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2010/04/24

EDH-Coctel Pachamama

Escrito por Carlos Mayora Re(carlos@mayora.org).24 de Abril. Tomado de El Diario de Hoy.

El pasado jueves 22 fue el Día de la Tierra. Una fecha que desde hace cuarenta años intenta hacernos reflexionar sobre la importancia de la ecología y el papel del ser humano en el planeta.

A lo largo de los años, temas como la contaminación y la protección a la biodiversidad, han ido cediendo su puesto a otros más candentes: el cambio climático o la futura escasez de agua.

Así, el Día de la Tierra se ha ido convirtiendo en una inmejorable ocasión para hacer conciencia en la importancia que la propia conducta tiene en la conservación de la naturaleza; pero, al mismo tiempo, se ha transformado en una oportunidad para la declaración de intenciones ideológicas, extra ecológicas y mayormente políticas. Que dan como resultado lo que he dado en llamar el coctel Pachamama.

El bartender más famoso, y el que prepara el mejor coctel Pachamama es el presidente de Bolivia, quien con ingredientes tales como: "muerte al imperialismo", "todo para la gente" e indigenismo, después de una conveniente agitación demagógica, suele servir una bebida embriagante, cuya principal característica es la adoración a la madre tierra --Pacha Mama en quechua--, junto con la insoslayable necesidad de combatir a sus enemigos (de la tierra, no de Evo, aunque a veces coincidan en su mente).

Cuando se ha bebido del coctel, es fácil creerse, como explica Evo, el mismo que ha profetizado recientemente que por comer pollos con hormonas corremos gravísimo riesgo de perder hombría, en el peor de los casos, o como mal menor quedarnos calvos, que "es más importante defender los derechos de la madre tierra que los de los seres humanos".

El coctel Pachamama es imprescindible para apuntarse bajo la bandera del ecologismo, del indigenismo o del calentamiento global ideológicamente defendidos. Más aún, suele ser bebida principal en la dieta de algunos izquierdistas reciclados, que cambiaron el Estado por Gaia como referencia absoluta, infaltable para encontrar las antítesis que les permiten continuar creyendo en el marxismo.

Sólo desde la idolatrización del ecologismo se puede sostener el carácter sagrado de la tierra por encima de cualquier otro referente. Es esta ideología la que lleva a pensar que no es que la tierra nos pertenezca, sino que nosotros pertenecemos a la tierra. Afirmación que no pasaría de lo anecdótico si no celara el serio peligro de que, si la tierra está por encima de los hombres, entonces estamos obligados a hacer cualquier cosa a los hombres para preservarla.

Es una ideología que, llevada al extremo, justificaría moral y hasta jurídicamente una opción que llevara a extinguir la humanidad, cáncer del planeta, para la supervivencia y salvación del eco sistema.

No confundamos: una cosa es que seamos administradores de la tierra y otra que seamos sus dueños. Por supuesto que tenemos el grave deber de preservar y fomentar el desarrollo de los bienes naturales; pero de eso a ponerlos en una peana y adorarlos, hay mucho trecho.

El desarrollo económico no puede construirse nunca sobre la base de la destrucción de la naturaleza, y cuando esto sucede no es asunto de capitalismo o industrialización, sino de ignorancia. ¿Cómo si no se explica que los países más desarrollados cultural y económicamente, sean los que tienen mejores índices de conservación de la naturaleza?

La causa del problema no es sólo el desarrollo económico y sus efectos secundarios, es la ignorancia que permite manipular voluntades, que puede hacer que nos creamos (convenientemente entusiasmados con el coctel Pachamama) el cuento de un mundo en peligro de extinción, y la existencia de salvadores anti imperialistas dispuestos a sacrificarse personalmente por el futuro de la humanidad.

 

elsalvador.com :.: Coctel Pachamama

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