La clave de un tratamiento adecuado de toda esta problemática referente a las conductas irregulares y delictivas de todo tipo está en enfocar las cosas desde el fondo de sus causas y no desde la superficie de sus consecuencias.
Escrito por Editorial. 06 de Abril. Tomado de La Prensa Grafica.
Ante la ola criminal que hasta hoy ha sido imparable en el país, es claro que hay que hacer bastante más que lo que se ha venido haciendo dentro de los marcos tradicionales, que pudo haber funcionado en el contexto de una situación de delincuencia común, pero que evidentemente no sirve para lo que ahora tenemos y padecemos. Ya está visto que los planes de seguridad que se reducen a medidas básicamente policiales no resultan como se necesita, y las autoridades competentes no deberían aferrarse tozudamente a ese recurso, por propio interés institucional y por sentido realista de lo que hay que hacer para dar respuesta al clamor justificado y creciente de la ciudadanía, que es la víctima directa y final de toda forma de delincuencia.
Habría que plantearse un esfuerzo que parta de una amplia reflexión ciudadana. Convocar a una consulta nacional lo más amplia y exhaustiva posible sobre toda esta temática de la criminalidad, de las diversas formas de conducta antisocial y de las causas y efectos de las mismas pondría el problema en una dimensión nacional verdaderamente representativa del sentimiento y de las necesidades de la gente. Seguir elaborando planes dentro de una cerrada concepción presuntamente técnica no conduce a resultados consistentes con lo que demanda la realidad.
Con el producto de la consulta, que debería ser administrada en forma coparticipativa por las autoridades y por distintas entidades con variada experiencia en este tipo de temas, se tendría que entrar en el proceso de configurar la estrategia de acción, en los campos que sea necesario. Hay que reconocer que este no es asunto exclusivo de las autoridades.
Es un gran reto social
La clave de un tratamiento adecuado de toda esta problemática referente a las conductas irregulares y delictivas de todo tipo está en enfocar las cosas desde el fondo de sus causas y no desde la superficie de sus consecuencias. Desde luego, tiene que haber una respuesta institucional efectiva y oportuna frente a los hechos criminales y antisociales cuando éstos se producen, e igualmente tiene que haber un conjunto de medidas preventivas de los mismos; pero una cosa son los hechos y otra muy distinta las personas que cometen o ejecutan los hechos. Es en las personas donde están las raíces de todas las conductas, y las personas se forman en un ambiente familiar, socioeconómico y sociopolítico determinado.
Si no se cambian fundamentales condiciones de vida, que son los caldos de cultivo de todas las conductas negativas, muy poco se logrará con los esfuerzos colaterales, y el problema en general seguirá creciendo y complicándose, en detrimento del sano desenvolvimiento de la vida nacional. Por eso mismo hay que buscar el concurso de todos los sectores y actores nacionales, a partir de los niveles locales y de las organizaciones de base de todo tipo.
Restaurar los tejidos sociales y darles vida a formas de convivencia que respondan a las exigencias de una sociedad que aspira al desarrollo en todos los órdenes constituye tarea desafiante que nadie debe eludir. El reto, que por su propia naturaleza es de índole eminentemente social, requiere voluntades dispuestas y actitudes de avanzada.
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