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2010/04/26

LPG-El crimen organizado hace de las suyas en el país

La criminalidad organizada continúa creciendo, en tanto los esfuerzos para combatirla parecen atascados en una rutina de la que no se puede esperar ya nada significativo.

Escrito por Editorial.26 de Abril. Tomado de La Prensa Gráfica.

 

El pasado viernes, un nuevo asesinato con dedicatoria, cometido en la calle, a plena luz del día, vuelve a demostrar que el crimen organizado no se detiene ante nada. Esta vez fue la esposa de un diplomático y enlace de la INTERPOL, ambos de nacionalidad mexicana. El diplomático resultó gravemente herido, ya por segunda vez, pues en febrero pasado logró salvar la vida luego de otro atentado de características similares. En aquel momento la autoridad dijo que se trataba de un intento de robo; pero, ya entonces y más con lo que acaba de ocurrir, esa hipótesis resulta de una ingenuidad insostenible. Es evidente que todos nos enfrentamos a un enemigo verdaderamente implacable y audaz, y el fenómeno desde hace tiempos es transnacional.

Este crimen, unido a los antecedentes mencionados, demuestra que la criminalidad organizada continúa creciendo, en tanto los esfuerzos para combatirla parecen atascados en una rutina de la que no se puede esperar ya nada significativo. Hay que recordar en todo momento que las “actividades” del crimen organizado no reconocen fronteras tradicionales, pues tienen que ver precisamente con el trasiego de la ilegalidad, que se manifiesta de muchas maneras: con drogas, con personas, con productos comerciales. Esto indica que una estrategia funcional sólo puede partir del reconocimiento pleno de que ya nadie está lidiando con delincuentes provincianos ni casuales: se trata de auténticos gestores de una criminalidad cada vez más sofisticada.

Los ejecutores en motocicleta son imagen típica del sicariato que se mueve entre la ciudadanía honrada. Que nadie siga creyendo que son muchachos malos que andan sueltos.

Vamos camino del caos

Por esta ruta, y si no se hace algo que realmente funcione para poner a la criminalidad organizada en cintura, vamos camino del caos, y no sólo en nuestro país, sino en muchos otros de nuestra región, con México entre los más vulnerables. En El Salvador, como venimos repitiendo insistentemente, la mejor prueba del grave trastorno que nos afecta está en el hecho de que la autoridad se halla a la defensiva; y la criminalidad, a la ofensiva. Este atentado criminal contra el funcionario mexicano y su esposa lo grafica de manera incontestable. Los criminales hacen alarde de su poder mientras la institucionalidad vacila. ¿Cuánto más se necesitará para que haya una reacción eficaz?

Y, en nuestro caso, las cosas se complican más aún cuando se tiene en cuenta que buena parte de esa criminalidad –la que realiza por mano de “niños”, que en realidad son ya expertos probados en el “arte” de matar sin piedad– está protegida no sólo por las leyes sino también por los operadores de las mismas.

Tenemos que hacer más, y ya. No sólo la institucionalidad, que es desde ya la principal comprometida a que las cosas entren en el carril de las soluciones, sino los salvadoreños, cada quien en su esfera. El crimen, por ahora, se siente seguro, y lo demuestra. Esto es lo más grave que podría ocurrirnos. Y no salga nadie con otro plan sectorial o circunstancial al respecto, para airearlo publicitariamente. Lo que necesitamos es estrategia que se haga sentir en el terreno, de manera suficiente y sostenida.

El crimen organizado hace de las suyas en el país

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