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2010/04/14

La Página-Paolo Lüers: “Yo no tengo por qué defender a d’Aubuisson”-Diario digital de noticias de El Salvador

El periodista Paolo Lüers disecciona el trabajo de un periódico digital sobre el caso del asesinato de monseñor Óscar Arnulfo Romero y lo califica "no de un fraude... sino de cierto engaño"

Escrito por Redacción.15 de Abril. Tomado de La Página

 

El 22 de marzo pasado, el periódico digital El Faro publicó un reportaje llamado “Así matamos a monseñor Romero”.

El artículo despertó enormes expectativas en vista de que fue anunciado con varios días de antelación.

Muchos lo aplaudieron, otros lo desdeñaron y para algunos pasó indiferente porque “no aportaba nada nuevo”. Sin embargo, para el avezado periodista Paolo Lüers no fue una historia más de las que semanalmente publica El Faro.

Este periodista de origen alemán, que abandonó una cobertura en los años 80 para hacerse guerrillero del FMLN y que ahora es propietario de un reconocido bar, analista y articulista para El Diario de Hoy, tuvo que leer y releer el trabajo porque algo no le cuadraba.

Y lo que principalmente no le cuadraba es que la historia no concordaba con el titular.

El pasado lunes 11 de abril, en su blog  Siguiente Página, Paolo Lüers publicó una amplia crítica sobre el reportaje. El análisis minucioso que hace Lüers ha sido objeto de discordantes puntos de vista: unos lo avalan, otros lo critican, y no han faltado quienes atribuyan su interés de hacer “accountability” periodística a intereses de terceros.

DIARIO LA PÁGINA considera de interés público este caso, por la relevancia del tema de monseñor Romero en la construcción de la democracia salvadoreña. De ahí la decisión de entrevistar a Lüers. Y de ahí el ofrecimiento que desde esta palestra hacemos a El Faro a su derecho de respuesta.

DIARIO LA PÁGINA: ¿Le parece que el tema Monseñor Romero es importante para este país?

PAOLO LÜERS: Sin duda es importante.  Y era importante la fecha de 30 años. Otra cosa es en qué se convierte cuando muchos actores tratan de sacar provecho político y hasta partidario de eso; pero eso también es normal: en los temas grandes tratan de sacarle provecho. En el caso de Monseñor Romero es lamentable que se haga de esa manera, creo que hasta la Iglesia católica lo está lamentando, hay muchas voces desde la Iglesia que no están de acuerdo con la instrumentalización de la imagen de Monseñor por parte del Gobierno, del FMLN y de la izquierda.

¿Es encomiable que periodísticamente se trate de buscar la verdad y de llegar al fondo de quién mandó a matar y quién mató a Monseñor?

Claro que sí. Si un periodista, un periódico o un equipo de investigación periodística lograra descifrar ese enigma e ir al fondo y decir quién fue, sería un gran éxito periodístico, válido; sería políticamente importante. En vez de discutir si abrimos o no la caja de pandora jurídica quitando la amnistía y llevar esto a las cortes, en vez de esto, las instituciones que no son judiciales no tienen amarre por la amnistía; la amnistía no impide a nadie que investigue, impide procesos judiciales. En ese sentido el intento, el esfuerzo de investigar y publicar esto es absolutamente válido, el problema es que nadie lo ha hecho.

Si considera importante que se investigue la muerte de Monseñor Romero y que a este país se le cuente la verdad sobre el caso ¿por qué entonces lanzar críticas contra un esfuerzo periodístico como el de El Faro?

Porque en este caso se hizo una investigación, se entrevistó testigos y se vendió el paquete como lo que no es. Esto empieza con el título. Si de repente y en la coyuntura del aniversario donde las luces nacionales e internacionales están sobre Monseñor yo publico una nota que se llama “Así matamos a monseñor Romero”, esto solamente lo puedo hacer si en este reportaje cuento, determino, cito testigos que dicen “Yo fui, él fue o nosotros fuimos”. Esto está en el título pero no en el reportaje, los dos o tres testigos que aportan a esta investigación de Carlos Dada dicen cualquier cosa menos eso, explícitamente no lo dicen. Explícitamente dicen: “Nosotros no fuimos”. Entonces, esto no significa que ellos no fueron, pueden haber sido, pero es un poco ingenuo esperar que alguien se haga cargo. Estos son los testimonios que el periodista consiguió y esto lo puede vender… y lo hubiera podido hace incluso, haciéndolo sinceramente, sacar un reportaje válido porque aporta algunos elementos nuevos. Pero lo que no es válido es que lo edite de una manera que aparenta más investigación y más datos nuevos de los que realmente tiene, porque al final yo le pregunto a Carlos Dada ¿Ajá, y entonces quién mató a Monseñor Romero? Y él no lo sabe.

¿Estamos frente a un fraude periodístico?

