Las buenas leyes y la estabilidad social contribuyen grandemente al establecimiento de empresas; la conflictividad, la lucha de clases, la prédica del odio, no sólo no genera empleo, sino que destruye los existentes.
Editorial. 30 de Abril.Tomado de El Diario de Hoy.
El "Día del Trabajo", instituido por Carlos Marx en honor de su amigo, el poeta alemán Heinrich Heine, es ocasión propicia para reflexionar sobre la condición común a los trabajadores y aquello que va en abono de su bienestar. No todo lo que brilla es oro, por lo que los trabajadores deben saber diferenciar entre la falsa promesa y lo legítimo, entre quienes los engañan e instrumentalizan, y lo que en verdad eleva su ingreso y su potencial.
Existen "paraísos de los trabajadores" dentro de lo que son las posibilidades humanas. Las grandes naciones industriales, los pueblos emergentes de Asia, de África, de Hispanoamérica; las regiones de acelerado desarrollo como Hong Kong y Singapur, constituyen los paraísos contemporáneos. Es ahí donde se cotiza mejor la mano de obra, la inventiva, la responsabilidad, la eficiencia en prestar servicios. En los pueblos más prósperos de la Tierra, que se rigen bajo un sistema capitalista, de mercado, el trabajador goza de ingresos suficientes para cubrir sus necesidades y alcanzar muchos de sus deseos. Gracias a la productividad de esas economías, es que se pueden emprender programas de asistencia y servicio para la población, que hacen la vida grata y le dan sentido. Por el otro lado, centenares de millones de personas en el mundo sufren de pobreza, de enfermedades, de ignorancia y, frecuentemente, de hambre. Además, como en Cuba y Corea del Norte, a sus privaciones y amarguras se agregan la servidumbre y la privación de libertades.
La común característica de esas naciones es la imposición de esquemas centralizados en la actividad económica o un socialismo total.
Con "amigos" así, no necesitan enemigos
Dentro de los países, aun los más pobres, se dan zonas de mayor prosperidad como, asimismo, áreas deprimidas, sin que el bienestar de unas tenga que ver con el retraso de otras. La situación de Morazán o Chalatenango tiene sus propias causas y no se relacionan de manera sustancial con el avance y la actividad del Gran San Salvador, donde se produce, primordialmente, para los propios capitalinos y para exportar a otros mercados. Lo que hace falta en los países pobres o las áreas de menor ingreso en ellos, son fábricas, agroindustrias, empresas de servicios, centros de capacitación, comercios y actividades profesionales independientes. Si se le pregunta a los pobladores de Usulután o Chalatenango qué es lo que desean, la respuesta invariable es "puestos de trabajo". Donde hay trabajo hay ingreso; cuando falta este, hay pobreza, actividad de subsistencia y hambre.
Los amigos de los trabajadores son las fábricas, los centros de producción, lo que genera empleo. Y para que existan fábricas, funcionen empresas y haya comercio, se requiere de inversiones, de seguridad jurídica, de una relación estable y franca entre patronos y trabajadores. Las buenas leyes y la estabilidad social contribuyen grandemente al establecimiento de empresas; la conflictividad, la lucha de clases, la prédica del odio, no sólo no genera empleo, sino que destruye los existentes, como sucedió en El Salvador durante la guerra.
Tómese el caso de Venezuela. El dictador Chávez se presenta como "amigo de los trabajadores". Y como tal lo tienen los diputados de extrema izquierda en El Salvador.
Pero desde que Chávez, el "amigo de los trabajadores", llegó al poder, un millón de empleos se ha perdido en Venezuela, con la consiguiente secuela de pobreza y necesidad. Con esa clase de amigos, los trabajadores no necesitan enemigos.
elsalvador.com :.: El trabajador prospera si la empresa prospera
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