"Irán es un país único en su género, en sentido negativo: promueve una ideología extremista, está involucrado en actividades políticas subversivas en los países de la región, financia, entrena y pertrecha organizaciones terroristas, reprime a su propia población infringiendo todas las normas internacionales vigentes en materia de derechos humanos, educa a sus jóvenes en la adopción de la violencia como modo legítimo de vida y se niega a acatar las demandas de la comunidad internacional…" De un reporte internacional
Editorial. Miércoles 23 de Septiembre. Tomado de El Diario de Hoy.
La crispación ideológica, política y social en que está inmerso Irán es una mortal amenaza para sus vecinos, para el Estado de Israel, para el Medio Oriente y para el mundo entero. El país está en poder de una teocracia anclada en el Medievo que se niega a aceptar los portentosos cambios y la irreversible transformación de todos los pueblos de la Tierra, comenzando por el Descubrimiento de América, la invención de la imprenta, la revolución de las comunicaciones y el despuntar de la Edad del Conocimiento.
Lo más grave en la radicalización del régimen iraní es su proclamada intención de destruir el Estado de Israel, sobre el cual apila todas las calumnias y acusaciones imaginables. En este contexto, la inminente probabilidad de que logre fabricar artefactos atómicos de destrucción masiva hace de la cuestión iraní una amenaza de nivel rojo de la que nadie puede sustraerse; sea por agresión directa o por efectos mediatos, el desquiciamiento global en lo económico, político, social, militar y humano que causaría un ataque nuclear a Israel, acarrearía enormes sufrimientos a todos pero en especial a las naciones menos desarrolladas, las que a costa de muchos sacrificios han podido mitigar, en alguna medida, los efectos de la actual recesión mundial.
¿El origen del desastre? El señor Carter
Las principales víctimas de la casta teocrática son los propios iraníes, sobre todo las mujeres que son relegadas a la condición de personas de segunda clase. En esto la mujer fue forzada a retroceder en los derechos y libertades que tenía en la época del Shah, cuando vestían, trabajaban y participaban de la vida pública con muy poca diferencia de sus homólogas de Occidente. En la actualidad están forzadas a cubrirse de pies a cabeza, no tienen acceso a muchos lugares públicos y están supeditadas a sus parientes masculinos. En el interior del país, las lapidaciones, los matrimonios infantiles en que las niñas son casadas antes de los diez años y las muertes por honor (los familiares matan a las mujeres que consideran los han deshonrado), son frecuentes.
El origen del desastre tiene un nombre: Jimmy Carter, expresidente de Estados Unidos, quien instigó el derrocamiento del Shah y la entronización de la actual casta, con lo que rompió los equilibrios militares, políticos y económicos del Medio Oriente. Las consecuencias inmediatas de la caída del Shah fueron la invasión de Afganistán por los soviéticos, el desencadenamiento de los movimientos fundamentalistas y la guerra entre Irán e Iraq, iniciada cuando Sadam Hussein quiso valerse de las conmociones internas en Irán para derrotarlo, lo cual inició una conflagración que costó la vida a más de dos millones de hombres. Es un sarcasmo que Carter, el autor indirecto de los genocidios que se desataron, obtuviera el Premio Nobel de la Paz, el Nobel chatarra que también se otorgó a Arafat y a la Menchú.
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