Ramón D. Rivas.03 de Julio. Tomado de Co Latino.
El jueves 24 de junio, el Museo Universitario de Antropología de la Utec, inauguró, en su sala temporal, una singular muestra plástica del maestro nacional Miguel Ángel Ramírez. Sobre esta exposición quiero compartir mis impresiones con ustedes amigos lectores.
En primer lugar la exposición museográfica es espectacular y no exagero, la misma estuvo a cargo del museógrafo Leonardo Regalado. Se editó además un catálogo que estuvo a mi cargo pero el arte del mismo fue elaborado por Rita Araujo de Meléndez. Treinta y seis obras son las que se muestran al público. Y es que en la obra del maestro Miguel Ángel Ramírez se aprecian dos facetas; una abstracta que es cuando inicia su carrera como artista plástico y la otra bastante figurativa.
Este hecho se vuelve interesante pues el maestro sabe combinar estas dos facetas, y esto se aprecia en la exposición. El maestro es de la opinión que el sólo hecho de haberse formado en la década de los años 80‘s, y precisamente en momentos históricamente tensos, él nunca reflexionó que el trabajo que hacía se identificara con una tendencia o faceta específica.
Es más, el maestro afirma que él sólo pretendía “sumarse a una sociedad sedienta de valores más humanos” y me dijo; “el dramatismo de la época desmitificaba la estética de lo bello, eran momentos macabros”.
A demás, el maestro como que es consciente que, en consecuencia, su obra, responde a ese momento histórico del país. Pero, nosotros los que apreciamos el trabajo artístico de este singular artista plástico nos preguntamos, por lo menos yo, ¿a qué escuela pictórica Ramírez le apunta más; es al abstracto o es a lo figurativo? Sobre todo si nos fijamos en la obra que la exposición ofrece.
Pero el maestro es categórico al afirmar y lo manifiesta de la siguiente manera; “sigo intentando, con oficio y trabajo, fusionar ambas propuestas, ojalá que en el futuro, esto sea una lectura positiva en mi obra”.
Y es que en la obra del maestro, hoy en día, es común apreciar rostros de niños con ojos desmesurados que, a su vez, reflejan inocencia, pero también mucha tristezas y hasta melancolía y la respuesta del maestro ante esta mirada es que él sigue con la utopía de encontrar en el adulto el épico niño que fuimos, y dice; “sigo con la conciencia puesta de encontrarlo en la esquina de cualquier ciudad o en el semáforo en rojo de la miopía”.
Y es que pareciera que para el maestro Ramírez la tristeza ha sido una respuesta en el arte; sentir, sacar todo. Reflexionado sobre la obra del maestro Ramírez visualizo al arte como un medio de inspiración concretizado que es a su vez, simple pero, al mismo tiempo, complejo porque apunta, en el caso de ser espectador, a generarte emociones que quizá grafican lo que uno no sabe cómo ver, y en el caso de ser artista, de canalizar las emociones propias. Es como que por ello, el arte es sangre, es sol, es brote, es nutriente, es psicología, matemática, vibración pura, reflexión, estudio, una base sólida... simplemente vida y por ello no hay que buscar más en la obra del maestro Ramírez.
Por lo menos así es como yo lo considero. Pero el maestro es claro al afirmar que, en su visión como artista plástico, la incidencia en la sociedad salvadoreña la ha tenido de Salarrué ya que se trata de un connotado artista que supo, con su obra, tanto literaria como plástica, lograr llegar a ser una lectura de un país. Entonces, la obra del maestro Ramírez a eso va, y lo reafirma su incansable labor en no solo en crearlo sino en promoverlo, en estimular a otros, en buscar en el arte la reafirmación del yo como salvadoreño, como ser humano.
Es que la obra de Miguel Ángel Ramírez expresa, no solo tristeza como muchos lo afirman sino que a su vez impregna esperanza, expresa el sueño horrible del que duerme y que tiene que despertar. Es obra que debe ser vista y analizada desde las oposiciones binarias. Es como que la obra del maestro persigue crear después de la derrota la primavera que todo ancianos.
Y con ello quiero decir; la paz, en esa sociedad más humana, sin prejuicios, de jóvenes y viejos aprendiendo el uno del otro aunque no parezcas así, pues siempre se ha creído que solo de los mayores se aprende, la realidad hoy en día demuestra lo contrario. Los colores y estilo que muy bien los sabe combinar son chillantes y variados que no solo encienden el espíritu de quienes los observamos sino que a su vez incitan a buscar más.
Es obra también para el disfrute. La apreciación de de este singular artista sobre el momento actual de la plástica en nuestro país es que los recursos actuales para difundir el trabajo creador son positivos sumando a esto el apoyo que viene brindando la Empresa privada en eso de apoyar iniciativas de los que trabajan en Arte. Sin más para el maestro, Panchimalco, el lugar en donde desarrolla su obra en colectivo, es un remanente del señorío de Cuscatlán, su geografía que dice mucho y a la vez es inspiradora.
Pero, aparte de la historia vivificada en sus actuales pobladores en sus tradiciones que son un insumo vital para la esencia de nuestra identidad, permiten al maestro reflexionar constantemente y auto exigirse para crear y con ello hacer cada vez mejor su trabajo.
En buena hora la Universidad Tecnológica de El Salvador se honra en ofrecer al país en su Museo Universitario de Antropología el trabajo del maestro Miguel Ángel Ramírez.
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