Ojalá la solución termine en un compromiso en pro de la democracia.
Editorial. 24 de Septiembre. Tomado de Contra Punto.
SAN SALVADOR – El golpe de estado protagonizado en Honduras a finales del mes de junio pasado trajo como consecuencia una alteración significativa en el proceso democrático centroamericano, independientemente de su fragilidad.
Sectores de derecha en Centroamérica no hayan cómo justificar el hecho, especialmente porque la posición de Washington y de la Unión Europea está en contra de la arbitrariedad cometida.
Unos que tratan, sin fuerza en los argumentos, de culpar al depuesto mandatario Manuel Zelaya, por su afinidad con su homólogo Hugo Chávez. Otros con una imaginación más fantasiosa, que “se paró el comunismo en Honduras”. No van al hecho concreto de la fractura de orden constitucional de Honduras, así como su repercusión en la región.
Honduras vive momentos cruciales. En estos momentos es un foco de atención a nivel mundial. Lo importante es que esta pobre nación regrese al cauce democrático.
Zelaya llegó a Tegucigalpa montado en una operación internacional que involucra a varios países de Latinoamérica. Washington no tienen el protagonismo, pero sus señales están claras en contra del golpe de estado.
Ojalá la solución termine en un compromiso en pro de la democracia, para que todos en esta región sepan que una arbitrariedad de esta naturaleza no quedará impune.
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