Por Pocote.24 de Julio. Tomado de Simpatizantes del FMLN.
Si nos detenemos a meditar acerca de las circunstancias que nos rodean, del círculo en que vivimos, nos damos cuenta que no todo es color de rosas: el gobierno sigue en su empeño de apagar fuegos, de tratar de superar las coyunturas, de eludir los grandes compromisos y no pronunciarse sobre los grandes problemas estructurales. No sabemos, por ejemplo, cuál el rumbo de la Ley de Medicamentos o ese gran reto de la flexibilidad laboral, nada sobre esa enorme estupidez de leer la Biblia en los centros escolares, nimiedades sobre poner paro a los abusos de las empresas telefónicas.
En cambio, nos parece admirable el que funcionen Ministros que no pierden la cabeza y saben conducirse, mantenerse, dentro de la serenidad y el buen juicio, evitando entrar en el juego de la desestabilización promovido por sectores políticos y empresariales. Por el contrario, hay otros funcionarios medios que se dejan arrebatar por los vientos que sobre ellos soplan. Si no toman distancia a tiempo, acabarán por perder del todo la paciencia y hasta el coraje, y terminarán como marionetas o barriletes en viento cruzado. Los golpes se sienten; pero hay formar de revertirlos, maneras de salir adelante a las campañas mediáticas, al descontento de unos pocos que sienten amenazados sus intereses económicos, también políticos y hasta religiosos.
Una cosa distinta es la función del presidente de la república: se supone que manda, orienta y ordena, que todo puede hacerlo, y grave culpa le corresponde si algunas de las cosas que se creía poder hacer y de gran beneficio popular, no las hiciese. Se pensaba que en su mano y en su voluntad estaba la felicidad de sus gobernados y por la suma de la mayoría, la felicidad de la nación. Le corresponde, en consecuencia, ganar las pequeñas y grandes batallas, de ese se trata el arte de gobernar, no de eludir, ni disimular. El agricultor debe sembrar y aprovechar la cosecha; pero el mandatario no tan simbólicamente debe fecundar las tierras, e impulsar el comercio y, al final, que fuesen afortunadas las alianzas, los convenios, las relaciones entre gobernante y gobernados.
El presidente surgido de la voluntad popular, tiene la total libertad para mandar lo que le diese la gana, para declarar guerras, en el caso nuestro, el combate frontal a las pandillas, a la delincuencia común, al crimen organizado, al contrabando y a la evasión fiscal. ¿Por qué entonces tratar con paños tibios a empresarios sin escrúpulos? ¿Por qué seguir confiando en dirigentes de la iniciativa privada que tiran la piedra y esconden la mano? Lo decimos por el señor Alfredo Cristiani, y por los capos de las cúpulas empresariales, tan anuentes a dar las gracias cuando los eximen de sus responsabilidades y tan duros y acérrimos críticos cuando se les obliga a cumplir con sus deberes.
El presidente puede hacer todo eso, dentro de los límites de su mandato, de los deberes, derechos y obligaciones otorgados por la Constitución; también adquirió un enorme compromiso al ganar las elecciones y asumir el gobierno: la de hacer obras de beneficio popular, el de administrar correctamente los bienes del pueblo y, en suma, acertar en todas sus obras y decisiones. Nadie le está pidiendo que ordene a quien corresponda que cesen los huracanes, las inundaciones, los deslaves, que desaparezcan las cárcavas y no haya más terremotos. No le pedimos poderes sobrenaturales, nada más los atributos naturales que le han sido conferidos, lo suficiente para no creer que otorgando concesiones a los “grandes” empresarios se evitarán los ataques mediáticos o ese supuesto retiro de las inversiones o cesantía de plazas. Nuevamente ¿a dónde irán con sus inversiones? ¿cuáles los paraísos fiscales que los esperan? El presidente conoce perfectamente de lo que estamos hablando pues es periodista y durante varios años condujo un programa de entrevistas por el cual desfilaron personajes de las más diversas profesiones.
