La nota del día: Un consejo económico de existencia fantasmagórica

Las interrogantes que surgen son: ¿Quiénes asesoran a esa gente, con base en qué estudios están dando cuerpo a lo que sería su iniciativa y si han discutido con los que resultarían afectados?

Editorial. Jueves 24 de Septiembre. Tomado de El Diario de Hoy.

No hay decreto ejecutivo que lo legalice, no hay listas, no hay convocatorias, no se conocen agendas ni se sabe cuáles serán sus competencias, pero se anuncia la entrada en funciones del Consejo Económico Social. Lo que queda claro es que para muchos en el gobierno, estructurar políticas económicas y programas relacionados con la vida de la gente es una facultad de cuerpos multitudinarios, donde quepan desde asociaciones de vendedores callejeros hasta ONG rurales. Dentro van a meter al que lo pida, indistintamente de las cualificaciones que tenga para analizar y menos decidir sobre políticas de Estado.
Los únicos que en apariencia han sido nombrados son miembros y representantes del sector "social": las ONG, iglesias, ambientalistas, sindicatos, empleados públicos, pequeña empresa, movimientos feministas y gays, maestros… con sólo estos grupos, considerando que si se admite a uno es difícil excluir a otro, puede llenarse un teatro. Un vocero ya anticipó que se están reuniendo de manera informal para presentar propuestas sobre reforma fiscal.

Las interrogantes que surgen son: ¿Quiénes asesoran a esa gente, con base en qué estudios están dando cuerpo a lo que sería su iniciativa y si han discutido con los que resultarían afectados? Las políticas fiscales ---como las referentes a la salud, al campo energético, lo cultural y todo lo que es un país— se modifican después de análisis, discusión, consultas con entidades extranjeras, debate público y mucho pensamiento. Hay que establecer cómo una política fiscal afectará o favorecerá la inversión, va a incidir sobre la competitividad y si se puede predecir que se incremente o se reduzca la recaudación tributaria.

Esto, a su vez, toca lo esencial del sistema democrático, que nuestra Constitución define como representativo, versus la democracia "directa" en la que, en teoría pues nunca funciona así en la práctica, cada ciudadano y cada sector decide sobre las políticas e iniciativas públicas. Se da cuando se montan marchas para oponerse a la construcción de una carretera, aunque ninguno de los que salen a la calle tenga la menor idea de cómo se llegó a decidirlo y cuáles serían las alternativas. Esta democracia directa tiene validez en comunidades pequeñas de países desarrollados, como los cabildos en Estados Unidos (town hall meetings).

De un tumulto, políticas de Nación

Pongamos otro ejemplo: ¿En un país pobre, qué es más conveniente, asignar mayores recursos a la medicina curativa o a la preventiva? ¿Cómo se prioriza el gasto destinado a la cultura, a las relaciones internacionales, al combate de plagas o la protección de cauces?

En sentido figurado, el problema de asignar recursos en un país pobre es similar al del hombre que se cubre con una frazada pequeña: si se tapa la espalda le quedan al descubierto los pies y a la inversa. Si son muchos los que están en esa cama, habrá un terrible forcejeo para ocupar lo más posible de la frazada, precisamente lo que se puede esperar en las deliberaciones del augusto Consejo Económico y Social. En vez de un Consejo, habrá un anárquico circo.

¿Quiénes, a la postre, se aprovechan de desórdenes, tumultos y confusión general? Es obvio que los organizadores, los que fijan las reglas, escogen a los participantes y establecen las agendas y los calendarios, los que tienen la sartén por el mango. Sólo los muy ingenuos van a creer que el Consejo tendrá independencia y que sus resoluciones responden a serios análisis.