, lo que denunció en primera plana el Diario Co Latino el día 30 de septiembre del año recién pasado: “Norman Quijano tala los árboles en la Plaza Gerardo Barrios”.
Francamente no fue mantenimiento, como sostuvo –en representación de la alcaldía- el señor Héctor Sermeño, asesor del Patrimonio Histórico del Centro Histórico (perdonemos la redundancia), sino que fue, para los ojos cotidianos y sencillos de la ciudadanía, un verdadero atentado contra los árboles, que al final los dejó sin ninguna hoja. Fue un suicidio ecológico, pues hasta un niño sabe que en vital porcentaje, los árboles a través de las hojas viven y respiran. El tiempo lo certifica y podemos apreciar uno de ellos que se secó gracias a la famosa política de ornato de parques en San Salvador.
Y el “bombazo del momento”: La Alcaldía de San Salvador, vuelve a embestir nuevamente a la Plaza las Américas o Plaza El Salvador del Mundo, aniquilando totalmente la apariencia vegetal existente, para convertirla en una plaza de concreto inhóspito, hasta que los supuestos árboles de maquilishuat a plantar, lleguen a su adultez.
Interrogantes, conclusiones e hipótesis surgen en torno al por qué la Alcaldía inicia este proyecto poco humano, una inversión de infraestructura innecesaria, cuando lo que más se necesitan son proyectos de índole social; y que toda persona con tres dedos de frente lo considera más bien antiecológico que de ornato o mantenimiento, como suelen llamarle ellos. Deducciones y teorías que a continuación detallo:
1.- Los tradicionales chanchullos: Cualquiera puede pensar, en la parte económicamente oscura que todo proyecto de remodelación y ampliación conlleva. El contrapeso de este planteamiento, es considerar las tan acostumbradas prácticas de gobernantes anteriores, cobijados con la misma bandera del actual alcalde.
2.- El ahorro de dinero con fines indefinidos: Se podría pensar también, en la iniciación de una política de ahorrar lo que realmente cuesta el mantenimiento que se tiene que dar a un parque: La planilla de sueldos de empleados jardineros, herramientas, factura fija de fertilizantes, la cuenta del consumo de agua, transporte, etc.; gastos fijos que desaparecería, si en vez de grama y jardines extensos existen la capa insensible de concreto; medida que termina reduciendo los pocos lugares públicos con vegetación que oxigenan la ciudad, y que ocasionaría más desempleo para las personas que actualmente laboran en esas áreas. El contrapeso de este planteamiento, es el sencillo juicio de que una plaza sin grama, sin plantas, obviamente no necesita el mantenimiento de una que sí las posee. Y
3.- La revancha política: En este sentido, esperaríamos como ciudadanos con derechos iguales al del señor alcalde, que la Alcaldía no continué con el accionar, de negarle a la ciudadanía el amigable y bondadoso frescor de un árbol o el verdor refrescante, para los ojos y el espíritu, de la grama, del follaje; o tendríamos que ponernos a pensar, que éstas últimas acciones, se efectuaron subliminalmente en objetivos determinados, para liberar la frustración y convertirla en una revancha política, más que el cumplimiento de un accionar genuino de mantenimiento y ornamentación…A costa de alterar drásticamente lo poco verde y vivo que tenemos en la ciudad… Y en esta tónica, con facilidad se concluye, que el sentimiento nacionalista del señor alcalde, se siente perturbado porque frente a la plaza del Salvador del Mundo, se encuentra el busto de monseñor Romero, que por cierto, en horas nocturnas luce sin iluminación.
Esta hipótesis tiene también su fundamento y contrapeso, considerando la recién decisión de cambiarle el nombre a nuestro remoto y querido boulevard Venezuela. Solamente en esta lógica, comprenderíamos el excesivo mantenimiento a la plaza Barrios, por ser ésta un punto de referencia y de concentración masiva, principalmente desde que Schafik, en representación del FMLN fundó su tan popular Tribuna Abierta, con la finalidad de informar sobre la realidad política del momento y para estar, de primera mano, en verdadero contacto con el pueblo.
Ojalá la presente teoría sea un error, una mala percepción de los acontecimientos o una total coincidencia, como tantas otras de las que suceden solo en nuestro país. De lo contrario pongámosle, desde ya, el ojo al Parque Bolívar, digo, por lo Bolivariano…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.