Comentarios mas recientes

2009/09/29

La institucionalidad no puede ser ambigua en ningún sentido

En estos momentos, estamos viendo un fenómeno nuevo, aún sin procesar: la toma de distancia entre el Gobierno, y, particularmente, entre el Presidente de la República y el partido que fue el vehículo que lo condujo al poder.

Escrito por Editorial. Martes 29 de Septiembre. Tomado de La Prensa Grafica.

Una de las características más determinantes de la democracia es su comprobada capacidad de clarificación del ambiente político, por la vía del ejercicio legal del régimen de libertades. En la democracia, todo debe estar regido por la ley; y cualquier sospecha de que la legalidad pudiera haber sido vulnerada o evadida genera reacciones de inseguridad y rechazo. En nuestro país, la práctica tradicional ha permitido que los intereses y aun los caprichos políticos se antepongan al imperio de la ley en sus variadas expresiones, y eso ha hecho que la institucionalidad sea tan poco confiable y hasta sospechosa.

El país y su proceso democratizador están viviendo, en estos días, una experiencia de alternancia política sin precedentes. Esto puede ser muy aleccionador para todos, pero para que lo sea se requiere de mucha conciencia de la respectiva responsabilidad en los diversos sectores y actores nacionales. Para empezar, los políticos. En estos momentos, estamos viendo un fenómeno nuevo, aún sin procesar: la toma de distancia entre el Gobierno, y, particularmente, entre el Presidente de la República y el partido que fue el vehículo que lo condujo al poder. Tal distanciamiento –en sentido de tomar adecuada distancia– es, en sí, propio de la democracia en fase de maduración; pero eso requiere mucha claridad en los respectivos posicionamientos, mucha seriedad en el cumplimiento de los correspondientes roles políticos y, sobre todo, mucha responsabilidad institucional.

Al no darse de manera suficiente y clara dichos componentes, vienen los malentendidos, los exabruptos, las interpretaciones y las sospechas. Como ha ocurrido en el caso Zelaya, que es un nudo de medias verdades y de mentiras solapadas.

La democracia exige certezas

Como hemos venido expresando de manera reiterada, sobre todo a lo largo de este ya prolongado tramo de la transición en el que la alternancia política se anunció en los hechos electorales y cuajó en la decisión popular, tenemos todos que estar preparados para los cambios que ello significa; y aquí no se trata de “cambios” abanderados voluntariosamente desde la conducción política y administrativa, sino de la incorporación inevitable de nuevas expectativas, nuevas actitudes y nuevas responsabilidades a la agenda de la realidad nacional, y, por consiguiente, a la lista de encargos urgentes que tienen que cumplir todos los sectores y actores nacionales.

En el caso del presunto apoyo logístico del FMLN al retorno clandestino del Presidente Zelaya a Tegucigalpa, el punto principal no es cómo apoya el Gobierno y cómo apoya el partido, sino la notoria ambigüedad de la situación. Esto es lo que la normalidad democrática no admite, en especial cuando se trata de posiciones que comprometen la responsabilidad internacional del país, el que no haya posibilidad de dobles lecturas de cualquier tipo es exigencia inexcusable. Y eso se agudiza en este caso, porque, tanto por la vecindad inmediata como por los estrechos vínculos humanos y comerciales, y por los antecedentes conflictivos, se trata de una relación especialmente sensible.

El punto clave, sobre todo en el momento actual, está en saber a ciencia cierta lo que ocurre y cómo ocurre, y no por razones políticas, sino en función de la estabilidad que todos debemos asegurar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.