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2010/04/19

LPG-El caso de Honduras debe verse ya sin pasionismos

En términos generales, y no sólo en relación con lo de Honduras, sino muy específicamente con lo nuestro, lo que se requiere es más pragmatismo analítico...

Escrito por Editorial.19 de Abril. Tomado de La Prensa Grafica.

 

La acción golpista que tuvo lugar en Honduras a partir del 28 de junio del pasado año vino a convertirse en una prueba fehaciente de que las cosas que antes se hacían ya no pueden tener los mismos resultados, porque, pese a todo, en Centroamérica y en la región hay una acumulación democrática que más temprano que tarde se hace sentir. En Honduras ni los golpistas salieron campantes, ni los beligerantes por la legalidad constitucional lograron revertir el desaguisado, porque ambos fueron por rutas erradas. La situación se les fue de las manos a todos, de una manera o de otra, incluyendo a la comunidad regional e internacional.

Afortunadamente, había unas elecciones presidenciales previamente convocadas, que se realizaron el pasado noviembre, no en un ambiente normal, pero tampoco en el caos; y el Presidente que surgió de tales comicios está en funciones desde enero. La apuesta que algunos hicieron a perpetuar el aislamiento del nuevo régimen, porque los comicios se dieron en condiciones que no eran las normales, tampoco puede prosperar, pues la realidad misma exige mucha más flexibilidad en el tratamiento de los hechos.

A estas alturas, ya no es admisible seguir viendo este caso con la calentura natural de los primeros momentos. Si bien es cierto que el nuevo Gobierno hondureño tiene que dar más muestras de compromiso con la legalidad, el aislamiento internacional lejos de ayudar al encarrilamiento lo dificulta, como enseña la experiencia. Que Honduras vuelva a la plenitud de las relaciones bilaterales y al concierto de los organismos internacionales es lo conveniente para todos. Impedirlo sería apostarle a una irrealidad que siempre se paga cara.

Debería prevalecer el realismo

En la línea de una comprensión más realista de lo que tendría que ser, en estos momentos, con vistas al futuro y no de cara al pasado, una estrategia que abone a la normalización que todos necesitamos en todos los órdenes, el Presidente Funes ha tomado una posición bastante clara en el adelanto de esfuerzos para limar asperezas dentro del área, especialmente entre Nicaragua y Honduras. La línea de los partidos de izquierda, incluido desde luego el FMLN, continúa apostándole al aislamiento. Este es un punto más en el que se explicita la distancia que hay entre el Gobierno y el partido de gobierno.

En términos generales, y no sólo en relación con lo de Honduras, sino muy específicamente con lo nuestro, lo que se requiere es más pragmatismo analítico, que fundamente estrategias de acción concordantes con los ejercicios de la dinámica histórica real. Para el caso, lo ideal sería que entre el Presidente y el partido que lo llevó institucionalmente a la Presidencia hubiera una interacción clara aun en las diferencias; pero esto sólo podría sustentarse en ese pragmatismo que se ve cada vez más difícil como punto de referencia de la mencionada relación.

Y la alternativa de lograr entendimientos coyunturales, que ya está funcionando en el ambiente sobre todo legislativo, tendría que manejarse también sobre la base del pragmatismo, pero no el de los crudos intereses que se juegan y se cuentan bajo la mesa, sino el de la fluida pero responsable conjunción de visiones sobre cuestiones concretas. Aquí también hay que apartar pasionismos para privilegiar razones.

El caso de Honduras debe verse ya sin pasionismos

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