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2010/04/30

Co Latino-La herencia de nuestros antepasados es el patrimonio cultural de nuestro país (Parte 4) | 30 de Abril de 2010 | DiarioCoLatino.com - Más de un Siglo de Credibilidad

Escrito por Ramón D. Rivas. 30 de Abril. Tomado de Diario Co Latino.


He venido recalcando, en las entregas anteriores, que nadie va a proteger nada ni mucho menos apropiarse de algo si no se le ha enseñado previamente lo que es. Eso implica que, en nuestro caso concreto, la educación y los medios de comunicación tienen una obligación fundamental en la promoción y difusión del patrimonio cultural de los salvadoreños.
Es necesario que la población y las autoridades tomen en cuenta que dicho patrimonio se encuentra diseminado en todo el territorio nacional y que es material e inmaterial y que pertenece al pasado, al presente y al futuro y que va más allá de las visiones limitadas que se han venido ofreciendo.
Quiero, en esta ocasión, preguntarme y a la vez responderme: ¿Cómo se destruye el patrimonio cultural de la nación? Este se destruye, práctica, directa e indirectamente, por la acción humana. El más claro ejemplo de la destrucción directa es el saqueo que se presenta en los sitios arqueológicos e históricos de nuestro país —en unos más y en otros menos—,  removiendo la tierra y eliminando vestigios en busca de piezas arqueológicas, borrando las evidencias, los contextos y las asociaciones. La gente que hace eso,  no piensa lo que se está perdiendo para la concretización de la evidencia científica.
Con este tipo de destrucción los arqueólogos quedan ciegos para poder caminar libremente por el sendero de las investigaciones. El primer eslabón de esta cadena delictiva son, sin lugar a duda, los campesinos y otras personas empobreci-das, que se ven obligados a saquear y vender lo obtenido ilícitamente para sobrevivir, que no lo harían si es que no existieran los compradores o intermedia-rios de estos; luego estos compradores venden a un precio alto, por lo que pagaron una miseria, a los coleccionistas (por lo general privados), y estos se quedan con los objetos o revenden las piezas a un precio mucho más alto, por lo general,  las piezas que no son de su interés.
Parte de este delito contra el patrimonio cultural nacional también son los saqueos sistemáticos de templos católicos. A lo largo y ancho de nuestra geografía nacional muchos templos han “perdido” sus imágenes y otros objetos de carácter religioso que, en el mayor de los casos, tienen un valor incalculable desde toda perspectiva histórica y cultural. Por lo general, da la impresión de que se trata de robos  ‘por pedido’ de un cliente que pudo haber visto la pieza en el mismo sitio de donde es sustraída.
Podría tratarse también de bandoleros. Estas bandas —como se ha comprobado en otros países— son parte de una gran organización mucho más amplia y solapada, pues cubre todos los niveles de una sociedad, ya que puede implicar desde un simple campesino hasta alguna de esas personas que uno se preguntaría: ¡Cómo es posible! La otra forma en que se destruye nuestro patrimonio cultural es —como dijimos— indirectamente, como cuando descuidada-mente se destruye por falta de planificación y de consulta profesional (arqueológica), se afecta un monumento arqueológico o se edifica una presa en una quebrada sin tomarse el trabajo de verificar la existencia de sitios arqueológicos; o cuando por falta de limpieza de canales o de los cauces de los ríos estos se desbordan afectando sitios arqueológicos e históricos; o si no, cuando se destruyen sitios históricos y arqueológicos con la expansión urbana en vez de incorporarlos al paisaje urbano como elementos de nuestra historia y como centros públicos de atracción; o de la forma más inocente, como por ejemplo, cuando las escuelas y colegios organizan excursiones y recogen y pepenan la zona para sus museos escolares, o no tan inocente como cuando grupos de estudiantes de “x” carreras destruyen cementerios con el afán de apoderarse de cadáveres para sus prácticas de anatomía; o simplemente por ese afán del coleccionismo. Ahora bien, se ha preguntado usted qué pasa si se destruye el patrimonio cultural. Claro debe de quedar que el patrimonio cultural es la memoria colectiva de un pueblo. Así de sencillo. Y lo recalco: es la memoria colectiva del un pueblo.
Y me gustaría que reflexionemos en base a esta analogía. Y es que, si nosotros comparamos a un pueblo o nación como un ser humano, veremos que el país es el cuerpo y el patrimonio cultural es parte del cerebro, es la memoria consciente, que permite realizar acciones al cuerpo, de forma racional de acuerdo con los estímulos (retos) y sus interrelaciones mutuas con el medio.
Ahora, imagínese qué podría pasar con una persona que pierde poco a poco la memoria y las células nerviosas (que al igual que el patrimonio cultural es un recurso no renovable) que conforman su cerebro.
Al principio no podrá recordar el pasado (historia), y después perderá el sentido del presente al no poder identificarse y al no coordinar bien su cuerpo; y ya no recordará a qué se dedicaba en la vida cotidiana.
Al llegar a este estado —que de por sí es irreversible— le pasará que no recordará quién era, ni quién es, y perderá toda su identidad y la posibilidad de tener un futuro coherente. Además, habrá perdido toda conciencia y gobernabilidad (toma de decisiones) de su cuerpo, quedando en estado vegetativo.
En otras palabras, si nosotros perdemos nuestro patrimonio cultural (nuestra memoria colectiva) no solo nos quedaremos sin nuestra identidad nacional, sino que también extraviaremos nuestro futuro como nación. Pero ahora debemos preguntarnos: ¿Sabemos nosotros los salvadoreños quiénes somos y de dónde venimos?, ¿cuál es la identidad que nos caracteriza como los salvadoreños? Mucho más aún: ¿Sabemos qué es identidad? Continuará…

La herencia de nuestros antepasados es el patrimonio cultural de nuestro país (Parte 4) | 30 de Abril de 2010 | DiarioCoLatino.com - Más de un Siglo de Credibilidad

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