La fragmentación del transporte lleva a la politización del sector, a que surjan mafias y al saqueo y maltrato de los usuarios.
Editorial de El Diario de Hoy. Martes, 14 de Julio de 2009.
De acuerdo con el viceministerio de Transporte, sólo ellos pueden autorizar rutas de buses o cambios al sistema, lo que dejaría en un limbo legal el proyecto del metrobús o cualquier otra solución al caos que impera en la actualidad. Este desorden es una de las nefastas herencias de un presidente golpista de inicios de los Sesenta, Julio Rivera, que armó huelgas para arruinar las empresas establecidas y así, según él, beneficiar a los trabajadores.
Los trabajadores siguen peor o igual con el agravante de que regularmente los matan al no pagar extorsiones. Ha empeorado la calidad del transporte en comparación con lo que había entonces, cuando se pasó de unidades limpias y cómodas a las destartaladas chatarras de la actualidad.
Rivera partió de un grave error, producto de su ignorancia: de que la atomización del transporte en centenares de empresas (las que en teoría serían propiedad de los trabajadores) reduciría costos y mejoraría calidades. Pero el transporte tiende a consolidarse en unas pocas empresas por razón de la eficiencia y el peso inexorable de los costos. En El Salvador hay centenares, si no miles de empresas por las regulaciones vigentes, los subsidios y la asignación de rutas. No es casual que tan pronto desaparecieron las empresas grandes de aquel entonces, los permisos se comenzaron a dar por compadrazgo o corrupción. La fragmentación del transporte lleva a la politización del sector, a que surjan mafias y al saqueo y maltrato de los usuarios.
En una entrevista televisiva, el viceministro de Transporte dijo que la respuesta al problema tiene que salir de una consulta con todos los involucrados, o sea de los grupos culpables del desorden. Con ello prácticamente se excluyen soluciones innovadoras, como es la del metrobús, que con tanto éxito funciona en muchísimas ciudades, desde Quito y Bogotá hasta Burdeos.
Apliquemos aquí lo que funciona allá
Hay otro componente nefasto: se pretende que la mayoría de transportistas, que de hecho operan monopolios creados por decisión burocrática (las rutas asignadas), ganen lo suficiente para subsistir. Pero eso obliga a fijar los precios para cubrir los costos de los más ineficientes, lo que redunda en grandes ganancias para los más eficientes. Es como si los exámenes para pasar de grado se redactaran para que los estudiantes menos aplicados, los ignorantes y perezosos pudieran aprobarlos, lo que reduce el nivel de conocimientos de todo el grupo. Se baja la altura de la barra para que hasta los inútiles puedan saltar por encima de ella.
El desmadre imperante se manifiesta en múltiples fallas y vicios: buses con treinta años de vida que circulan gracias a las dispensas legislativas y que se parten al chocar; asientos pésimos que ciertos pasajeros arruinan por su cuenta; microbuses y mototaxis que compiten sin permisos; cabinas de los conductores malolientes y contaminadas; carreras para disputarse pasajeros.
La solución se tiene que buscar en el exterior, ya que la politización, los intereses creados y la falta de idoneidad de los actores para resolver problemas vuelve casi imposible que se llegue a acuerdos sensatos. A los chatarreros (perdón, quisimos decir buseros) no los tocan porque se cree que tienen fuerza electoral.
En tal panorama la propuesta de los buses articulados tiene a su favor el que en otros lugares funciona con éxito. Literalmente no tenemos necesidad de inventarnos la pólvora.
Varias lineas son sensatas en este articulo.Lastima que la bajen calidad a lo expuesto al referirse despectivamente a ciertos grupos con apodos. Pero no es de extrañar es un reflejo del innato desprecio que estas gentes mantienen sobre el resto de la poblacion. Se les olvida que todo el fenomeno que ellos en este articulo deshuezan es fruto del ingenio de los que estos sres escribientes consideran los mas "capaces" si esos mismos ..los estudiados...
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