Bueno, esa es una palabra un poco grande. Yo no diría que es un fraude, tampoco quiero aportar a esa polémica que se está generando a partir de la crítica que publiqué a ese artículo. Es una cosa que en comercio se llamaría “un fraude de etiqueta”… no necesariamente es un fraude, pero es un cierto engaño. Y a mí me duele que esto pase en esta coyuntura de Monseñor Romero. Toda la gente que se llena la boca con que están buscando la verdad no debería aprovechar esto para promover medias verdades o medias mentiritas. Me duele además que El Faro, que siempre lo he estimado como un aporte valioso al periodismo del país haga esto de esa manera. Yo habría sido feliz si Carlos Dada con lo que ha logrado investigar lo hubiera presentado de otra manera menos pretenciosa, porque cualquier elemento nuevo es parte de la verdad que al final vamos a descifrar. Me decepciona y por eso me tomé el tiempo, el esfuerzo y el costo, porque también tiene un costo porque muchos amigos comunes que tenemos con la gente de El Faro están molestos conmigo; pero es necesario aportar al debate sobre el periodismo y sobre la verdad, de la que tanto se habla en este país y de la cual la mitad de las cosas que se dicen son mentira.

¿No está siendo demasiado papista al exigir tanto a una pieza periodística?

Si se presenta de esa manera, creo que lo provoca. Y también un medio que se ha puesto este reto de hacer las cosas diferente, de aportar a un periodismo sincero, hay que exigirle más. Yo no hubiera hecho quizás esta misma crítica si hubiera salido en el Colatino… bueno.

¿Algo nuevo aportará al caso Romero el trabajo de El Faro? ¿Hay algún valor que le vea a esa investigación?

A cualquier investigación que aporta elementos nuevos le veo valor, pero le veo peligros cuando está envuelta en un contexto y en una manera de editarla y presentarla que, como lo dije, no le llamo fraude, pero que es un poco manipulativo. No tengo intención de… creo que El Faro es necesario para el escenario de periodismo político del país. Hay que apoyarlo, pero una forma de hacerlo es también criticándolo cuando sea necesario. En última instancia, no contesta quién es el tirador, habiendo entrevistado a tres personajes de los que, estoy seguro, por lo menos dos saben perfectamente quién fue; entonces si como periodista me echo encima este tipo de testigos protagonistas de crimen, conspiraciones y operaciones clandestinas tengo que saber desde el principio que es un gran riesgo: ese tipo va a mentir, va a tratar de protegerse. Si no logro sacarle toda la verdad, como periodista tengo que decir esto, tengo que exhibirlo.

Usted habla de manipulación. Y para eso debe haber intención. ¿O se trata de un error, un desliz del periodista, presentar así las cosas?

Yo lo quiero manejar mejor a nivel de error, que tiene implicaciones políticas. Como periodista investigador uno tiene el derecho y hasta el deber de sacar conclusiones de la información que recaba, pero hay que saber separar la rendición de hechos respaldados por testimonios o testigos de las conclusiones. Carlos Dada perfectamente habría podido referir todo lo que de la manera insuficiente y mentirosa puede ser el testimonio de Saravia y decir “yo saco de eso estas conclusiones”, por ejemplo la conclusión sobre el grado de involucramiento de d’Aubuisson, que es una conclusión porque los testigos no lo respaldan; si la Comisión de la Verdad hubiera tenido todas esas grabaciones que ahorita tiene Carlos Dada de Saravia no habría podido hacer un juicio tan tajante sobre la responsabilidad de d’Aubuisson. No estoy haciendo un juicio personal, porque no lo tengo, sobre el grado de involucramiento de Roberto d’Aubuisson. A mí no me consta una cosa o la otra. Yo conozco las conclusiones de la Comisión de la Verdad, que tampoco han presentado quién lo sustenta, conozco ahora lo que sale en esta cosa de El Faro y para mí está claro que d’Aubuisson estaba involucrado en esto, no hay manera de negarlo, pero la autoría intelectual, la responsabilidad política, moral y ética con estos testigos que ahora hay no la podemos adjudicar. Claro, cada uno de nosotros sacará otro tipo de conclusión. Yo no estoy criticando a Carlos Dada que tenga conclusiones, que las tenga, pero que no las meta como parte de la narración. Él no tiene derecho de narrar la cosa hasta cierto punto en la voz del testigo, después quitar las comillas y hacer un párrafo que es el más crítico de todo ese reportaje donde él dice que llegó Ávila a la casa para decir que hay un plan coordinado de Mario Molina y Roberto d’Aubuisson de matar a Monseñor Romero.

Pero tampoco se puede estar atribuyendo en cada párrafo Paolo.

No, pero sí la parte más fundamental, que realmente sería noticia la tengo que respaldar. Y si él (Saravia) no dice eso, hay que decir que no resulta creíble lo que dice el testigo y mi conclusión es…

Entonces sería hacer noticia de la “no noticia”.

O consigo pruebas y testigos y testimonios para hacer una conclusión contundente, o me tengo que limitar a decir “yo deduzco esto”.

¿Su crítica entonces es más técnica que ética?

En periodismo la técnica, la ética y lo político no se pueden separar. Esto va a la mano. Una cosa mal hecha puede constituir una falta ética.

¿Su interés en hacer observaciones a este trabajo periodístico de dónde se desprende?

