EDH-Editorial-Piensan asesorarse con los menos indicados

 Es necesario decretar leyes que penalicen la pertenencia a las maras pero, asimismo, hay que fijar sanciones para los jueces que con regularidad liberan a delincuentes

23 de Julio. Tomado de El Diario de Hoy

 

Los diputados han tenido la brillante idea de asesorarse con los que siguen fracasando en el combate contra la delincuencia: para conocer sobre el problema de las maras, respecto a penalizar el pertenecer a ellas y lo que se relaciona con la espantosa ola de violencia que sufre el país, han llamado a consulta a los del Ministerio de Seguridad.

Toda la estructura relacionada con el combate a la violencia se caracteriza por el arrastrar de pies, por iniciativas como "la prevención", por no articular la lucha con las agencias de otros países y, encima de ello, por sus acomodamientos con los criminales más peligrosos del Istmo. El único paso en verdad efectivo en los últimos meses ha sido poner la custodia de los penales bajo la responsabilidad de la Fuerza Armada.

En este gravísimo problema hay que recordar una sabia máxima: no hay por qué inventar la pólvora si otros ya la inventaron. Y además siguen inventándola a medida que la situación empeora. Hemos pasado de sufrir un problema local con nexos regionales, a una lacra que azota a todos los países al norte del Hemisferio.

Tómese el caso de las extorsiones. Una cosa son los "menores infractores" que amenazan, cobran y matan, y otra los cabecillas que los dirigen. El asunto, por falta de buenas estrategias, casi se ha salido de las manos y está desarticulando la economía y la vida de los residentes de barrios y colonias, llevando al borde del colapso a la estructura de negocios y servicios que atienden sus necesidades, como el salón de belleza, la tienda de la esquina y el taller de reparaciones. Si antes la gente podía dosificar sus compras adquiriendo pequeños artículos (frijoles, champú, etc.) en la tienda del barrio, al cerrar ésta por las extorsiones los vecinos tienen que proveerse fuera, con el agravante de que muchos son asaltados cuando vuelven a sus casas con las compras.

Son varios los remedios, no uno solo

En cada barrio y colonia la gente sabe quiénes están metidos con las maras, quiénes son los que asaltan y extorsionan, quiénes venden droga. Pero así como identifican a los maleantes tienen miedo de denunciarlos por la desconfianza hacia los agentes policiales. Y para que llueva sobre mojado, durante los procesos judiciales muchos jueces obligan a los testigos a presentarse frente al público, lo que es una condena de muerte en un país donde la ley no reconoce la pena capital. Muerte para los testigos y sobreseimiento frecuente a los criminales, como lo hizo la jueza con los sicópatas que descuartizaron a Estrellita.

Complica más el cuadro la existencia de una "franja gris", indefinida, entre algunos sectores políticos de la región, las maquinaciones del chavismo venezolano, el narcotráfico y el crimen organizado. La denuncia colombiana sobre los nexos de las FARC, grupos terroristas, vendedores de droga y crimen organizado, con el régimen venezolano, implica que hay una especie de manto protector sobre los ilícitos de parte de, por lo menos, Chávez y Ortega.

Es necesario decretar leyes que penalicen la pertenencia a las maras pero, asimismo, hay que fijar sanciones para los jueces que con regularidad liberan a delincuentes y, además, unificar la lucha regional contra el crimen. No hay una pastilla que controle el SIDA sino un cóctel de medicamentos; igual que en el combate contra la criminalidad.

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