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2010/04/29

Co Latino-La palabra “incurable” limita la esperanza | 29 de Abril de 2010 | DiarioCoLatino.com - Más de un Siglo de Credibilidad

Escrito por Maximiliano( Corradi.ivanmeden@yahoo.es ). 30 de Abril. Tomado de Diario Co Latino.

Aquel que a través de la fe viva, la fe de acción, ha encontrado la vida en el Espíritu de Dios, no utilizará más la palabra «incurable», pues sabe que a través de la fe viva y con la confianza en Cristo que crece de ella, la fuente de la sanación en él, a El, Cristo, todo le es posible.
Cuando más de un especialista se encuentra en el límite de su arte curativo, se suele usar frecuentemente la palabra «incurable». Sin embargo, en Dios no hay nada incurable, pues Dios es siempre donante, siempre ayudante y sanador.
Dios, la vida, tiene no obstante en cuenta primero al alma, el cuerpo espiritual, y después a la envoltura perecedera, al hombre. ¿Quién puede saber y  quién puede decir que para esta o aquella enfermedad no hay ya ninguna esperanza? Si la fuerza del espíritu puede volverse activa, ya que hemos entregado nuestra vida a Dios, y nos basamos en Dios, entonces también nos tenemos que hacer conscientes de que Dios, la luz, primero tiene en cuenta al alma. Si la salud del cuerpo constituye un beneficio para el alma, entonces puede sanar el cuerpo.
El que observa más de cerca la palabra «incurable», es decir, sintiendo lo que realmente expresa, seguramente sentirá que esta palabra limita la esperanza.
Si se elimina la esperanza, no puede haber ningún desarrollo. El que se ata a la palabra «incurable» verá desvanecerse en él la esperanza, la fe y la confianza. Si el hombre fomenta su temor a lo que contiene la palabra “incurable”, en su mundo de pensamientos dirigirá cada vez más su atención a su cuadro clínico y a la desesperación, con lo que el miedo aumentará, creando con ello la posibilidad de que la enfermedad progrese. Con este y con otros comportamientos similares más de uno se ha imaginado ya una muerte prematura.
Con miedo y desesperación una persona disminuye sus energías anímicas y corporales.
Por el contrario, confianza y esperanza producen un despertar de las fuerzas de la vida. Ningún hombre se encuentra abandonado de forma inevitable a su enfermedad o malestar. Ninguno de nosotros es un «caso sin esperanza», que está determinado por fuerzas de las que no se puede liberar.
Nosotros mismos determinamos nuestra vida, manteniendo nuestro cuerpo en orden y permaneciendo sanos con un modo de pensar positivo, así como lo quiere Dios. Si  por el contrario, introducimos el desorden en nuestro cuerpo, con ello sufrimos.
Por lo tanto, la enfermedad es siempre un síntoma de desarmonía interna. La salud es la consecuencia de la armonía, de la armonía en nosotros mismos y de la paz con nuestro prójimo, y sobre todo con el Eterno, que vive en nosotros.
Nuevamente vale recordar: tenemos la costumbre de quejarnos de Dios o de nuestros semejantes cuando sufrimos o estamos enfermos. En realidad deberíamos quejarnos de nosotros mismos.
Nosotros mismos somos los que hemos causado la desgracia por la que sufrimos. El que vive la verdadera fe activa en la fuerza más elevada, se nutre de la fuente infinita eterna de la esperanza y de la fuerza. De ello se desarrolla la sensibilidad para lo bueno y lo que no es bueno, el claro reconocimiento de si nuestro comportamiento es positivo o es contrario a la ley de Dios.
Entonces el hombre puede tomar las decisiones y previsiones correspondientes y desde la fuente eterna de la fuerza positiva le fluyen salud, confianza en Dios y fortaleza. Un hombre que toma y se nutre del manantial de la vida, de la fuente que nunca se acaba, Dios, es inmune en gran parte a miedos, golpes del destino y a las diversas situaciones y cosas bajas y adversas que suceden en nuestro mundo.

La palabra “incurable” limita la esperanza | 29 de Abril de 2010 | DiarioCoLatino.com - Más de un Siglo de Credibilidad

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