Leyes como la que acaba de darse en Arizona lo que vienen a hacer es exacerbar más los ánimos, tanto entre los defensores de la inmigración como entre los detractores de la misma. Y todo eso lo que indica es que urge la reforma migratoria sustantiva, actualizada, plena y eficaz.
Escrito por Editorial.28 de Abril. Tomado de La Prensa Gráfica.
Estados Unidos fue siempre país de inmigración, y buena parte de su grandeza ha dependido del aporte de los inmigrantes, que se acumula en el tiempo. Otros países, como el nuestro, han sido siempre de emigración, y las condiciones de apertura que ofrece la globalización incrementan el fenómeno. La emigración y la inmigración se complementan, y por eso hay que tratarlas como una sola realidad en movimiento. Y nada de esto es gratuito: tanto los países de emigración como los países de inmigración a la vez que reciben beneficios de sus respectivas dinámicas poblacionales, pagan costos por ellas. Es ley natural de la vida.
En Estados Unidos, ante la caudalosa corriente inmigratoria proveniente del sur, las reacciones interiores son diversas, que van desde el rechazo agresivo hasta la búsqueda de tratamientos más comprensivos. Desde luego, el hecho de que una parte significativa de esa inmigración sea irregular enreda la cuestión, sobre todo en estos tiempos de grandes amenazas internacionales a la seguridad; pero esto no quita que haya otro problema de fondo: los esquemas inmigratorios son anticuados e inflexibles, cuando la misma realidad estadounidense está necesitando de la contribución laboral de los que llegan en busca de una vida mejor. Querer tener esa contribución sin comprometerse socialmente, como fue una de las aspiraciones irreales de la era Bush con el programa de trabajo temporal, es querer gozar ventajas sin asumir compromisos.
Hoy, la ley de tintes racistas contra los inmigrantes aprobada en Arizona es otro signo equivocado. Así se complican más las cosas, en vez de resolverlas.
Soluciones en común
Hay en Estados Unidos una presión creciente para alcanzar la reforma migratoria integral que sea capaz de poner orden en toda esta difícil problemática. La Administración Obama empuja esta opción. Y, por otra parte, las resistencias son enormes, y muchas de ellas ni siquiera se hacen explícitas, porque responden a sentimientos que chocan contra el talante democrático que caracteriza a la gran nación del Norte. Leyes como la que acaba de darse en Arizona lo que vienen a hacer es exacerbar más los ánimos, tanto entre los defensores de la inmigración como entre los detractores de la misma. Y todo eso lo que indica es que urge la reforma migratoria sustantiva, actualizada, plena y eficaz.
Por otra parte, en nuestros países debe haber más esfuerzos por crear condiciones que desestimulen la emigración como vía prácticamente única hacia el futuro. Y lo conveniente e inteligente sería que entre el país principal de destino de los emigrantes, que es Estados Unidos, y los distintos países de origen de los mismos se diera una dinámica de complementación de medidas que resulte beneficiosa para todos.
Nuestros países están reclamando con razón por esa ley de Arizona, insostenible en todo sentido. Pero lo importante de veras es lograr que se establezca la dinámica de colaboración interactiva sobre esta densa temática, en sus componentes decisivos: sociales, económicos y familiares, entre los que más pesan. Tanto la emigración como la inmigración son, en esencia, procesos humanos; y así hay que tratarlos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.