Como decía Erhard, la gran figura del liberalismo, no existen semi-embarazos: o somos democracia o estamos cayendo en el despotismo y la pérdida de las libertades
Editorial. Lunes 28 de Septiembre. Tomado de El Diario de Hoy.
En los menos de cuatro meses de la actual administración el país ha sufrido un incremento aterrador de la violencia, de los secuestros, de actos estrafalarios (el paso de "Mel" por nuestro país) y un socavamiento de las normas de buen gobierno. Muchos ministerios y entidades públicas están ahora en manos de improvisados, que no cuentan ni con los conocimientos ni la experiencia ni la ética ni las entendederas para desempeñarse con algún acierto. El caso más patético es el del Seguro Social, donde profesionales de gran trayectoria y prestigio han sido desplazados para dar empleo a activistas sindicales, lo que pone en alto riesgo la salud de los derecho habientes.
La situación prácticamente define lo que debe ser el papel de los partidos de oposición, comenzando por el mayoritario ARENA. Les toca analizar paso a paso, día a día, los actos del actual gobierno, señalar transgresiones a la ley, abusos de poder, medidas atolondradas, debilitamiento del orden democrático. Debe la oposición llamar al debate permanente de las propuestas legislativas, de lo que afecta la producción, de lo atañero al empleo y la seguridad de los pobladores.
La naturaleza de la amenaza contra el orden republicano y democrático –-una amenaza en la que se conjugan el crimen organizado, las pandillas, la interferencia de regímenes dictatoriales en los asuntos internos de El Salvador, los grupos terroristas y el fundamentalismo islámico— obliga a la permanente vigilancia y también a la permanente denuncia; no son admisibles las componendas con el delito y la flaqueza frente a los malhechores.
Los partidos en la oposición tienen que fortalecer su ideario y su membresía, sus estructuras de mando y de control, su relación con los ciudadanos que comparten iguales o similares principios y valores. Lo más nefasto son los intentos por dividir, sembrar la cizaña entre los sectores partidistas, desconocer los liderazgos naturales.
Es inaceptable la intriga para dividir
En este escenario es tan incomprensible, como intolerable, la tarea a la que se ha abocado "el primo": andar de un sitio a otro de la República alentando desobediencia, intentando torcer voluntades, esforzándose por crear estructuras paralelas de autoridad en la conducción partidista.
No tenemos claro lo de "el primo". No tiene nombramiento, no destaca como profesional, no se sabe a quién sigue. Lo que le sirve es su gran habilidad para darse a querer; le valen, se dice, sus contactos dentro del partido. La confusión se presenta en las directivas de pueblo y departamentales, que no parecen estar del todo claras de que lo que pasó, pasó y sería ruinoso mantenerlo vivo artificialmente. Sus interminables meneos debilitan la capacidad del partido para montar la resistencia cívica que El Salvador necesita más que nunca.
Como decía Erhard, la gran figura del liberalismo, no existen semi-embarazos: o somos democracia o estamos cayendo en el despotismo y la pérdida de las libertades y del control sobre nuestras vidas. O somos libres o caemos en una dictadura. No hay rutas intermedias.
La dirigencia de cada partido a este lado de la democracia tiene la obligación de llamar al orden a los que crean que es posible estar con Dios pero también tener tratos con el diablo. El debilitamiento de la disciplina interna, de las estructuras, de principios y objetivos, de las voluntades, es inaceptable y repugnante.
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