Al cumplirse los primeros cien días del gobierno del presidente Mauricio Funes, el flagelo de la delincuencia que continúa azotando con fuerza a nuestro país debería de hacernos reflexionar sobre las medidas y estrategias urgentes que deben implementarse para su total erradicación.
Escrito por Salvador Guevara Casco. Viernes 18 de Septiembre. Tomado de La Prensa Grafica.
Desde las épocas de los ex presidentes Flores y Saca se vienen implementando medidas coercitivas en contra de la violencia delincuencial que si bien pudieron haber tenido algún efecto positivo inmediato para minimizar tal flagelo, al final fueron un fracaso.
Nuestro país se ha convertido en una especie de laboratorio delincuencial en donde los antisociales cada día adoptan nuevas estrategias que les permiten ser más efectivos en su accionar en contra de la población honrada y trabajadora que no debería estar pagando los platos rotos de este desorden y deterioro del tejido social de nuestro país. Mientras tanto los gobiernos anteriores y el de turno continúan probando estrategias que en muchas ocasiones no son las más efectivas para poner freno a este flagelo.
¿Qué podemos hacer en circunstancias tan difíciles como las actuales? ¿Se deberían seguir implementando las estrategias coercitivas del pasado como la mano dura o superdura solo cambiándoles de nombre? El acompañamiento de efectivos del ejército en los operativos que realiza la PNC ha sido bien visto por la población que lamenta la inseguridad que se vive en el país.
Pienso que también debería implementarse otro tipo de medidas que propendan al desarrollo integral de la personalidad del niño desde temprana edad. Sin embargo, es una tarea que no debemos dejársela solo al Gobierno, tenemos que involucrarnos todos, comenzando desde la familia, siendo padres responsables con la educación de nuestros hijos. Asimismo la escuela juega un rol importantísimo en el proceso de socialización del individuo que debe ser bien aprovechado por los maestros en las aulas.
Daniel Goleman, autor del libro “La inteligencia emocional”, sostiene que las personas que no desarrollan su inteligencia emocional son más proclives a cometer hechos delictivos. El desarrollo de la inteligencia emocional en los niños y jóvenes debería preocupar sobremanera a los padres de familia y maestros por ser los formadores de la personalidad y el carácter de los niños. Si bien el desarrollo intelectual de los niños y jóvenes en los centros educativos es de vital importancia, no menos importante es el desarrollo de la inteligencia emocional.
En el gobierno anterior a nivel del MINED existió mucho interés en descubrir niños talento generalmente con un alto coeficiente intelectual para proporcionarles una educación académica acelerada por la mayor capacidad de aprendizaje que estos poseen. Algo similar deberían implementar las actuales autoridades del Ministerio de Educación con relación a la inteligencia emocional, tratando de proporcionar a los estudiantes una formación que les facilite su desarrollo integral.
Si en el pasado existía la asignatura de Moral y Cívica que permitía capacitar a los estudiantes en el fomento de distintas clases de valores, buenos hábitos y buenas costumbres, hoy en día bien podría introducirse en el currículum de parvularia, educación básica y bachillerato la asignatura de “Educación emocional”. Las personas con un alto grado de inteligencia emocional tienen mayor capacidad para superar los obstáculos que encuentran en sus vidas, saben resolver con eficiencia cualquier tipo de conflicto que se les presente con asombrosa facilidad. Son personas tolerantes que saben salir airosos de las presiones y el estrés que produce el trabajo. También tienen facilidad y capacidad para trabajar en equipo y siempre adoptan una actitud empática ante las dificultades y los problemas de los demás. La ausencia del fomento de la inteligencia emocional entre los niños y jóvenes bien podría ser una de las causas que esté influyendo en el alto grado de violencia que se vive en nuestro país.
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