Escrito por Kalena de Velado. Domingo 27 de Septiembre. Tomado de La Prensa Grafica.
La situación actual de la mujer en el mundo varía mucho según el área geopolítica en que se encuentre. En los países del norte, en especial la Unión Europea y EUA, la promoción de la mujer ha tenido un gran avance gracias a la igualdad jurídica. En el sur, el avance es más lento a pesar de que están adelantadas las leyes.
Según una encuesta del Programa PNUD el 70% de los pobres del mundo son mujeres, así como dos tercios de los 900 millones de analfabetos. La pobreza de la mujer presenta dramas más profundos cuando se considera la realidad de que es ella, en la mayoría de los casos, la encargada de conseguir condiciones dignas de vida para la familia, algo cada vez más difícil en aquellos países en desarrollo.
En El Salvador, según el último Censo de Población y Vivienda 2007, la población femenina es el 52.7%, es decir, 3,024,742, del total, 5,744,113. La población masculina es el 47.3%. Es decir, somos la mitad de la fuerza laboral de este país. Es importante resaltar que la micro y pequeña empresa genera 376,941 puestos de trabajo, de los cuales 207,363 son mujeres.
Mary Ann Glendon, profesora de Derecho de la Universidad de Harvard, al considerar la promoción de la mujer, reconocía la contribución realizada por Naciones Unidas al proclamar la dignidad e igualdad de las mujeres, comenzando con la Declaración Universal de Derechos Humanos en 1948. Eleanor Roosevelt, ex primera dama de Estados Unidos, quien presidió la comisión que redactó la declaración de 1948 y defensora de la igualdad de oportunidades para las mujeres, indicaba que el hogar familiar es donde “hombres y mujeres viven como hombres y mujeres y se complementan unos a otros”.
Para que la mujer sea sujeto pleno de derechos, es necesario facilitar igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Este esfuerzo implica reconocer y trabajar en el logro de dos aspectos: primero, considerar la igualdad respetando las diferencias, y segundo, lograr la presencia de las mujeres en los diferentes ámbitos de la vida profesional y pública, a todos los niveles. Por otro lado, creemos que cada mujer ha de poder sentirse libre de ser ella misma, sea cual sea el trabajo que desarrolle. No debería encontrarse nunca forzada a elegir entre maternidad y carrera; es más, precisamente porque es madre debería ser todavía más apreciada en su ambiente de trabajo, en la familia, en la empresa y en la política.
Se han de crear las condiciones culturales y sociales que permitan que ninguna mujer se sienta obligada a imitar a los varones para obtener un trabajo o para conservarlo y progresar en él. Igualmente, se han de dar los presupuestos para que ninguna se vea forzada a ocultar su condición de madre, o a fingir que esta circunstancia es irrelevante para su vida laboral o profesional.
Hace poco el Dr. Cristian Conen, conferencista argentino, mencionaba que es tiempo de tomar conciencia de la ecología humana, es decir, del hábitat personal que es la familia, por lo que debería ser un tema transversal y estar en todo Consejo de Ministros con categoría propia. Así, cualquiera que sea el tema que se trate, se haga desde el punto de vista de su impacto positivo o negativo en la familia. Las políticas públicas y empresariales deberían, por tanto, adaptarse a la maternidad y a la paternidad; de lo contrario, serán injustas también para todo el resto del cuerpo social. Conviene que la legislación apoye a padres y madres, por el bien del hijo, de la propia empresa y de la sociedad.
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