“Póngase los 300 pesos”, fue el saludo del motorista de mi antigua oficina. Ese día se informó que había entrado en vigencia el nuevo Reglamento de Tránsito que obligaba a conductores y acompañantes para usar el cinturón de seguridad. Desde ese día, pocas veces he dejado de usarlo, al principio por el temor a la multa de la Policía, ahora lo hago porque estoy convencido de la utilidad de usar un cinturón de seguridad al conducir, lo cual puede significar un antes y un después en un accidente automovilístico.
Escrito por Mauricio Chacón. 03 de Abril. Tomado de La Prensa Grafica.
Esta comparación es similar ahora con el nuevo pliego tarifario de ANDA por el servicio de agua, si no usamos racionalmente pagaremos más sencillo pero efectivo. Si seguimos con la conducta actual frente al uso de este recurso, sufriremos graves consecuencias por su escasez en los próximos años.
Todos hemos visto barrer aceras con la manguera, bañar el perro con el chorro abierto o pastear nuestro carrito mientras el agua corre por las cunetas. En algún momento todos hemos tenido una fuga de agua en la casa, todos hemos sido cómplices del desperdicio y del mal uso del recurso hídrico, ahora la cosa se pinta diferente: si gastamos más, pagaremos más. Esta situación es un reto y al mismo tiempo una oportunidad para las personas. El primer reto sin duda es para el ANDA mismo, ahora que seguramente pagaremos más, demandaremos un mejor servicio; de todos es conocido las irregularidades de este en muchos barrios y colonias de San Salvador, no digamos en los pueblos en donde a veces cae agua dos veces a la semana “con suerte”, mucho menos en el campo en donde el déficit de abastecimiento de agua potable sigue siendo muy importante. Pero el reto mayor es para las personas comunes que hacemos uso a diario del vital recurso, de una vez por todas debemos educarnos, de lo contrario seguiremos pagando más dinero o lo más delicado, aun comprometiendo el suministro de agua para muchos hogares.
A pesar de que la Tierra es un planeta lleno de agua, solo una pequeña parte es utilizada para el consumo humano, ya que el 90 % de esta agua está en el mar y contiene sal, el 2 % es hielo y está en los polos y solo menos del 1 % de toda el agua del planeta es dulce, encontrándose en ríos, lagos y mantos subterráneos, es decir, tenemos menos agua de lo que nos imaginábamos. Además, el agua tal como se encuentra en la naturaleza necesita ser tratada para utilizarse sin riesgo para el consumo humano, por lo tanto el uso responsable de esta puede marcar la diferencia entre una frontera muy delicada: la abundancia y la escasez.
Una pregunta obligada que nos deberíamos formular es si nuestro país es rico en agua. Cada año nos cae del cielo un promedio de 1.80 metros de agua (una lámina más grande que la altura promedio de los salvadoreños), aun así no tenemos suficiente agua en calidad y cantidad. Esta paradoja la debemos resolver, tenemos una época de lluvias con aproximadamente seis meses de duración pero la desproporción que existe entre la cantidad de agua que se capta comparada con la cantidad de agua disponible para el consumo humano es menor. La deforestación, el crecimiento urbano y el mal uso del agua nos están llevando cada día a niveles insospechados de desabastecimiento.
Si no hacemos un uso racional y no exigimos una política integral para la gestión del recurso hídrico, tendremos a más personas en la calle exigiendo su legítimo derecho a acceso al agua.
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