LPG-¿Cuál es el problema? (I)

Desde el golpe de Estado que derrocó al presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya, han transcurrido casi diez meses y tres, desde que tomó posesión el nuevo gobierno, producto de la voluntad de la mayoría de sus ciudadanos. Idealmente, a estas alturas el sistema de integración centroamericana que fue severamente afectado por la decisión de la reunión de presidentes de excluir a ese hermano país de los organismos regionales debido a ese hecho ya debería de haber vuelto a la normalidad. Varios países que se unieron al bloqueo internacional por la ruptura del orden democrático ya reconocieron al gobierno del señor Lobo.

Escrito por Juan Héctor Vidal. 19 de Abril. Tomado de La Prensa Grafica.

Los buenos oficios de los gobernantes de Costa Rica, El Salvador y Guatemala han sido valiosos para aproximar posiciones a fin de que a Honduras se le restituyan sus derechos en el marco del SICA. Asimismo, otros países –entre los que se encuentran algunos de los más beligerantes para que se sancionara al hermano país en el seno de la OEA y la ONU– han restablecido las relaciones diplomáticas y empezado a desbloquear la ayuda bilateral, abogando además para que los organismos internacionales de financiamiento hagan lo propio.

Los gremios empresariales de los cinco países también se han pronunciado apelando a los gobiernos para que despoliticen el tema, a fin de que la integración económica y particularmente las corrientes comerciales y financieras vuelvan a su cauce normal. Suficiente razón tienen los empresarios para invocar el buen juicio de los gobernantes, debido al impacto que ha tenido en las cinco economías la actitud asumida en el caso hondureño, en circunstancias en que todas ellas, todavía no terminan de absorber las consecuencias de la crisis internacional.

Al menos para El Salvador, este no es un tema trivial. Es cierto que el comercio con Honduras solo fue interrumpido por un período muy breve, pero su impacto en las exportaciones a ese país fue significativo. Si fuéramos a hablar en términos estrictamente comerciales, el intercambio con el vecino país ha sido tradicionalmente favorable para El Salvador, lo que amortigua el déficit crónico que mantenemos con Guatemala y Costa Rica.

En el conjunto, hay que señalar además que Centroamérica constituye nuestro segundo mercado después de Estados Unidos, dentro de una tendencia creciente que ha venido reduciendo de manera marcada la concentración en el mercado del norte. Hacia el año 2000 la diferencia porcentual entre las ventas a ambos mercados era de 40 puntos, pero en 2009 solo fue 10.

Pero las razones para que los centroamericanos nos mantengamos unidos van mucho más allá del comercio. En este sentido, percibo en la posición del presidente Funes un claro pragmatismo geopolítico y económico; enfoque que personalmente considero correcto. Infortunadamente, todo indica que también en este aspecto existen diferencias con FMLN, partido que le quiere vedar el derecho constitucional que tiene el presidente, de conducir la política exterior del país.

Dicha posición solo evidencia que el rescoldo de la intolerancia no se ha apagado del todo y en esto, intuyo que tiene mucho que ver Chávez y sus compañeros de viaje. La actitud mostrada por el presidente Ortega, por lo menos hasta el momento de escribir estas líneas, no da margen para pensar otra cosa. Una reunión entre este y los presidentes de El Salvador y Guatemala, prevista para el domingo antepasado, abortó de manera inesperada, atribuyéndose la suspensión a la imposibilidad del gobernante salvadoreño de acudir a una cita que probablemente hubiera sido el primer paso en firme para romper el impasse.

Curiosamente, unos días después Chávez llegó a Managua, llevando bajo su brazo sudoroso ofertas de ayuda muy generosas. ¿Le habrá pedido también a Ortega que flexibilizara su posición frente a Honduras, o que la endureciera por unos dólares más?

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P. D. Sorpresa: don Tony ha sido “invitado” por GANA para que sea su líder.

¿Cuál es el problema? (I)