La mayoría de los diputados, 64 para ser exactos, dieron sus votos el pasado jueves para reformar la Ley de la Carrera Policial que incluye, entre otros ajustes, eliminar el examen de ingreso a la Policía Nacional Civil (PNC). Una decisión sumamente extraña que ya genera debate e inquietud de las autoridades de la Seguridad.
Escrito por Gabriel Trillos.25 de Julio. Tomado de La Prensa Gráfica.
La reforma al artículo 19 de esta legislación es defendida por algunos diputados con el argumento de la urgencia de que haya más policías en la calle y que este requisito para los graduados de la Academia Nacional de Seguridad Pública (ANSP) atrasa el ingreso de nuevos agentes a la corporación policial y por tanto debe ser eliminado. Y una vez más, utilizando de base un buen fin, se realiza una mala decisión.
Si bien es cierto que el país necesita más policías en la calle, más personal realizando labores de seguridad para cuidar a los ciudadanos, y se ha insistido, y he insistido, en que debemos utilizar todos los recursos con los que se cuente para combatir el crimen, creo que hay que tener ante todo buenos agentes policiales. No se puede eliminar un requisito que pone a prueba los conocimientos obtenidos en la academia. Es un mal precedente. La urgencia no debe significar flexibilizar requisitos de formación de quienes tienen la delicadísima misión de enfrentar a los delincuentes, de mantener a salvo la sociedad, de cuidarnos a todos.
El mensaje no es el adecuado. El profesionalismo es una condición fundamental para realizar una labor de manera eficiente. Si el argumento de los diputados es válido, entonces las universidades deben eliminar los requisitos de graduación de todas y cada una de sus carreras y comenzar a flexibilizar para enviar flojos profesionales al mundo laboral; podemos decirle a las autoridades del sector judicial que eliminen el procedimiento para obtener el notariado, o que se eliminen algunas pruebas para ser juez de la República o en vez de ternas para seleccionar funcionarios principales en los tribunales, que se haga de dedo; o mejor aún, dada las urgencias podemos eliminar requisitos para elegir funcionarios de elección de segundo grado como magistrados de la Corte Suprema de Justicia, fiscal general de la República, procuradores, miembros del Consejo Nacional de la Judicatura, y que se decida de forma expedita en otras instituciones sin pasar por la Asamblea Legislativa y así nos ahorramos atrasos que han dejado acéfalas las instituciones o han impulsado decretos de extensión de períodos que entran en conflicto con la Constitución.
Los señores diputados han enredado en la misma reforma el ingreso a la PNC y el procedimiento de ascensos, y hasta donde tengo entendido las autoridades mismas encargadas de la Policía lo que buscan es agilizar los ascensos en la carrera, no abrir las puertas de par en par en los ingresos a la policía.
Creo que la labor de un policía es lo suficientemente delicada como para pensar en que no debemos ser lo más exigente posible con quienes van a desempeñarse en la tarea. Un policía es un hombre armado con poder de decisión incluso sobre la vida de los civiles. Un policía debe gozar de la confianza de los ciudadanos. Y los ciudadanos quisiéramos tener la certeza de que lo que envían a la calle son buenos policías. Formados con una visión clara de combate a los delincuentes, entendiendo que su misión principal es proteger a los ciudadanos, los derechos de los honrados y trabajadores, y no, como piensan algunos, sobreponer los derechos de los criminales. Creo que los diputados, como dicen los abuelos, han confundido el sebo con la manteca.
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