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2010/04/23

EDH-No se protege la tierra con puras ocurrencias

La sana y productiva economía tiene la virtud de absorber mano de obra de la agricultura e incorporarla a labores más tecnificadas, a un plano superior de producción

Editorial.23 de Abril. Tomado de El Diario de Hoy.

 

La gran pensada en el Día de la Tierra es que lo ecológico se debe privilegiar sobre lo económico, aunque no se aclara ni de qué va a vivir la población ni de dónde saldrán los recursos para rescatar el medio ambiente de las depredaciones que viene sufriendo desde hace años.

Durante la década perdida, alcanzar la "justicia social y la felicidad del pueblo" al costo de la economía no sólo condujo a una debacle del empleo y la producción, sino que de allí se origina mucho del desastre ecológico que ahora padecemos. El más reciente episodio de no entender que una sana, racional y fuerte economía es lo que sustenta la prosperidad se dio en la anterior presidencia: "lo social no es complemento de nada sino la base de todo"; las catástrofes se originan por creer que finalidades políticas o puras ocurrencias no acarrean dolorosos costos para un país.

La producción eficiente, sostenible y provechosa no está reñida con el cuidado del medio ambiente. Lo mismo se puede decir de la labor de gobiernos nacionales y locales: cuando se administran bien los recursos, la calidad de vida de todos se eleva; por el contrario, al manosear los dineros de la gente para sostener actividades políticas, todo empeora, como ocurrió con la anterior municipalidad de San Salvador que hizo de la ciudad un enorme basurero y prostíbulo.

Las reformas estructurales de los Ochenta, impuestas a punta de pistola "para elevar el ingreso de los campesinos y pequeños agricultores", terminó en una enorme devastación de las mejores tierras del país. Inclusive zonas que habían sido legadas para reserva ecológica, como la Hacienda de los Villafañe, se descuajaron para vender los árboles como leña.

O cae maná del cielo o lo produce la economía

Lo grave es que no se aprende de las amargas experiencias pasadas, como lo demuestra el nuevo asentamiento de familias campesinas en Montecristo, una de las pocas reservas ecológicas que quedan en El Salvador. Gente que de por sí no tiene medios de vida estables, va a cortar los árboles, como sucedió con las tierras que se entregaron a guerrilleros desmovilizados: recibían, descuajaban y se largaban. Igual sucedió en Tierra Blanca, Nancuchiname, en la isla Espíritu Santo y en La Carrera.

La sana y productiva economía tiene la virtud de absorber mano de obra de la agricultura e incorporarla a labores más tecnificadas, a un plano superior de producción. En sus inicios la mayor parte de la población de los Estados Unidos se dedicaba a labrar la tierra; hoy en día menos del seis por ciento de los trabajadores se ocupa de la agricultura, lo que ha tenido el beneficioso efecto de que la tierra se maneja con tecnología de punta y hay menor daño ecológico.

Lo que se haga para proteger el medio ambiente, desde arborizar los cauces de los ríos hasta terracerías que evitan deslaves, tiene sus costos: hay mucha ingeniería, mano de obra, costo de consultores y planificadores, ayuda a las comunidades, etcétera. Esos costos no se cubren con maná que cae del cielo o pura labor voluntaria, sino que se deben pagar billete sobre billete. Usualmente los propietarios de tierras financian la mayor parte de esas obras cuando se sienten garantizados en sus derechos; a esto se suma que los gobiernos sufragan la labor conservacionista con los impuestos que genera una economía sana.

elsalvador.com :.: No se protege la tierra con puras ocurrencias

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