Lo que interesa analizar es el proceder y accionar de los gobiernos del mal llamado socialismo del siglo XXI en aspectos concretos del ejercicio del poder.
Escrito por Roberto Rubio-Fabián. Lunes 21 de Septiembre. Tomado de La Prensa Grafica.
En los dos artículos anteriores hacíamos referencia a dos rasgos fundamentales de la “otra izquierda posible”: por un lado, mente abierta y no dogmática, tolerancia, capacidad crítica no solo hacia lo otro sino a sí misma, formas renovadas de interpretar la realidad; y por otro lado, capacidad de conmoverse ante el sufrimiento ajeno y la injusticia, solidaridad, ética, generosidad. En fin, pensar y sentir de otra manera es y debe ser posible al seno de la izquierda.
En los comentarios recibidos a estos dos primeros artículos no han faltado algunas críticas de izquierdistas conservadores. Unos, posiblemente afectados por haberles tocado el negocio de sus dogmas y credos (lucha de clases, dictadura del proletariado, materialismo histórico, etcétera) o por simple temor al cambio de paradigma, afirman que estos planteamientos sobre “otra izquierda es posible” no hacen más que hacerle el juego a la derecha, y que son posiciones “light” y acomodadas al capital que solamente contribuyen a desteñir la pureza del catecismo rojo. Es el pobre argumento de siempre: si no estás conmigo o me criticas, eres de derecha o funcional a la misma. Pereza y esclerosis mental que mantiene atrapada en telaraña pensamiento y nuevo conocimiento. Otros comentarios, en nombre de la frialdad del análisis científico, consideran que eso de la capacidad de sentir y conmoverse no es más que cursilería humanista pequeño burguesa.
En fin, está claro que para tal conservadurismo izquierdista es fácil exclamar hacia afuera, “otro mundo es posible”, “otra América Latina es posible”, pero difícil o mejor dicho imposible susurrar hacia adentro, “otra izquierda es posible”.
Ahora bien, como dijimos anteriormente, no solo lo que piensa y siente define a la izquierda sino también lo que hace y practica. Nos interesa ahora hacer algunas reflexiones sobre el ejercicio del poder de ciertos gobiernos autodenominados de izquierda, arropados en esa nebulosa conceptual que es el mal llamado Socialismo del Siglo XXI. Como hemos mencionado en otra ocasión, este “no tiene un cuerpo teórico desarrollado, y ha generado su identidad en la negación del otro más que en la afirmación de sí. Por tanto, no es posible realizar un análisis a sus fundamentos, simplemente porque no los tiene. De ahí que la crítica, con toda razón, se tenga que dirigir más hacia lo que hace que hacia lo que piensa”. (LPG, 10/2008)
Al respecto, como punto previo hay que saber reconocer dos cosas. En primer lugar, casi todos los gobiernos que se han enmarcado dentro del “Socialismo” del Siglo XXI han sido producto del fracaso de los esquemas neoliberales, y la pulverización de la credibilidad del sistema tradicional de partidos políticos. Como también lo señalé en su oportunidad, “es importante recordarle a muchos de los detractores del presidente Hugo Chávez, que este adefesio histórico es parto de su propio fracaso: de un sistema político corrompido y deslegitimado, del desgaste de las políticas económicas neoliberales, de la injusticia y enorme desigualdad social que convivieron con la opulencia venezolana. Chávez encarna venganza de la historia hacia un sistema que cayó en estado de putrefacción”. (LPG, 12/2007)
En segundo lugar, que a pesar del uso indiscriminado de los ricos excedentes del petróleo o del gas, y del enriquecimiento personal y familiar de algunos de los detentadores del poder, dichos excedentes han sido también mejor distribuidos hacia los sectores pobres de la población. Sectores que por cierto constituyen fuerte base de la popularidad de algunos de esos regímenes, como sucede en el caso venezolano y boliviano.
Pero ni las causas que favorecieron y justificaron la llegada al gobierno de los “socialistas del siglo XXI” de ninguna manera puede justificar su actual ejercicio del poder, ni sus acciones sociales a favor de los pobres es en absoluto suficiente para definir su contenido socialista y de izquierda.
Lo que interesa analizar es el proceder y accionar de los gobiernos del mal llamado socialismo del siglo XXI en aspectos concretos del ejercicio del poder. Nos referimos a aspectos que son claves en la definición de una agenda de izquierdas hoy en día, nos referimos a los planteamientos que se tienen frente a temáticas como: la descentralización, los procesos electorales y las elecciones, los balances del poder, el rol de las instituciones, la libertad de expresión, la ética, la relación del partido con la ciudadanía y del Estado con la sociedad, así como otros aspectos vinculados a lo que lisa y llanamente entendemos como democracia, póngasele el apellido que se le quiera poner. Esto es lo que trataremos de abordar en nuestra cuarta entrega.
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