Su gobierno sigue avanzando y no debe detenerse en alabanzas o intentar quedar bien con todos. Este no es el papel de un presidente: su buen juicio le debe indicar donde está la piedra en el camino, cual el atajo por tomar para llegar a buen destino. Todos sabemos que no tiene el poder económico ni mucho menos el mediático; pero si debe poseer la decisión y la valentía para procesar a los corruptos, para sancionar leyes de beneficio popular, para exigir a sus funcionarios mayor cuota de sacrificio, sabiduría para distinguir lo bueno de lo malo, lo correcto de lo ilegal. Los oligarcas jamás aceptarán sus obras y proyectos, su problema es de carácter ideológico, lo cual no se resuelve con palabras suaves o gestos de buena voluntad. Suficientes ejemplos hay en el país de mandatarios que aceptaron sus peticiones y terminaron en otros países.
La esperanza popular no ha muerto, quizás existe pesimismo; pero no todo está perdido: está contenida dentro de fronteras más razonables. Los más extremistas quisieran cambios profundos; pero sabemos que todavía no es el tiempo, sobre todo con la enorme crisis mundial, el deterioro ambiental y el recalentamiento global; no poseemos materias primas ni recursos energéticos; dicen los expertos (yo no les creo) que somos un país de renta media; pero aquí siguen muriendo niños y miserables por desnutrición o por consumir semilla de fríjol envenenada únicamente preparada para el cultivo. Digamos a menor poder, menor potencia; a autoridad limitada o compartida, responsabilidad repartida también y empequeñecida. Al final, en el triunfo o en la derrota, el único responsable será usted, así lo consignará la historia.
El otro punto: ¿pensará usted señor presidente que dándole mayor pauta publicitaria evitará que tanto el diario de hoy como los canales 2, 4 y 6 ataquen menos no nada a su gobierno? Es una percepción equivocada: el señor Altamirano, anticomunista recalcitrante, racista consumado, no ha cesado en sus ataques, lo hizo fuertemente durante la campaña electoral y continúa a un año dos meses de su régimen; lo mismo en la televisión. No se trata de sólo celebrar las obras o elogiar los proyectos, desde luego que no; pero arremeter contra todo y todos, mentir y calumniar ya es demasiado. Usted como periodista sabe perfectamente que a los cuatro infames gobiernos de Arena JAMAS se les criticó ni se les condenó por graves hechos de corrupción o por vender medicinas vencidas (para mi este es un caso MUY GRAVE, porque muestra lo deshumanizado de muchos que se consideran salvadoreños atentando contra pacientes y enfermos) a la red hospitalaria de Salud Pública y el Seguro Social. Ahora uno de esos tristes ex funcionarios de Arena, el señor Hugo Barrera, critica fuertemente al Ministro de Obras Públicas por no “atender la red vial” , cuando precisamente fueron los regímenes de Arena los que dieron permiso de construcción de viviendas y centros comerciales en regiones altamente vulnerables, talando árboles y aumentado el deterioro ecológico.
Escuche a su conciencia, gobierne para las mayorías populares, no escuche los cantos de sirena ni se sienta amenazado por supuesto retiro de inversiones o cierre de fábricas o centros comerciales. Los capitalistas están acosados por sus mismas contradicciones, avaricia y deseo interminable de acumulación de riquezas. Si cierran operaciones aquí ¿en qué otro país invertirán? Por ejemplo: las ganancias obtenidas en este mercado por las poderosas empresas telefónicas JAMAS las obtendrán en NINGUNA OTRA REGION DEL MUNDO, lo mismo los distribuidores de productos derivados del petróleo, de las compañías de electricidad, cerveceras o licoreras. Usted no tiene el poder para detener los fenómenos naturales; pero si para detener la plaga de abusos de las empresas señaladas. Usted no puede correr al mismo tiempo a la izquierda o a la derecha; pero debe tomar un opción: la que claramente lo identifique con las mayorías poblacionales y no con los explotadores.
Publicado por pocote
Simpatizantes del FMLN » Es hora de combatir la plaga de abusos
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