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2010/04/19

El Faro- Estado fallido por el transporte público - ElFaro.net El Primer Periódico Digital Latinoamericano

Escrito por Carlos Gregorio López Bernal. 19 de Abril. Tomado de El Faro.

Los problemas del transporte público de pasajeros son de todos conocidos. Los conocen y los sufren día a día los usuarios y peatones; los conocen, pero no los sufren, los funcionarios públicos encargados del sector; los conocen los diputados, pero en lugar de enfrentarlos radicalmente hacen cálculos políticos y negocian arreglos turbios que benefician a todos menos a los usuarios y a las víctimas. Hay algunos diputados que descaradamente actúan como delegados de los transportistas para defenderlos en el pleno legislativo.

Frente al sector transporte público, tenemos un Estado fallido. Tan grande es el problema que ya no tiene caso decir que es el gobierno el incapaz; es el Estado como un todo. Es decir: falla el Vice ministerio de transporte, falla la Policía Nacional Civil, falla la Asamblea Legislativa, pero también falla el órgano judicial, cuando Fiscalía y jueces aceptan sin más la famosa “conciliación” por daños, que al final de cuentas se negocia en desiguales condiciones el precio a pagar por la muerte o las lesiones causadas a una persona. En el colmo de los sarcasmos y con un humor negro increíble, escuché decir a un motorista de bus que salía más caro matar a una vaca que a una persona. Y tenía razón, la vaca se la cobrarán a precio de mercado; pero si la víctima es un transeúnte o usuario ofrecen $500.00 y ya. Claro, a menudo la contraparte es un humilde campesino que anda en las angustias de pagar un entierro o las medicinas que el hospital público no tiene, y que además se encuentra legalmente desamparado, porque la fiscalía no solo avala, sino que promueve este tipo de arreglos. Esas tragedias suceden día a día, pero yo nunca he visto un pronunciamiento de la Defensoría de los Derechos Humanos.

No es de extrañar entonces la prepotencia, el maltrato y la irresponsabilidad que campea en los buses. Hace mucho tiempo que a los empresarios del sector se les olvidó que no son los dueños de las rutas; son solo beneficiarios de una concesión. Es decir, es el Estado quien se las otorga, y se supone que les exige cumplir ciertas condiciones. Si no las cumplen, el Estado puede quitarles la concesión y dársela a otro. Pero el transporte público ha vivido en el desorden y ha prosperado en la anarquía, el contubernio político y la incapacidad de los funcionarios encargados de su control y regulación.

Las aventuras y tragedias que los salvadoreños viven en los buses dan material para una novela en el más puro realismo mágico, comenzando por el marco legal. Solo en este país es posible que a un conductor se le exija el uso del cinturón de seguridad y se le multe si no cumple, pero ese mismo marco legal permite sin más que los pick ups vayan atiborrados de personas. Solo aquí se da el caso de motoristas de buses y microbuses que resultan positivos en las pruebas antidoping y circulan sin problemas a pesar de haber acumulado decenas y decenas de infracciones. Solo aquí pagamos y subsidiamos al mayor contaminante del aire. En este país la policía de tránsito es tan incompetente que lleva años y años poniendo controles en el mismo lugar. Los conductores ya saben dónde está el retén; cierran las puertas, quitan el ruido que ellos llaman música y desaceleran. Una vez que pasan el retén vuelven a la suyas con renovados ánimos.

Por si fuera poco, con una disciplina cuasi religiosa, cada cierto tiempo amenazan con elevar el costo del pasaje, un paso previo al chantaje que ya tienen en mente: Si no quieren que suba el pasaje, tienen que aumentarnos el subsidio. Y ya sabemos cómo termina la cosa. Los salvadoreños pagamos por un pésimo servicio, somos víctimas de accidentes producto de la irresponsabilidad y salvajismo de los conductores de los buses y del mal estado de las unidades.

Hace unos meses escribí una columna sobre las primeras acciones realizadas por el Vice ministro de transporte. Muy ingenuo, pensé que un cambio de gobierno mejoraría las cosas. No estoy seguro de las competencias e idoneidad de dicho funcionario; en todo caso, hoy estoy convencido de que no tiene toda la responsabilidad. Él es solo parte de un gobierno que seguramente fracasará en este punto, sencillamente porque el Estado salvadoreño es incapaz de enfrentar este problema. Paradójicamente, los buseros solo se doblegan ante los extorsionistas y las maras, lo cual dice mucho de cómo andamos en El Salvador. Vivimos bajo el imperio de la ley… de la selva.

Opinión - Estado fallido por el transporte público - ElFaro.net El Primer Periódico Digital Latinoamericano

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