Mensaje a la nación. 15 de septiembre. Fecha clave para captar la mejor atención de todos los funcionarios, políticos, gremiales, medios de comunicación y ciudadanía en general. El presidente Mauricio Funes, desde mi punto de vista, aprovechó la coyuntura de ese día para lanzar uno de los mensajes más importantes desde su victoria electoral, el pasado 15 de marzo. Los otros dos mensajes fundamentales han sido el de la noche de su elección, y el de la mañana de su juramentación como mandatario, el 1.º de junio pasado.
Escrito por Gabriel Trillos. Domingo, 20 septiembre. Tomado de La Prensa Grafica.
Al analizar los tres mensajes, el presidente tiene consistencia en los planteamientos fundamentales y generales, como el llamado a la unidad nacional; sin embargo, en cada uno de ellos, este llamado de unidad nacional ha ido acompañado de otras apuestas y mensajes complementarios, y es en esos “detalles” en donde podemos ir encontrando alguna evolución de la gestión de Funes.
El 15 de marzo, un mensaje reconciliador y el llamado a la unidad nacional sorprendieron a todos. La apertura, los puentes y el llamado a la cordura sirvieron para cerrar el ciclo presidencial de Antonio Saca hasta el 1.º de junio. Dos meses y medio en donde el trabajo estrecho y la coordinación de equipos fueron ejemplo de una transición ordenada y alabada en cumbres presidenciales y gobiernos extranjeros.
El 1.º de junio, un mensaje crítico en exceso opacó el nuevo llamado a la unidad nacional. La nueva oposición política y algunos sectores se guardaron la mano que habían extendido. Un inicio de gobierno con la marea en contra; sin embargo, el presidente tuvo la habilidad de imponer algunos correctivos y dar señales y mensajes concretos sobre su real disposición de construir basándose en diálogo.
El 15 de septiembre, un mensaje determinante en el que el presidente marca su rumbo definitivo. El llamado a la unidad en esta ocasión va acompañado de un real compromiso unificador y se aparta de la militancia del partido que le sirvió de vehículo para llegar a la silla presidencial. Se desvincula públicamente del compromiso partidario para recuperar su margen de maniobra e intentar construir desde su visión los pactos y las reformas que pidió en el mismo discurso de independencia.
La relevancia del mensaje del pasado martes se afinca además en los otros temas que el presidente expuso, en donde revela su filosofía y los pasos sobre los cuales delineará las reglas y la señalización del camino propuesto.
En este mensaje a la nación el presidente no solo llama a la unidad y se aparta de la militancia, sino que también pide reformas al sistema electoral para que se “haga más participativo y amplio...” , planteando así la necesidad de espacios de otras fuerzas políticas o de nuevas instituciones partidarias con diferentes planteamientos y visiones.
El presidente intenta volcar sus esfuerzos en la seguridad. Tras dejar encaminados algunos programas del plan anticrisis en el rubro económico, acepta en este discurso que la seguridad “es el mayor drama de El Salvador”, que tenemos un problema fundamental de narcotráfico y crimen organizado y que necesita mejores leyes y medidas drásticas. Además, claro está, de la unión de todos los sectores para hacer el frente común.
El presidente pide también un pacto económico y social y vuelve a revisar su definición de Estado.
El mensaje deja planteados muchos aspectos fundamentales para impulsar una nueva dinámica de país, y ahora viene el momento de ejecutar y de definir las reglas del juego sobre las cuales los diferentes actores deben sentarse a la mesa y hacer compromisos. El diseño del proyecto es aún un poco difuso en algunos trazos, pero hay que acelerar el paso para confrontar y cambiar de rumbo y operativizar.
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