En lo tocante a la transparencia, hay en nuestro esquema administrativo zonas verdaderamente oscuras. Basta citar una de ellas: las famosas “partidas secretas”, que lejos de tender a la clarificación se han venido hundiendo más en las sombras.
Escrito por Opinión. Martes 28 de Julio 2009. Tomado de La Prensa Grafica.
Es evidente que la dinámica evolutiva del proceso democrático nacional ha marcado la hora de la transparencia. Desde distintos ángulos de opinión, tanto ciudadana como de grupos organizados, se está poniendo cada vez más presión para que los procedimientos públicos respondan a criterios de creciente credibilidad, que sólo puede garantizarse con una adecuada transparencia. El acceso suficiente y seguro a la información es vital para que la democracia siga desplegándose, y esto es mucho más que una ley: debe ser una cultura asumida.
Desde luego, contar con instrumentos legales e institucionales es indispensable. En esta línea, la voluntad que se está manifestando desde el Ministerio de Obras Públicas debe ser subrayada positivamente. Para el caso, crear un Observatorio de la Obra Pública será una pieza muy importante en este esfuerzo. Como hemos venido enfatizando desde hace tiempo, hay que ponerle especial atención al tema de las contrataciones y licitaciones públicas, ámbito en el que tradicionalmente ha habido nudos de corrupción. Es momento de mostrar propósito correctivo eficaz desde las altas esferas gubernamentales, para hacer que todos esos procesos se transparenten de veras, en beneficio de una sana administración y del limpio manejo de los fondos públicos.
En este punto, como prácticamente en todo, la colaboración entre los entes estatales y las entidades privadas es clave. La dinámica misma del proceso democratizador reclama tal cooperación, más allá de cualquier suspicacia política. Y como argumento agregado tenemos la crisis que nos azota. Todo empuja a actuar integradamente en función de país.
Honradez ante todo
Si algo genera malestar en la ciudadanía es la conducta impropia o abusiva de sus representantes, sean quienes fueren, e independientemente de los colores políticos bajo los que se cobijen y de las circunstancias en que actúen. Al respecto, una de las características más saludables de la democracia consiste en ser un ejercicio constante de visibilidad de la gestión pública, en sus distintos campos y niveles. Y, en ese sentido, reiteramos lo que en otras ocasiones hemos manifestado en referencia a cuestiones de índole variada: el ejemplo tiene que fluir de arriba hacia abajo.
En lo tocante a la transparencia, hay en nuestro esquema administrativo zonas verdaderamente oscuras. Basta citar una de ellas: las famosas “partidas secretas”, que lejos de tender a la clarificación se han venido hundiendo más en las sombras. Esto es incongruente con una sana práctica de la gestión, y en algún momento tendrá que tocarse. Desde luego, hay muchos otros espacios en los que hay que ir haciendo claridad, hasta que no haya “territorios” al margen del control verificable.
Toda iniciativa transparentadora debe ser resaltada, para fortalecer la función del ejemplo. Esperamos que esta iniciativa que se está gestando en Obras Públicas, con el apoyo de entidades como CASALCO y FUNDE, tome cuerpo de realidad, para contribuir de veras a esa cultura de la honradez que debe ser el marco natural y normal de todos los comportamientos tanto públicos como privados en el país.
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