Porque creo que es una cosa demasiado seria e importante para la conciencia nacional para no hacerla bien. El artículo de Carlos Dada no entrega lo que dice… está bien, entonces convirtámoslo en el punto de arranque de un debate sobre la manera en cómo abordarlo.

Pregunto esto porque alguien más podría pensar que detrás de su crítica puede haber algún grupo de interés en desvirtuar o minimizar el efecto de un trabajo como este.

Yo no sé qué más hacer para desvirtuar esta idea. Yo dije en la introducción de mi artículo que no tengo por qué defender a nadie, mucho menos a la figura histórica de d’Aubuisson. Para mí, independientemente de si este cuento de Saravia es cierto o no, la responsabilidad  ética del mayor d’Aubuisson para toda una serie de crímenes en el contexto de la guerra sucia está establecida. No tengo por qué defender a nadie. En Facebook anda circulando una cosa que estoy defendiendo a mi jefe…

¿Quién es su jefe?

… pues me imagino que hacen alusión porque soy columnista de El Diario de Hoy de que estoy defendiendo a Enrique Altamirano. Primero, yo no tengo jefe, soy empresario independiente y la única jefa que puedo tener es mi esposa, y como periodista soy independiente, soy columnista no empleado de nadie. Segundo, no hay ninguna necesidad, en este caso de este reportaje, de defender a Enrique Altamirano porque él no es sujeto de esa investigación. Toda la investigación no arroja una sola palabra sobre don Enrique y sobre los famosos Miami Six. Saravia no habla de esto, los otros testigos tampoco; esto se metió como “dicho sea de paso”. Esto es una cosa que anda desde hace más de 10 años en ciertas publicaciones, nadie se ha molestado que yo sepa en investigar el carácter de esos documentos desclasificados. Estos pueden ser ciertos o perfectamente inventos. No lo sé, no me consta.

¿Y entonces por qué lo critica?

Yo lo que critico que de esta manera lapidaria, esto (de los Miami Six) se meta en un reportaje que es el resultado supuestamente de una investigación y que la gente que no lo lea con gran detenimiento saca como uno de los resultados de esa tal investigación, porque está empacado dentro de esto, el rol de estos señores Miami Six.

¿La intención de su crítica no es defender a Enrique Altamirano?

No estoy haciendo ningún juicio sobre ningún involucramiento de estos señores Miami Six incluyendo don Quique, no estoy haciendo juicio positivo o negativo porque no me consta. Yo sé que existen esos documentos y el manejo un poco raro que se ha hecho con ellos, por lo tanto no puedo decir sí o no. Pero critico que Carlos Dada lo mete como un bombón extra en ese paquete. Eso periodísticamente no es válido.

¿Cómo debe leer la gente este reportaje?

Lo que pasa es que el 90 por ciento de la gente lo ve como una cosa literaria, un cuento y le parece más o menos coherente. A mí me tocó leerlo como 10 veces para ver cuáles afirmaciones están respaldadas y cuáles no. Eso no es la manera normal de un lector de leerlo. A mí me extrañó muchísimo que un periódico como el Washington Post, que cuando ellos hacen investigaciones pasan por un procedimiento de filtros y filtros y no lo publican si no pasa por esos filtro, en este caso agarran una investigación y no la pasan con esos filtros. No, lo agarran y sacan las tres o cuatro conclusiones, y cuando está publicado en el Washington Post ya es verdad. Alguien en Australia ya no tiene entonces que tomarse la molestia de leerse todo ese mamotreto en El Faro sino leer la notita corta del Washington Post. El problema del Washington Post es que no aplica todos esos filtros cuando retoma una nota de otro medio. Y eso es una falacia del Washington Post, esta cosa, este mecanismo, es el “lavado”, en este caso no de dinero, sino lavado de información dudosa.

¿Está acusando al Washington Post de lavar información dudosa?

Involuntariamente, creo. Mire, esa práctica la ha desarrollado a la perfección la CIA y la contraparte de los servicios información secreta de la Unión Soviética y los cubanos: se siembra una información en un medio de tercera categoría, de ahí va escalando y después se convierte casi que en información oficial. Nosotros durante la guerra hicimos lo mismo. Esto no es un juicio sobre la verdad o no, sino sobre la validación. Estas cosas técnicas se pueden hacer con verdades, con mentiras o con medio mentiritas. Es preocupante que de repente se cree un mito con una leyenda que parece verdad porque varios medios grandes lo han retomado.

¿Qué de nuevo aporta el reportaje al proceso de la investigación de monseñor Romero?

Como está publicado, relativamente poco. Pero hay elementos. Me imagino que en las 20 horas de grabación que me dicen que tiene Carlos de Saravia debe de haber cosas ahí. De lo publicado, lo nuevo es la aparición del personaje exótico ese de Bibi Montenegro. Esto da para  una nota de color… Y Saravia no es un tipo al que le remuerda la conciencia, no, a él no le remuerde la conciencia, él está preocupado por su seguridad y su legalidad y en ese contexto hay que verlo, como periodista es complicado manejar a ese tipo de testigos.

Lea el artículo de Paolo Lüers en

Diario digital de noticias de El Salvador

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