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2009/09/24

Jorgito y la canción de Silvio

Escrito por Marvin Galeas.Miércoles 23 de Septiembre. Tomado de El Diario de Hoy.

Jorgito tenía sólo 8 años cuando le mataron al papá, allá en los Cerros de San Pedro. A Jorgito, piel trigueña y ojos inquietos, apenas le quedó tiempo para llorar. El operativo contrainsurgente seguía apretando y no era cuestión de misas y lágrimas. Al papá lo enrollaron en un plástico negro y lo enterraron. La mamá alcanzó a tirarle una flor silvestre a la tumba de su marido de toda la vida. Y allí quedó enterrado en la ladera de algún lado arriba de Quebrada Seca.
Bajo el vuelo rasante de los aviones A-37 y helicópteros, la columna guerrillera se desplazó por el bajo Lempa, hasta llegar a la zona de Tres Calles, allí donde los guerrilleros bajo el mando del legendario Santos Lino Ramírez, creían que tenderse en medio de un combate era una mariconada. Y allí en Tres Calles, en el sur de Usulután creció Jorgito. Aprendió a leer, escribir y algo de aritmética.

Su mamá era de las estructuras políticas, de las que explicaban a la gente los motivos de la lucha. Pero en 1987 cayó también en combate. Y Jorgito quedó huérfano. Heleno Castro, conocido como comandante Carmelo, uno de los miembros del Comité Central del ERP, campesino, delgado y risueño, lo adoptó como su radio operador y como hijo.

Antes de la guerra Carmelo había sido sastre y agricultor. Pero desde que aprendió a combatir se volvió tigre de las guerrillas. Lo recuerdo especialmente un día en la Guacamaya, en Morazán, dirigiendo la contención de 6 unidades de la Brigada Atlacatl. Bajo una lluvia de morteros. Miraba un mapa y daba órdenes de manera serena a través del radio.

Por donde andaba Carmelo, andaba Jorgito. Un día Heleno Castro consiguió novia. Se llamaba Margarita. Ella era de San Salvador. Tenía la voz suave, los ojos negros y las piernas bonitas. Para Jorgito, que por esos días ya era un adolescente, era como haber conseguido una mamá. Margarita no era mucho mayor que él, pero con el tiempo llegó a quererlo como un hijo.

Heleno Castro, comandante Camelo, llegó a ser por su valentía, por su don de gente, por su extraordinaria generosidad, miembro de la dirección del Ejército Revolucionario del Pueblo, ERP. Participó y dirigió decenas de batallas y siempre salió ileso. Pero recién terminada la guerra, sólo unos meses después de la firma de los Acuerdos de Paz, como en la canción de Silvio Rodríguez, "corrían los días de fines de guerra, y había un soldado regresando intacto, intacto del frío mortal de la tierra, intacto de flores de horror en su cuarto".

"Pero el que anduvo intacto, rodó por la tierra: huérfano, desnudo, herido, sangrando". En una confusa discusión de accidente de carros le pegaron un tiro a Carmelo. Y se nos murió. Y Jorgito volvió a quedar huérfano. Y esta vez ya tenía hermanitos.

Pero Carmelo a lo largo de la guerra forjó un carácter a su hijo adoptivo basado en la disciplina, la solidaridad y el valor de la amistad. Jorge sacó el bachillerato acá en San Salvador, se metió a estudiar licenciatura en contabilidad en la universidad. Buen estudiante. Buen hijo. Buen hermano. Buen amigo. Hace unos años cuando yo era director de radio, lo contratamos como jefe de contabilidad y allí nos hicimos amigos.

En su trabajo era simplemente brillante y cumplidor. Cuando la radio desapareció (después que me fui) Jorge consiguió trabajo en una alcaldía y en sus ratos libres lleva la contabilidad de varios pequeños negocios. Casi siempre, aunque es varios años menor que yo, nos vemos los sábados con Israel, otro gran amigo, y vemos partidos de la Liga Española. Mis hijas ven a Jorgito y a Israel como un par de familiares, han crecido viéndolos y más de una vez me han hecho favores importantes.

A Jorgito no le importa que yo sea del Real o del Barcelona, ni le importan mis puntos de vista políticos que no tienen nada qué ver con los suyos. Nuestra amistad no depende de la topografía derecha o izquierda, sino simplemente del cariño, de lo que nos tocó vivir de la amistad con Margarita, su madre adoptiva, y del recuerdo común de ese gran hombre que fue Heleno Castro, el comandante Carmelo, una de las muertes más dolorosas por lo injusta y absurda, a pocos días de haberse terminado la guerra, como en la canción Gaviota de Silvio. (Últimos ejemplares del libro "Crónicas de guerra" en oferta

3 comentarios:

  1. Estos articulos son poco relevantes para la realidad nacional. Eso acompañado a la historia tan asquerosa del escritor hacen una mezcla indigerible. Este sitio no es muy comentado y sinceramente pues publicando a este tipo de personas creo que es poco realista esperar un mejora en la frecuencia de visitas. Les recomiendo que filtren mejor sus publicaciones.

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  2. Como puede este semejante s.... citar a Silvio!!!! No fue consecuente durante la guerra, ni despues y no ahora!! Debe citar a sus patronos, a Cristiani..etc etc.. pero a Silvio??? que atrevimiento y falta de ubicacion en la realidad.

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  3. A este sujeto no le queda nada de verguenza en el cuerpo. Es una blasfemia que cite a Silvio para relatos de la guerra que ahora mil veces niega con diaria existencia. No lo citen... hay otros derechistas atrazados y lerdos que resultan mas interesantes por su autenticidad. No le publiquen.

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