Eduardo Torres.03 de Julio. Tomado de El Diario de Hoy.
Alta es la fiebre mundialista, y cómo habría de ser de otra forma si faltan aún las semifinales y la gran final; pero habiéndose perdido la posibilidad de renovación de título tras la prematura eliminación de Italia --revalidar se ha venido haciendo prácticamente imposible--, falta que salga el nuevo campeón del mundo, que reinará durante los próximos cuatro años. La mayoría de países participantes en Sudáfrica 2010, empero, está ya de regreso en casa, cualquiera haya sido su lugar de procedencia. Falta quizá lo mejor del Mundial, pero el próximo fin de semana, domingo 11 de julio, culminará el mes de fiesta que cada cuatro años se celebra y que tanto se espera alrededor del globo. Único es el ambientazo que provee la celebración de una copa del mundo.
Tal fiebre genera un Mundial que el comercio global inicia meses antes con la promoción de televisores, uniformes, banderas de los países participantes. Cientos de millones de personas siguen de cerca, sin importar en qué horario le toca a cada quien, la transmisión a través de los cinco continentes. Los resultados, los mejores goles, jugadores revelación y declaraciones arrebatadas como las de Maradona, se vuelven tema de conversación. El sector servicios se asocia de forma directa al Mundial. Bares, restaurantes, ofrecen promociones; en oficinas, hospitales, clínicas, hogares, la gente se junta, el ánimo es distinto, es hora de compartir con la familia y amigos, con los compañeros de trabajo. ¿Quién no sabe que ayer perdió Brasil y, aguerridamente, pasó Uruguay a semifinal?
Hasta ayer por la tarde que escribía esta columna, Angela Merkel era aún más popular en Alemania; Cristina Kirchner ha mejorado en Argentina; Nicolás Sarkozy y Silvio Berlusconi --menos el primero que el segundo-- carecieron, en términos de opinión pública, de la oportunidad de desviar la problemática de la zona euro a la celebración del Mundial. Lula se hubiera despedido mejor de haber logrado la copa la "verde amarella". Bueno, hasta José Luis Rodríguez Zapatero ha empezado a recibir oxígeno --de tipo político-- por la actuación de "la roja". Dos partidos este día, semifinales y, luego, la gran final. Acercándose el fin de la fiesta, hay que darle crédito al país anfitrión, Sudáfrica, a su gente, a sus autoridades. Realmente lo han hecho bien.
Del lunes 12 de julio en adelante podremos todos volver a lidiar, día tras día, con el estado de la recuperación económica mundial, que se encuentra tambaleante por los temores sobre una nueva desaceleración tras las últimas cifras, poco alentadores, de los Estados Unidos y China, dos de los motores del crecimiento global. De la zona euro mejor ni hablar en este momento, pero es indudable que, como mínimo, obligue a la cautela. Acá en El Salvador, tan pavorosa es la situación de la seguridad ciudadana, que ha logrado competir con el Mundial --tema del momento--, sobrepasándolo en terribles acontecimientos como el del atentado en el microbús en Mejicanos.
La inseguridad que vivimos, como es natural, es la temática que más capta nuestra atención y nuestra energía. Sudáfrica 2010 nos llegó como un gran respiro, pero no sólo por estar por concluir pero porque la crisis económica global extiende en el tiempo, debemos también sacar energía para lidiar a su vez con este otro tema por el sufrimiento que causa al interior de las familias y por ende, de la sociedad. Confianza es acá la palabra clave. ¡Ojalá la recuperemos!
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