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2010/04/06

EDH-Ciudad pipil fue dividida en 180 lotes por el ISTA

 Son 10 manzanas de tierra con 200 plataformas y 53 pirámides. Se cree que fue el hogar de unos 10 mil pipiles en el año 600 d.C.

Escrito por Eugenia Velásquez. 06 de Abril. Tomado de El Diario de Hoy.

 

A más de dos metros bajo tierra y residuos volcánicos se esconde una ciudad pipil que data del año 600 d.C. Su historia no ha sido revelada por la falta de investigación y, sobre todo, porque el terreno de 10 manzanas localizadas en el cantón Tacachico, de Quezaltepeque, en La Libertad, fue repartido en 180 parcelas por el Instituto Salvadoreño de Transformación Agraria (ISTA).

El sitio es protegido por una ordenanza municipal y una declaratoria de bien cultural. Pero los agricultores siguen en el sitio, cultivan, en su mayoría, granos básicos y muchas vasijas y otros objetos han sido sustraídos.

Parte de la pirámide central de la ciudad, el lugar donde los pipiles estudiaban los astros, luce cercada con alambres de púas. Este sitio arqueológico es conocido como Pueblo Viejo, Las Marías y fue descubierto en 1978.

Cuando el ISTA adjudicó los lotes, a finales de la década de los 80, se conocía la existencia de los vestigios arqueológicos. Pero ello no detuvo la entrega de terrenos que, en su mayoría, son áridos.

Valor histórico

Los especialistas no han podido excavar en esta zona para develar por completo la ciudad. Además de estar lotificada, se necesitan $15 millones para investigarla, estima, Antonio Casquín, historiador de la alcaldía de Quezaltepeque. La considera más grande en extensión, que la ciudad tolteca de Tula, en el Estado de Hidalgo, México, de 16 kilómetros cuadrados.

Lo que se ha identificado a la fecha es la ubicación de 200 plataformas y 53 pirámides, gracias a que el fuego durante la guerra dejó al descubierto los trazos y formas de estas estructuras delineadas con rocas. Casquín presume que se trató de una ciudad amurallada, en la que se asentaron unos 10 mil indígenas.

La pirámide central está orientada al sur con el volcán Quezaltepeque o de San Salvador; al norte, con el cerro El Chino, de El Paisnal; y se localiza justo en medio del cruce en forma vertical del río Sucio y en horizontal el afluente Tacachico. Casquín cree que para los pipiles era un sitio sagrado para observar el cielo.

"La pirámide tiene la intención de reproducir un mapa estelar, tiene que ver con las estaciones y los procesos de producción", explicó Casquín. Opina que los pipiles escogieron este sitio para hacer investigación astronómica. Detectaron que estaba inmerso en otra dimensión, debido a la irradiación cósmica del lugar.

La ciudad fue el escenario entre los años 600 y 900 d.C. de los mortales juegos de pelota realizados cada 50 años por los pipiles, de descendencia azteca, en los que el perdedor era decapitado.

La ciudad tiene amparo legal desde hace tres años; sin embargo, poco o nada se ha hecho por cuidarla.

El 27 de marzo de 2007, entró en vigencia una ordenanza municipal con el fin de "proteger y conservar" cerca de 35 sitios arqueológicos ubicados en Quezaltepeque, entre ellos el de Pueblo Viejo, Las Marías. El 18 de abril de ese año, la ciudad fue elevada a la categoría de "bien cultural" por el Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (Concultura), hoy Secretaría de la Cultura. En el sitio de internet de la Fundación Nacional de Arqueología (Fundar) está clasificada como "el mayor sitio arqueológico conocido en El Salvador".

Casquín lamenta que nada de lo anterior se pueda aplicar. La falta de fondos es una barrera que limita a las instituciones frente a un problema mayor como es devolverle al Estado estas tierras.

La nula vigilancia de este sitio ha permitido que joyas arqueológicas nativas, como vasijas de barro que servían para enterrar a los muertos, hayan sido hurtadas.

Ante el desconocimiento del valor que estas piezas tienen, habitantes que las han encontrado, las ocupan para guardar agua. Algunas han sido recuperadas para exhibirlas en el museo municipal.

Casquín explicó que los pipiles envolvían los cadáveres con telas y luego los colocaban amarrados de manos y pies, en forma fetal, dentro de las vasijas para después enterrarlos.

Si el fallecido era hombre, ponían una flecha de jade oscuro con la punta hacia arriba sobre la superficie del suelo. Si era mujer, la pieza era blanca y cuadrada (ver ilustración).

 

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1 comentario:

  1. Aqui desaparecio la oportunidad de un museo que atraeria monton de turistas generando quien sabe cuantos empleos. Nos vamos a acabar todos estos patrimnios y jamas entenderemos el valor de todo esto. Majes!

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