Escrito por Ivo Príamo Alvarenga. 07 de Abril. Tomado de La Prensa Grafica.
El presidente Funes ha manifestado que sus referentes como gobernante serán Luiz Inácio Lula da Silva y Barack Obama. Veamos qué posibles consecuencias acarrearía seguir el modelo del primero.
1. Ni odios ni rencores. Como recordé en el artículo anterior, el presidente brasileño nació y creció en la pobreza, en una dura pobreza. En su casa del nativo Nordeste, la comida diaria era una masa de frijoles con harina; el desayuno, de harina con café; el arroz lo probó como medicina, una vez que se enfermó del estómago; la carne era de animalitos silvestres que cazaban él y sus hermanos. Cuando emigró al Sur, carne no comían nunca; el plato cotidiano era sopa de frijoles con fideos. Trabajó como lustrabotas, tintorero y vendedor de golosinas, hasta que por un golpe de fortuna y la constancia de su madre se volvió “profesional”, tornero mecánico.
Sin embargo Lula afirma que la suya fue la infancia de un niño pobre, pero un niño que tenía el mundo a sus pies. Era, dice, una vida más feliz que la de los niños de hoy. Todo lo que no tuve ellos lo tienen, pero no tienen la libertad que yo tuve. El amor innato y persistente por la libertad es una de sus características.
En tales condiciones de pobreza o en su posterior posición de líder sindical, manifiesta que no cree haber tenido “conciencia de clase”, que se preocupara por las diferencias sociales.
La única vez que confiesa haber tenido furia e indignación fue cuando encarcelaron y torturaron a uno de sus hermanos, militante clandestino del partido comunista, quien trató de que Lula lo fuese también sin conseguirlo. Este estuvo preso también por sus actividades sindicales, sin que guarde resentimiento contra sus carceleros; al contrario, habla muy bien de uno de ellos.
Eso es lo que más debe inspirar a Funes, la fe en la libertad y la ausencia de odio, características que lo diferencian de aquellos líderes del FMLN que, por comunistas, profesan un hondo odio de clases y quisieran que se gobernara con esa base, como en Venezuela, detestando y persiguiendo a cualquier opositor.
2. Relaciones internacionales. En ningún aspecto ha sido Lula tan criticado como en sus relaciones exteriores.
Su falta de apoyo a los disidentes y la indiferencia a la muerte del huelguista de hambre fallecido en Cuba, así como su oposición a la condena de las violaciones a los derechos humanos en otras partes del mundo, le han sido criticadas por asociaciones como Human Rights Watch. Como respuesta el gobierno alega que mantiene una política de no intervención en los conflictos internos de otros países, pero se le contra rebate señalando la forma contundente y equivocada en que se entrometió en Honduras. También se le ha reprochado su cercanía con el tirano iraní Ahmadinejad.
En cambio Funes ha mantenido una diplomacia mesurada e independiente, no obstante las presiones que soporta para comprometerse en iniciativas tan discutibles como ALBA.
3. Política económica y social. En la primera, Lula ha mantenido lineamientos similares a los de sus inmediatos predecesores y acérrimos rivales como Fernando Henrique Cardoso, habiendo incluido en su gobierno a poderosas personalidades de la derecha. En la segunda ha establecido programas de gigantescos alcances y rotundo éxito.
Funes en cambio se ha mostrado vacilante en materia económica aunque nadie podría criticarle por mantener lineamientos similares a sus predecesores. En lo social, también ha mantenido programas preexistentes, aunque ha creado nuevos y se supone que habría de implementar los que ofreció en su campaña.
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