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2010/04/19

LPG-La Izquierda S.A.

Un problema fundamental es que la frontera entre el amasar fortuna para impulsar un proyecto político y un proyecto de enriquecimiento personal es de filigrana.

Escrito por Roberto Rubio-Fabián. 19 de Abril. Tomado de La Prensa Grafica.

 

En algunos países de América Latina, con la llegada al gobierno por parte de partidos y/o personas autodenominadas de izquierda, se ha conformado una nueva e importante élite económica. Una “izquierda” empresarial que, como lo hacían y vienen haciendo sectores empresariales y de derecha, utiliza el Estado para hacer competencia desleal y amasar fortuna. El creciente control que ejercen del aparato del Estado les facilita la tarea. Mientras que la riqueza emanada de los petrodólares les proporciona el capital de base para ampliar sus operaciones.

Un claro ejemplo de ello lo tenemos con la empresa ALBANISA de Nicaragua, donde el 49% de sus acciones pertenece al presidente Ortega, su estrambótica esposa y sus allegados sandinistas. Gracias a la importación de petróleo de Venezuela, en condiciones de pago que lo hace cuasi regalado, las sustanciosas ganancias generadas de este negocio han permitido a los ahora empresarios y accionistas sandinistas expandir sus negocios a otras esferas de la economía; especialmente dentro del sector energético... muchas veces en asocio con las transnacionales del sector (negocio es negocio), y el amor se cruza entre los supuestos revolucionarios anti imperialistas de izquierda y las odiadas transnacionales capitalistas.

Poco a poco, sobre la base de estas ganancias y del amplio control que ejercen sobre distintas esferas del Estado, los negocios de esta Izquierda S.A. se van expandiendo hacia empresas de exportación de bienes agrícolas, de distribución e importación, de construcción, recolección de basura, financieras, etcétera. Más recientemente se han venido apropiando de empresas de medios de comunicación con el supuesto objetivo revolucionario de democratizarlos. Tal es el caso de la compra de uno de los canales de televisión más vistos en Nicaragua, Canal 8, el cual fue comprado por ALBANISA por $10 millones. Esta “izquierda” empresarial también se ha desarrollado en Venezuela alrededor de los allegados al presidente Chávez (más que Chávez mismo), dando pie así a una generación de importantes empresarios sandinistas y bolivarianos que todavía osan llamarse de izquierda.

Muchos militantes de izquierda se preguntarán ¿qué tiene de malo que el partido se haga de buen dinero para impulsar el proyecto socialista? ¿Acaso no hay que enfrentar a los tradicionalmente poderosos del capital y mejorar la correlación de fuerzas del proyecto revolucionario usando el poder del dinero? Quizá (y subrayo quizá) ello no tendría nada de malo siempre y cuando la forma de generar ese dinero fuera correcto, y sobre todo el objetivo y destino de esos fondos tuvieran nobles propósitos. Pero resulta que ello no parece ser el caso del llamado Socialismo del Siglo XXI, al menos en Venezuela y sobre todo en Nicaragua.

Por un lado, los nuevos operadores de la Izquierda S.A utilizan los resortes del Estado para favorecer y fortalecer sus empresas, muchas veces recurriendo a la manipulación o violación de leyes, el acceso a información privilegiada, el secretismo de Estado, la creación de obstáculos a la competencia, el direccionamiento de la política económica a favor de sus intereses, etcétera. Por otro lado, el poder que les da el dinero se enfoca justamente a reducir los espacios democráticos, así como a opacar el ejercicio de la transparencia y de la rendición de cuentas. Esto a su vez les facilita expandir más de manera incorrecta sus negocios.

Finalmente, un problema fundamental es que la frontera entre el amasar fortuna para impulsar un proyecto político y un proyecto de enriquecimiento personal es de filigrana. Los empresarios llamados de izquierda, igual pueden generar las ganancias para impulsar sus convicciones progresistas o revolucionarias, como para acceder a una mansión, un yate, una casa en la playa, o una suculenta cuenta en el extranjero. ¿Quién los controla? ¿Los órganos del partido? ¿La base militante? Ciertamente casi nadie. De ahí las nuevas y más confortables casas de algunos de los dirigentes del partido, sus nuevos vehículos 4 x 4, los hábitos adquiridos de los burgueses que combatían.

En nuestro país se presentan algunos signos preocupantes de presencia y desarrollo de esa Izquierda S.A. Sus operaciones giran en torno al petróleo, la exportación de café, la recolección y tratamiento de basura, y posiblemente otros negocios que no sabemos. Ciertamente hay muchos altos dirigentes de izquierda que no son parte de esa argolla, honestos y sencillos, que aunque no podamos compartir sus ideas, merecen todo nuestro respeto por su austeridad y forma de vivir. Sin embargo, hay algunos que se aproximan, si es que ya no lo son, a esa izquierda empresarial que tanto daño le está haciendo a las ideas socialistas de nuestros tiempos. Por el bien del futuro nacional, ojalá que no prosperen, mucho menos en el seno de nuestra izquierda partidaria.

La Izquierda S.A.

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