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2010/04/26

EDH- Vocación

 Escrito por Joaquín Gutiérrez Esquivel.26 de Abril. Tomado de El Diario de Hoy.

La palabra vocación es poco utilizada en estos días, al menos mucho menos que otra parecida que evoca paseos y fiestas. Vocación etimológicamente significa "llamado", y normalmente la escuchamos referida a algunas personas dedicadas a actividades que nos parecen más sacrificadas, tales como médicos, profesores y sacerdotes. También solemos relacionarla con seres especiales que cumplen grandes destinos, tal como científicos que hacen importantes descubrimientos, líderes que mejoran sociedades enteras (¡qué falta nos hacen hoy día!) y deportistas que logran marcas sin precedentes.

Pareciera que el resto de los mortales estamos destinados únicamente para nacer, crecer, multiplicarnos y morir. Pero no, la vida es mucho más rica, aunque con el ajetreo diario nos cuesta darnos cuenta. Conviene que todos nos preguntemos: lo que hago, ¿para qué es? Si es usted un padre de familia, esta pregunta es de capital importancia, ya que parte de su vocación es convertirse en el mejor educador de sus hijos, y porque es crítico para ellos encontrar la razón de su existencia, su vocación.

En 1982 Juan Pablo II dijo a una multitud de jóvenes en Madrid que la vida no consiste en tener, sino que en ser. No es lo mismo tener un esposo o esposa, que "ser" un matrimonio; no es lo mismo tener hijos que "ser" una familia; no es lo mismo tener trabajo que "ser" parte de una empresa. A primera vista parece un juego de palabras, pero en realidad tiene un significado profundo: "tener" implica posesión, en cambio "ser" implica donación, nos invita a comprometer nuestra vida con unos anhelos íntimos.

El éxito no es un destino, es un camino. La configuración de nuestra vida para realizar nuestros anhelos nos hace interiormente felices y nos alimenta el ánimo para seguir con diligencia el camino correcto, volviéndose un círculo virtuoso que nos lleva al cumplimiento cada vez más acertado de nuestra particular vocación. Pero esto debe aprenderse y los padres somos fundamentales para que los jóvenes lo entiendan, los colegios y universidades no le enseñarán estos principios a nuestros hijos.

La felicidad depende tanto de nuestros logros como del camino que tomamos para realizarla. Si queremos que nuestros hijos sean realmente felices, los padres debemos estampar en ellos la capacidad de buscar y encontrar su particular llamado, su misión especial en la vida, y que se den cuenta que esto conlleva sacrificio, esmero y sobre todo, perserverancia. Tener éxito depende de vivir según nuestra vocación, lo cual nos llevará a tener un alto sentido de realización personal, que a su vez nos llevará a contribuir a la felicidad de quienes nos rodean, ejercitándonos en la capacidad de seguir enseñando esto a las siguientes generaciones.

Para educar a nuestros hijos, dar ejemplo no es el mejor método, ¡es el único! Si sabemos que la felicidad de ellos depende de cómo busquen su vocación, a los padres nos corresponde tener claro la nuestra, convencidos que no hay éxito profesional que nos pueda llenar de tanta felicidad como tener éxito en la familia. Uno siempre debe medir sus logros en contra de lo que ha tenido que sacrificar para obtenerlos; tanto más feliz es la persona que además de tener éxito profesional para traer el digno sustento al hogar, también ha cuidado celosamente su matrimonio y familia. Es una tarea trascendental, el futuro de nuestra sociedad depende de contar con ciudadanos que sean emprendedores de bien, que descubran y se comprometan a cumplir su vocación.

elsalvador.com :.: Vocación

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