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2010/04/28

Co Latino-El espejo de mi casa (2) | 28 de Abril de 2010 | DiarioCoLatino.com - Más de un Siglo de Credibilidad

 Escrito por René Martínez Pineda(Coordinador General del M-PROUES)*.29 de Abril. Tomado de Diario Co Latino.


Y, así, de pascua en cuaresma; de primero de enero en primero de mayo; de mito en historia; de sociología en relato; de asesinato pedagógico en buena noticia ideológica; de espejo en espejo, voy con las manos callosas de tanto amar y cuidar a los hijos, con uñas y dientes, porque la delincuencia es un monstruo insobornable que soborna policías, jueces, vigilantes y televisores; porque, más allá de la dignidad o la indignidad, quedan los hijos; quedan los augurios de justicia que, por falta de valor, no podremos ver con nuestros ojos, y eso no importa porque los verán ellos; quedan la hoguera compartida y los fusiles redentores… muy lejos. Pero, nadie es tan memorioso como para recordar todo lo que ha quedado atrás y a todos los que atrás han quedado.
Por ejemplo ¿quiénes siguen creyendo que los gringos son nuestros mejores y más desinteresados aliados? ¿quiénes recuerdan que los Estados Unidos felicitaron efusivamente, en febrero de 1932, al General Martínez por “aniquilar” -sin tapujos ni miserias- la amenaza comunista? Pero la conciencia, ese animalito herido interrumpe furioso; irrumpe y ordena la avanzada a terreno enemigo cuando se siente acorralada por los ejércitos invasores, por las mercancías danzantes, por el asesinato de maestros, o por el cinismo impune que, todavía, permite que los carros con placa nacional sirvan para asuntos familiares o etílico-moteleros.
Frente al espejo, me doy cuenta de que todos mis sueños egoístas me han dado una patada en el culo; me doy cuenta de que no he ido recogiendo ni cosechas, ni medallas, ni botines, en mi larga faena de lucha, y eso la convierte en una faena en andrajos, en un ayuno de cargos relevantes, en una insolada y desolada peregrina que hoy le está pasando la factura a mi pierna izquierda, acumulando todos y cada uno de sus intereses moratorios. Sin embargo, yo me desquito como puedo, cortándole, en un acto privado, las orejas y el rabo a mi vida irrelevante; le espolvoreo mis salaciones y mis culpas al destino… pero, la impotencia, aaah, esa guitarra sin cuerdas; esa botella lanzada al mar sin un mensaje adentro; esa manta sin consigna; ese oasis sin desierto hirviente; esa cruda y dura condena subiendo el resbaloso caracol de la rehabilitación social, o el de la movilidad social (total, son la misma cosa); ese techo roto que se llueve aunque no llueva; ese feto o simulacro de buen hombre que soy yo; ese lamentable rebuzno del estómago en mi hambre; ese faro sin mar a los pies… retina de ciego; brasa sin jarrilla de café; nido de halcones para zopes; mazorca sin dientes; pies lindos sin boca que los bese; límite de algo trascendental que se ignora que se ignora, para no turbar el leve sueño de la teoría del control social; esa insignificante libertad de expresión que me deja gemir a placer; esos genitales sin muelle donde atracar; ese adiós sin partir a ningún lado; ese segundo hoyo en la almohada que nosotros mismos hicimos, para no sabernos solos o para sentirnos bien amados; esa ignorancia que enarbolamos con orgullo erudito para que, oligárquica, legisle nuestras vidas; ese sabor a dulce mierda que por las mañanas se toma violentamente nuestra boca; ese libro sin páginas biográficas; ese ombligo no enterrado debido a la enemistad a muerte con los latifundios y con el banco hipotecario… La impotencia -quedemos con que es una guitarra que sólo canta sinfonías patéticas- un día suena repentina y fulminante inventando prójimas desnudas al alcance de mis manos, inventándome costillas a diario para sentirme útil; inventándome paternidades sublimes sin merecerlo; inventando azucenas y luciérnagas fascinantes y peligrosas para alegrar mi jardín secreto. Claro que, si yo fuese un sociólogo de respeto -bien instruido y bien hablado- no hubiese dicho “guitarra sin cuerdas”, sino que control social o estructural-funcionalismo.
Ciertamente, nada es igual a la impotencia… y el espejo, ese patético enemigo mañanero; ese albañil irresponsable que deja a medias la urgente compostura de mi esqueleto; ese apático confidente, deduce que uno está solo, sólo porque en lugar de comer se rumia; sólo porque en lugar de dormir se hace posta para no ser sorprendido por el río desbordado. En cambio, las mujeres cuando nos aman a pesar del calendario, el nerviosismo travieso y las fobias protocolarias, saben que uno nunca está solo, aunque ellas o uno mismo lo crea así. Por eso, mis hermanos, si debéis elegir entre una mujer y un espejo, elegid siempre la mujer, porque de ellas es el reino de la justicia y la verdad…
Pero… cómo cambian los tiempos, el interés compuesto de los bancos y los espejos, mas parece que no cambia la corrupción de los políticos. Los espejos hoy vienen, a diferencia de ayer, como un escarmiento anti-narcisista, como un insulto a la silueta que nos confecciona la cultura autóctona.
Hace cuarenta años, la gente los compraba para sentirse hermosa con todos sus defectos; para enorgullecerse de sus carnes víctimas de la gravedad; para ser tolerantes con sus penes disminuidos… para saberse joven y bella más allá de la caseta migratoria que instalan las arrugas y el colesterol. Eran –recuerdo el de mi madre como si estuviera frente a él- lindos testigos ovalados del paso del tiempo. Hoy, en cambio, son duros enemigos, son cuadrados del rencor social que no aman la belleza real ni el conocimiento. Claro que no podía ser de otra forma en un lugar donde los políticos son simples minuteros del poder; donde los empresarios son fieros piratas que surcan el mar del salario tenebroso; donde los ministros son capataces; donde la justicia social no es más que el predominio del interés privado.
No obstante, haciendo a un lado todo lo que no nos gusta ni consuela de las palabras del espejo, no puedo negar que una vida no examinada en él no vale la pena, sobre todo cuando se es cautivo de la profesión más solitaria de todas; sobre todo cuando nuestro mundo es una caverna llena de sombras, en la que –como en un tribunal de viento que toma las palabras- se comparte habitación con el valor, la justicia, la verdad y la bondad, últimas dos éstas que son invocadas poniendo la mano allí mismo donde el espejo no alcanza a ver: el pecho. No obstante, mi espejo me permite descubrir que el salvadoreño no es un medio muerto desde 1932, es menos que eso… es un reflejo.

*renemartezpi@yahoo.com

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Editorial

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1 comentario:

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