Contra los males heredados se tendrá que luchar mucho, con tenacidad y constancia, para enderezar un poco el rumbo hacia de la normalidad, la justicia y la paz social.
03 de Julio. Tomado de Contra Punto.
SAN SALVADOR
- El Salvador vive, hoy por hoy, encima de un polvorín catastrófico que está a punto de estallar, luego de arrastrar una larga cadena de desastres sociales desatendidos por siglos, décadas y años.El foco de la alarma roja ha sido encendido y ya no se apaga ni regresará a otro color hasta que las raíces de los conflictos que vivimos no tengan solución real.
Si apreciamos la criminalidad, nos daremos cuenta que hemos llegado a la cima, pero no estamos bajando la cuesta, sino que se ha conformado una especie de gran meseta. Las autoridades policiales estarían comenzando a hacer bien su trabajo de persecución del crimen al capturar a decenas de involucrados en los más graves delitos: masacres, secuestros, homicidios y extorsiones. Las capturas en muchos casos han sido in fraganti, lo que muestra niveles de eficiencia. Pero, ¿cómo parar, por ejemplo, los 11, 12 y 13 homicidios diarios?
No hay policía en el mundo que resuelva tal problemática, porque no sólo es la lucha contra el homicidio, sino a un estado de violencia generalizado.
Los planes pasados centrados durante los 20 años de ARENA, mismos que priorizaron la represión, sobre la prevención y la rehabilitación, están ahora cosechando sus frutos.
El Salvador es un país que ha heredado crisis económica, fragmentación, desarraigo, falta de esperanza y un abismal egoísmo de las clases ricas. Contra estos males también se tendrá que luchar mucho, con tenacidad y constancia, para enderezar un poco el rumbo hacia la normalidad, la justicia y la paz social.
Quizás el proceso hay que observarlo como el comienzo. A la labor policial de eficiencia le debe seguir también la eficiencia de la Fiscalía y de los tribunales, cuya obra es cuestionada socialmente. Pero ya no basta sólo con cuestionamientos: hay que actuar en sus depuraciones y en una buena dotación de recursos humanos, científicos y materiales, pero sobre todo, de servicio a la justicia y con justicia para todos.
En el terreno de la vulnerabilidad del territorio nacional, encontramos la otra rama del árbol torcido. Décadas de crecimiento desordenado en las ciudades; falta de polos de desarrollo; abandono de la agricultura y el libre comercio al por mayor han dejado enclenque casi de por vida al cuerpo social y territorial salvadoreño. Más del 95 por ciento de la población está residiendo en zonas vulnerables, no se salvan ni los millonarios, algunos de los cuales sólo pudieran salvarse en caso de desastre masivo porque podrían llegar a sus helicópteros, con la dificultad que en estos aparatos no cabe toda la familia.
El actual gobierno debe socarse la pita y agarrar al toro por los cuernos. Debe romper con la tradicional impunidad y la cadena de privilegios, que es crónica y contagiosa. No le queda de otra sino actuar siempre a favor de la justicia. Pero en esto el nuevo régimen no las tiene todas consigo.
Comentarios
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.