Del trance económico actual, enmarañado por los efectos de la crisis global y por las consecuencias de muchas de nuestras falencias y debilidades estructurales, no saldremos así nomás. Es indispensable poner en marcha una visión nacional de gran credibilidad y consistencia. Y si tal visión no existe o no se comparte, seguiremos remando en lo seco.
Escrito por Editorial. 05 de Abril. Tomado de La Prensa Grafica.
Todos los datos de la realidad nacional, en concordancia con los datos de la realidad internacional, indican que una de las palabras claves de este momento histórico es “integración”, ya no limitada al agrupamiento tradicional de grupos de naciones, sino también aplicada a los diversos fenómenos integradores que se van dando en los ámbitos nacionales, en las áreas regionales y en el plano global. En nuestro caso, ese imperativo de hacer enfoques, construir estrategias y definir proyecciones en forma integrada e integradora se ve cada vez más urgente en temas tan palpitantes como la seguridad y la economía. Los enfoques reductivos y las iniciativas parciales en vez de contribuir a la solución de los problemas, los complican más.
En lo económico, el gran desafío integrador debe conducir a reactivar la producción nacional en todos los órdenes en estrecho vínculo con el imperativo de fomentar la productividad. Dicho desafío implica generar confianza y promover incentivos en los distintos sectores y niveles empresariales; es decir, desde la microempresa hasta la gran empresa. Y para que toda esta dinámica funcione como se requiere debe darse una política educativa y de formación que estimule realmente la creatividad, dentro de un esquema de oportunidades de empleo que sea congruente con el desarrollo social.
Del trance económico actual, enmarañado por los efectos de la crisis global y por las consecuencias de muchas de nuestras falencias y debilidades estructurales, no saldremos así nomás. Es indispensable poner en marcha una visión nacional de gran credibilidad y consistencia. Y si tal visión no existe o no se comparte, seguiremos remando en lo seco.
PROYECCIÓN DE LARGO ALCANCE
La economía de una nación no es resultado sólo de decisiones de naturaleza económica, tanto privadas como públicas; todas éstas son desde luego básicas para la suerte de un proceso nacional específico, pero es en el manejo de relaciones, situaciones, aspiraciones y resistencias donde están las claves del avance, del estancamiento o del retroceso. En nuestro caso actual, se han juntado circunstancias externas y condiciones internas para complicarnos las cosas; y sólo cuando se ponga en práctica una visión que articule lo interno con lo externo habrá rutas seguras hacia el desarrollo y la estabilidad.
Las cosas apremian, y eso siempre es un obstáculo potencial para la instalación de políticas verdaderamente consecuentes con la realidad; sin embargo, aun dentro del apremio, que afecta sobre todo a los políticos encargados de la gestión, hay que ir estableciendo una estrategia que permita no sólo superar las demandas urgentes sino propiciar nuevas condiciones para el crecimiento. En tal sentido, los grandes proyectos visionarios son determinantes, y por eso preocupa y decepciona que un proyecto ya concluido como el del Puerto de La Unión se esté quedando en lo mismo de siempre: la visión municipal en vez de la apuesta global.
Las crisis exponen fallas, vicios e insuficiencias: son como diagnósticos descarnados de lo que hay y de lo que no hay. De ahí que esta prueba crítica debería servir para evidenciarnos sin reservas la necesidad de construir una base más sólida para el desarrollo.
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