EDH-Es necesario elevar la importancia de la educación moral y cívica

Escrito por Helga-Cuéllar Marchelli.16 de Abril. Tomado de El Diario de Hoy.

El currículo nacional de la posguerra surgió con la inspiración de contribuir en la construcción de una paz duradera, basada en la democracia. Para aproximar el currículo a la vida cotidiana y desarrollar el pensamiento crítico hacia algunos problemas sociales, en él se introdujeron transversalmente contenidos sobre valores, educación ambiental y derechos del consumidor, entre otros temas socialmente relevantes.

Sin embargo, dejar la educación en valores como un tema que podía tratarse desde cualquier asignatura y a discreción del docente, aunque fue positivo, hizo que ésta perdiera peso en el proceso de formación secuencial desde el nivel preescolar hasta el bachillerato.

Para intentar enmendar esta debilidad, desde 2002 se introdujo la educación moral y cívica como un programa diseñado, no para cada grado, sino para ser implementado por ciclos de tres grados. El programa pretende desarrollar el juicio y la acción moral de los estudiantes, así como la capacidad para comprender y practicar valores democráticos. La educación moral y cívica tiene asignada una hora semanal dentro de la materia de Estudios Sociales, tiempo que los maestros y estudiantes deben aprovechar para ejecutar un proyecto cooperativo, mediante el cual se fortalezcan conductas y valores positivos.

No obstante, el problema de poca contundencia y débil sistematización de la educación moral y cívica dentro del currículo nacional no se resolvió. El carácter transversal y universal de la formación en valores se mantuvo, dejando fuera aspectos particulares de ésta, que pueden desarrollarse de una manera sistemática desde los primeros años en la escuela. Por ejemplo, en Corea del Sur, en donde existe un programa de educación moral (formación en valores) para cada grado, los hábitos morales y la etiqueta se enseñan en la primaria; mientras en la educación secundaria se hace énfasis en promover el juicio ético y la comprensión de las normas morales.

En mi opinión, elevar la importancia de la educación moral y cívica en el currículo nacional es la tarea pendiente. La razón es sencilla: fomentar la convivencia pacífica y la unidad desde la escuela, debe ser primordial en el contexto social, político y económico que vive el país. La escuela, entre otras cosas, debe sembrar valores para prevenir la violencia, garantizar pasos firmes en la construcción de la democracia y enfrentar con mayor unidad los problemas de desarrollo del país. Honestamente, creo que no soy la única que piensa de esta manera.

Más bien, el dilema es si la educación moral y cívica debe ser independiente, mantenerse dentro de otra área del programa de estudios o abordarse desde una perspectiva religiosa. De hecho, el Ministerio de Educación ha señalado su interés en revisar los contenidos de educación moral y cívica del programa de Estudios Sociales. Además, recientemente, ante la petición del grupo parlamentario del partido ARENA de impartir la cátedra de "moral y cívica" tres horas durante la semana, la Comisión de Cultura y Educación de la Asamblea Legislativa anunció que solicitaría la opinión escrita sobre este tema a diferentes instituciones públicas y privadas. Y, a petición de la fracción parlamentaria del PCN, dicha comisión también solicitó opinión sobre la viabilidad de leer la Biblia en todos los centros educativos para fomentar valores.

Mi posición es que la educación moral y cívica debe tener una presencia fuerte, tanto en el programa de estudios como en el clima de la escuela. Esto contribuiría a mejorar la convivencia escolar y crear ambientes propicios para promover los aprendizajes. Valdría la pena considerar con seriedad la posibilidad de establecerla como una asignatura independiente, con docentes acreditados para impartirla, y una escuela comprometida con la promoción y práctica de valores democráticos y universales.

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