Escrito por Nelson López.27 de Abril. Tomado de Diario Co Latino.
Las mujeres policías de tránsito andan inspiradas y le clavan multas a todos los carros habidos y por haber, y están compenetradas en que las tenemos que conocer y recordar para toda la vida, no por guapas, ni por ser cuerazos, sino más bien por la boleta que con gran habilidad aprendieron a llenar.
Ya son varias las experiencias de los conductores que fueron sorpresivamente detenidos en su marcha, y sin muchos remilgos les pidieron los documentos con gran autoridad como verdaderas mujeres policías de tránsito, y más de alguno le tiró una sonrisita pícara y se topó con una cara de hierro dispuesta a disparar… esquelas.
Qué bueno que estas mujeres salgan a la calle a ordenar no solo el tráfico sino también a poner en orden a tanto motorista que seguramente de forma ilícita obtuvo la licencia, y que poco les importa respetar el reglamento de tránsito.
Qué bueno sería que a todas estas mujeres policías que de seguro nunca van a aceptar mordidas porque a ninguna mujer le gusta que las muerdan, las dispusieran en zonas donde los motorolos de los buses hacen y deshacen, y no se andan con cuentos, pero que ya se conocen con todos los policías que siempre están en Tránsito.
Nadie duda que los buseros hipócritas cuando ven los retenes a lo lejos comienzan a decir ¡los perros! Y con cara de yo no fui, comienzan a sonreír y si al caso les hacen señal de parada, se detienen, con gran amenidad como que fueran grandes cheros, y por último se bajan de la unidad, comienzan a charlar y de nuevo se suben y se van con estrechones de mano.
¡Eso se acabó! Con las mujeres policías esperamos que cambien toda esa gran cherada que se nota a legua entre motorolos y policías, ¡que comiencen las esquelas pues! Cuando los grandes chuzones se atraviesan en las intersecciones, o cuando hacen paradas antireglamentarias que obstaculizan la visibilidad de otros vehículos y que pueden provocar una tragedia, o cuando se avientan en sentido contrario en otro carril con tal de sobrepasar a otra unidad de la misma ruta.
Vamos a confiar en las mujeres policías como si fueran nuestros ángeles, pero no los ángeles de Charlie, sino de nosotros, y que ojalá no vayan a caer en los tradicionales chambres porque así sí que nos van a fregar bien, que no vayan a decir cosas que no son.
Por ejemplo a un conductor de este periódico una mujer policía lo detuvo en un retén y le redactó una esquelita porque el copiloto no tenía el cinturón de seguridad, ¡lo vacunó! Y qué bueno, pero aquí viene lo malo, en la esquela la policía escribió: “se negó a firmar” y el compañero jura que jamás le pidió la firma. Lo único que se me ocurrió pensar fue “-mujer tenía que ser-”.
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